¡Dime cómo es tu adviento y te diré la Navidad que esperas!
Domingo primero de Adviento, 2012
¿Quién vive en constante adviento sino los comerciantes? No tengo nada contra
ellos, pero de que se preparan, se preparan para tener una Navidad jugosa, con
muchas ventas y muchos visitantes por sus establecimientos comerciales. Apenas
transcurre la Navidad y ya están almacenando sus productos en sus amplias
bodegas y cuando llega la temporada son ellos, no la Iglesia, los primeros que nos
recuerdan que la Navidad está próxima. Eso nos llevaría a preguntarnos qué clase
de Navidad esperas, para poder planear nuestro propio Adviento.
Y ya puestos en la temporada, los textos de la Escritura de este domingo nos
conectan con el día final cuanto nuestro mundo será transformado, no destruido, y
veremos venir en gloria y majestad al Cristo que el mundo rechazó pero que el
Padre acogió porque era su Hijo y porque quiso premiar su actuación, su entrega y
su generosidad para toda la humanidad. Cristo volverá para rehacer este mundo
pero como había sido planeado antes del pecado que vino a dar al traste con todo
lo planeado. Nuestro propio Adviento tendrá que transcurrir entonces entre las dos
venidas de Cristo, la primera, en carne mortal, en la pobreza, en la humildad y en
la entrega y en la cruz, y la segunda, al final de los tiempos.
Entre esas dos venidas transcurrirá esa venida silenciosa, benéfica, reconfortante
del Cristo a la Iglesia, al mundo y a nuestros propios corazones, una venida
espiritual pero no menos verdadera que las anteriores. Y si vamos a hablar, pues
de preparación a la venida del Señor, podríamos hablar de dos actitudes falsas y
una verdadera. La primera la constituye la de muchos cristianos que so pretexto de
que estamos esperando la venida del Salvador y de que vamos camino hacia la
casa del Padre, viven despreocupadamente de las cosas que les ocurren a los
hombres, como si ellos no existieran, sin meter el hombro a los sueños de una
humanidad mejor, como si fueran ángeles, y no cuentan entonces verdaderamente
para el desarrollo de los hombres. La segunda sería la de todos aquellos que
trabajan y trabajan, quizá afanosamente por corregir u ordenar las cosas de este
mundo, pero sin dar cabida a la presencia de Cristo Jesús. Y el resultado lo estamos
viendo. Hemos echado fuera a Cristo de nuestras instituciones, de las grandes
determinaciones, y el resultado es una humanidad que se asfixia y se desespera
entre el smog en el ambiente y la desesperanza, la desilusión y el stress en el
interior del corazón de muchos hombres y mujeres.
Finalmente, la correcta actitud ante la venida del Señor sería la de aquellos que
consideran, primero, su labor importante en el desarrollo del mundo, de su
esperanza de una humanidad nueva donde desaparezcan las tremendas y
aberrantes diferencia que nos dividen entre blancos y negros, entre ricos y pobres,
entre esclavos y libres y entre cosas aún absurdas y aparentemente insignificantes,
como el hecho de llevar una camiseta de un color que me hace ver en un estadio a
los que llevan la camiseta de otro color convertido en mi enemigo personal,
haciendo de los grandes estadios un lugar de batallas campales que dejan tristeza,
desolación e incluso muerte en algunas ocasiones, y segundo, sin olvidar que Dios
tiene una parte importante en esas decisiones y en esa vida que nos prepara para
el encuentro total y definitivo con Cristo cabeza de nuestra humanidad y de nuestra
Iglesia. Esa labor conjunta entre Dios y el hombre harán la sorpresa, la alegría y la
paz de una humanidad nueva que no tendrá que esperar ese día definitivo, pues ya
desde ahora podremos ir haciendo ese mundo en el que soñamos y que esperamos
vivir, como un premio, si, como una recompensa, pero al mismo tiempo como un
agradecimiento al Creador por su Hijo que logró esa humanidad nueva, radiante,
luminosa en la presencia suya.
Prepara, pues tu propio Adviento, si en verdad esperas esa venida de Cristo como
lo mejor que te podría ocurrir en tu vida.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios
en alberami@prodigy.net.mx