Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 33, Jueves
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: El Cordero fue degollado y con su sangre nos compró de
toda nación * Has hecho de nosotros para nuestro Dios un reino de sacerdotes. *
¡Si comprendieras lo que conduce a la paz!
Textos para este día:
Apocalipsis 5, 1-10:
Yo, Juan, a la derecha del que estaba sentado en el trono vi un rollo escrito por
dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi a un ángel poderoso, gritando a
grandes voces: "¿Quién es digno de abrir el rollo y soltar sus sellos?"
Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el rollo y ver
su contenido. Yo lloraba mucho, porque no se encontró a nadie digno de abrir el
rollo y de ver su contenido.
Pero uno de los ancianos me dijo: "No llores más. Sábete que ha vencido el león de
la tribu de Judá, el vástago de David, y que puede abrir el rollo y sus siete sellos. "
Entonces vi delante del trono, rodeado por los seres vivientes y los ancianos, a un
Cordero en pie; se notaba que lo habían degollado, y tenía siete cuernos y siete
ojos-son los siete espíritus que Dios ha enviado a toda la tierra-. El Cordero se
acercó, y el que estaba sentado en el trono le dio el libro con la mano derecha.
Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se
postraron ante él; tenían cítaras y copas de oro llenas de perfume-son las oraciones
de los santos-. Y entonaron un cántico nuevo: "Eres digno de tomar el libro y abrir
sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres
de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un
reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra."
Salmo 149:
 
Cantad al Señor un cántico nuevo, / resuene su alabanza en la asamblea de los
fieles; / que se alegre Israel por su Creador, / los hijos de Sión por su Rey. R.
Alabad su nombre con danzas, / cantadle con tambores y cítaras; / porque el Señor
ama a su pueblo / y adorna con la victoria a los humildes. R.
Que los fieles festejen su gloria / y canten jubilosos en filas: / con vítores a Dios en
la boca; / es un honor para todos sus fieles. R.
Lucas 19, 41-44:
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando:
"¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está
escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras,
te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán
piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida".
Homilía
Temas de las lecturas: El Cordero fue degollado y con su sangre nos compró de
toda nación * Has hecho de nosotros para nuestro Dios un reino de sacerdotes. *
¡Si comprendieras lo que conduce a la paz!
1. "¡Ha Vencido!"
1.1 Con una imagen de dimensiones épicas la primera lectura nos deja ver un
aspecto profundo de la victoria de Cristo: sólo él puede "leer" la historia del
designio de Dios para el mundo. Dicho con otras palabras, no podemos encontrar
sentido final para el universo ni para nuestra propia vida sin Cristo.
1.2 Para muchas personas la vida es como un libro sellado. Para muchas, lo mismo
que en el texto que hemos oído hoy, no hay más remedio que el llanto: todo parece
sellado, arcano, lejano, incomprensible. Cuando el dolor, la tragedia o lo
irremediable nos visitan tendemos a pensar que nada queda sino la tristeza de un
destino que se nos escapa.
1.3 Pero, así como sucedió en aquella lectura, es motivo de inmenso gozo ver que
Cristo tiene algo que decir cuando todos callan y sabe iluminar aun en medio de la
más espesa noche. Su secreto está a la vista: él es aquel que viene lavado en su
propia Sangre, en la que se resumen todas nuestras preguntas y reproches a la
vida. Ya él ha cruzado el angustioso río del absurdo y fue más grande que los
torrentes del caos y de la muerte. ¡Ha vencido, aleluya!
2. Jesús Llora
2.1 Hay un misterio de augusta belleza en la imagen de Cristo con los ojos
colmados de llanto. El evangelio de hoy nos presenta, a lo lejos, la ciudad santa
que no conoció el tiempo de la visita de Dios, y a nuestro Señor arrasado en
lágrimas de amor, de un amor no correspondido.
2.2 El nombre de "Jerusalén" se interpreta comúnmente como "visión de paz". Y a
ello parece aludir Jesucristo cuando exclamó con el corazón entristecido: "¡Si en
este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz!" ¿A qué se refería
Nuestro Señor? ¿Había una paz posible para aquella ciudad asfixiada por el Imperio
Romano y recalentada por las iras de sus hijos descontentos? Cristo pensaba que
sí.
2.3 "No aprovechaste la oportunidad que Dios te daba", dice el Señor. ¡Qué
palabras tan duras! ¡Cuánto habrán de doler estas palabras pocos años después,
cuando en el año 70 se desfogue la crueldad del emperador Tito contra ella! No
podemos callar que esto es lección para nosotros. ¿Qué hacemos con las
oportunidades que Dios nos da?
2.4 Más en las palabras de Cristo no hay tanto el anuncio de un castigo como la
semilla de algo nuevo; algo que tenía que nacer sobre las ruinas de la ciudad
antigua. Nosotros, como Pablo, aunque lloramos por el destino aciago que sufrió y
sufre Jerusalén en el actual Estado de Israel, exclamamos con viva convicción:
"Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésta es nuestra madre" (Gál 4,26).
2.5 Y con los ojos todavía húmedos elevamos nuestra mirada con el Apocalipsis a
los cielos, y una voz profunda y enamorada nos dice: "vi la ciudad santa, la nueva
Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada
para su esposo". Entonces entendemos que el Novio, Cristo, un día podrá olvidar
sus lágrimas de hoy.
Fr. Nelson Medina, O.P.