Una laboriosa y alegre vigilancia.
2012-11-21
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 11-28
En aquel tiempo, como ya se acercaba Jesús a Jerusalén y la gente pensaba que el
Reino de Dios iba a manifestarse de un momento a otro, Él les dijo esta parábola:
«Había un hombre de la nobleza que se fue a un país lejano para ser nombrado Rey
y volver como tal. Antes de irse, mandó llamar a diez empleados suyos, les entregó
una moneda de mucho valor a cada uno y les dijo: “Inviertan este dinero mientras
regreso”.
Pero sus compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delegados que
dijeran: “No queremos que éste sea nuestro Rey”.
Pero fue nombrado Rey, y cuando regresó a su país, mandó llamar a los empleados
a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno.
Se present￳ el primero y le dijo: “Se￱or, tu moneda ha producido otras diez
monedas”. Él le contest￳: “Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido
fiel en una cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades”.
Se present￳ el segundo y le dijo: “Se￱or, tu moneda ha producido otras cinco
monedas”. Y el se￱or le respondi￳: “Tú serás gobernador de