XXXIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Sabado
Jesús Rey de la historia nos abre la fe a la vida eterna, a un Dios que “no es
Dios de muertos, sino de vivos”.
“En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan
la resurrección, y le preguntaron: -«Maestro, Moisés nos dejó
escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin
hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues
bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y
el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron
sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la
resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han
estado casados con ella.» Jesús les contestó: -«En esta vida,
hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de
la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se
casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de
Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los
muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza,
cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de
Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos
están vivos.» Intervinieron unos escribas: -«Bien dicho, Maestro.»
Y no se atrevían a hacerle más preguntas” (Lucas 20,27-40).
1. –“ Unos saduceos, -los que negaban la resurrección- se
acercaron a Jesús ”. Los saduceos formaban una especie de movimiento o
asociación, de la que formaban parte las familias de la nobleza sacerdotal.
Desde el punto de vista teológico eran conservadores... rechazaban toda
evolución del judaísmo. Por ejemplo permanecían anclados en las viejas
concepciones de los patriarcas que no creían en la resurrección... y no
admitían algunos libros recientes de la Biblia que hablan de ella, como el
libro de Daniel. De los libros del Antiguo Testamento sólo aceptaban los
libros del Pentateuco (la Torá), y no las tradiciones de los rabinos. Tampoco
creían en la existencia de los ángeles y los demonios. Al contrario de los
fariseos, que sí creían en todo esto y se oponían a la ocupación romana.
-" Maestro, Moisés nos dio esta Ley: Si un hombre tiene un
hermano casado que muere dejando mujer pero no hijos, cásese
con la viuda y dé descendencia a su hermano... Resultó que eran
siete hermanos... Pues bien, a la resurrección esa mujer ¿de quién
será la esposa...? " Para atacar la creencia en la resurrección, los Saduceos
tratan de ridiculizarla ¡aportando una cuestión doctrinal que las Escuelas
discutían! Quieren demostrar con ello que la resurrección no tiene ningún
sentido. Análogamente nosotros nos entretenemos también a veces en
cuestiones insignificantes o insólitas que no tienen salida.
Es una "trampa saducea" la que te preparan, Jesús: una pregunta no
hecha con sincera voluntad de saber, sino para tender una "emboscada"
para que tú quedes mal, respondas lo que respondas. A los saduceos no les
interesa en absoluto que se hable de una retribución en la otra vida, puesto
que ya se la han asegurado en la presente. Es la casuística típica de una
religión de muertos. En Mt 22,29 tú Jesús pones el dedo en la llaga
cuando dices de ellos: " Están en un error por no entender las
Escrituras y el Poder de Dios ".
-“ Jesús responde: En esta vida los hombres y las mujeres se
casan; en cambio los que sean juzgados dignos de la vida futura y
de la resurrección, no se casarán porque ya no pueden morir: Son
como ángeles y son hijos de Dios siendo hijos de la resurrección ”.
Los judíos del tiempo de Jesús -los Fariseos en particular en oposición a los
Saduceos- se representaban la vida de los resucitados como simple
continuación de su vida terrestre. Jesús, por una fórmula, de otra parte,
bastante enigmática, habla de que hay un cambio radical entre «este
mundo» y «el mundo futuro»... « serán como ángeles » quiere decir que
dejarán de tener vigencia las limitaciones inherentes a la creación presente.
Por ejemplo, suelen preguntar los matrimonios que se quieren: “¿Será que
sólo estaremos juntos hasta que la muerte nos separe”? y hay que decirles:
“no os preocupéis, que en el cielo los amores continúan por toda la
eternidad, estaréis siempre unidos, también en el cielo, como marido y
mujer”. Pero algún matrimonio, que lo pasa muy mal en su cruz,
preguntan: “¿esta cruz que llevo en el matrimonio, será por toda la
eternidad, o sólo hasta que la muerte nos separe?” “-no te preocupes, hay
que contestarles, será sólo hasta que la muerte os separe, pues ninguna
pena de este mundo pasa al otro, allí solo quedan los amores auténticos,
sólo éstos perduran”. No se trata, por tanto, de un estado parecido a seres
extraterrestres o galácticos, sino a una condición nueva, la del Espíritu,
imposible de enmarcar dentro de las coordenadas de espacio y de tiempo:
« por haber nacido de la resurrección, serán hijos de Dios ».
-“ En cuanto a decir que los muertos deben resucitar, lo indicó
el mismo Moisés... cuando llama al Señor: el Dios de Abraham, el
Dios de Isaac, el Dios de Jacob». No es un Dios de muertos sino de
vivos, porque para El todos viven ”. Para contestar a los Saduceos, Jesús
se vale de uno de los libros de la Biblia más antiguos, cuya autenticidad
reconocían (Éxodo 3, 6).
Si Abraham, Isaac y Jacob estuviesen muertos definitivamente, esas
palabras serían irrisorias. Hay algo precioso en esa frase de Jesús: « Dios
no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque todos tienen la vida
por El ». Nuestros difuntos son «vivientes», viven «por Dios». Gracias, Dios
mío, por haber inventado la maravilla de la «vida».
La fe en la resurrección se abrió paso en medio de los mártires en
tiempos de los Macabeos. Es interesante observar que esta revelación
divina ha sido reservada a través de los hombres y mujeres que perdían la
vida por el compromiso de Dios y de su fe, que en su intuición abrían la
doctrina… Nuestra fe se expresa en lo que rezamos, y estos días vemos en
los mártires (los Macabeos, la profecía de Daniel, el Apocalipsis), lo que
Jesús luego enseña, también con su vida y su doctrina: la resurrección de la
carne.
Una gran prueba de la resurrección, de la vida eterna, es ver cómo
gente da la vida, consciente de que hay algo más importante que la vida,
ver que creen, esta esperanza viva es fuente viva de esperanza para todos,
de la participación de los bienes de Dios al final de los tiempos.
-“ Intervinieron algunos escribas: «Bien dicho, Maestro».
Porque no se atrevían a hacerle más preguntas. Los doctores de la ley
te llaman Maestor, Señor. Quisiera conocer bien tu pensamiento, Jesús,
pues tú eres el gran doctor. Quiero creerte, Señor (Noel Quesson).
Los pobres saduceos solo sabían pensar en quien se quedaba el
dinero y con el problema de la mujer que le preguntan. Jesús, tú les dices
que la vida eterna es algo abierto al futuro y no sólo atado al presente. Va
más allá de tener posesiones. Por eso el vínculo de amor no será ya de
posesión (“¿de quién será mujer?”, le preguntan) sino una vida nueva
transformada por Dios. No se trata de una prolongación de esta vida. No
una prórroga para remediar entuertos. La resurrección abre las puertas de
una vida distinta. De una plenitud difícil de comprender, pero que intuimos.
En esta vida a veces podemos sentir que "no hay salida", que la paz
es muy difícil. Que hay mucha violencia y agresividad en las personas. Que
no hay justicia. Que es difícil influir en hacer un mundo mejor, que es fácil
desanimarse ante tanta corrupción política y de tantos sitios, y problemas
como el hambre, que se mira con hipocresía.
Señor, tú nos haces ver que "sí hay salida". Tu Iglesia es un lugar de
vivos. Al final, la última palabra es del Dios de la vida. Y su palabra siempre
es palabra de vida. Sí hay salida (Luis Ángel de las Heras).
Hoy, en ciertos sectores se ha ido abriendo camino la idea budista de
la rencarnación, según como nos portáramos aquí se llegaría a vivir una
nueva existencia más noble o más humilde, así repetidamente hasta lograr
la purificación plena. Es señal de que no aceptamos a una muerte
irrevocable, pero "la revelación cristiana excluye la rencarnación, y habla de
un cumplimiento que la persona está llamada a realizarse en el curso de
una única existencia sobre la tierra" (Juan Pablo II).
Jesús nos ha enseñado a ver a Dios como un "Dios de vivos". Él
quiere que disfrutemos del don de la vida. Ya en el siglo II, San Ireneo
afirmaba que "la gloria de Dios es que el ser humano viva". Sobre cada ser
humano que viene a este mundo, Dios pronuncia una palabra de amor
irrevocable: "Yo quiero que tú vivas". La vida eterna es la culminación de
este proyecto de Dios que ya disfrutamos en el presente. Por eso, todas las
formas de muerte (la violencia, la tortura, la persecución, el hambre) son
desfiguraciones de la voluntad de Dios.
Al final, no reviviremos; seremos resucitados, elevados y quedaremos
libres del sufrimiento, del llanto, del dolor, de la muerte, y de todo lo que
nos angustiaba aquí en la tierra.
2. –“ Mis dos testigos... La Bestia que surja del Abismo les hará
la guerra, los vencerá y los matará”. “Testigo” en griego se escribe
"martyr" de donde procede nuestra palabra "mártir". Son los que han tenido
una experiencia, como en un juicio, el que dice "toda la verdad y sólo la
verdad", y que es fiel: no inventa nada. Los que me miran vivir, al verme,
¿tienen ante sus ojos a un testigo fiel de Jesucristo? A través de mi modo
de vivir, ¿se trasluce algo del rostro de Jesús?
Pero mártir también es quien en la persecución da el testimonio
radical: prefiere la muerte antes que hacer traición a la verdad. La época de
san Juan, entre Nerón y Domiciano, era una época de persecuciones. Todo
cristiano, al pedir el bautismo, sabía que podía llegar a tener que
testimoniar con su sangre la elección de Cristo, que hacía al entrar en la
Iglesia.
" La Bestia que surge del Abismo " es el Mal, personificado en
Satán: ¡que lucha contra Dios! El Imperio Romano se oponía a la Iglesia, y
luego vinieron otros sistemas políticos y culturales... el drama durará hasta
el fin del mundo.
-“ Sus cadáveres yacerán en la plaza de la Gran Ciudad... Y los
habitantes de la tierra se alegran y se regocijan felicitándose...” La
opinión pública con frecuencia va contra la exigencia del cristiano. Porque
va contra corriente, entonces al no querer dar culto a los dioses oficiales, en
particular a los emperadores, ¡eran acusados de ateos!
-“ Pero, pasados los tres días y medio, un soplo de vida,
procedente de Dios, los penetró y se pusieron de pie, y un gran
espanto se apoderó de todos los que lo contemplaban”. Resucitan
contigo, Jesús, los que son tuyos. En el gran sufrimiento, en los días de
"noche oscura" vamos a pensar esto. Señor, ayúdanos a creer. Que el
misterio de Pascua esté constantemente presente a nuestra mente, para
darnos la certeza de la victoria final de Dios.
-“ Y subieron al cielo en la nube”. Resurrección, y ascensión. Señor
Jesús, ayúdanos a vivir de tu vida (Noel Quesson).
3. A veces parece que prevalece el mal, pero es por poco tiempo. Van
pasando los enemigos de Cristo y él sigue. Nosotros, en nuestra vida
personal, experimentamos esa misma historia dinámica, hecha de cruz y de
vida, de fracasos y éxitos. A veces nos puede el mal. Pero el triunfador,
Jesús, nos tiende su mano para volvernos a llenar de su fuerza vital con su
Palabra, sus Sacramentos, su Iglesia, su Gracia, su Espíritu. Para que nunca
demos por pérdida la guerra, sino que sigamos luchando para vencer al mal
en nosotros y en torno nuestro.
La mejor fuerza y las mejores armas las tenemos en la Eucaristía que
recibimos, en la que comulgamos con " el que quita el pecado del
mundo ". Ahí está " el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el
combate, mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a
salvo ".
Llucià Pou Sabaté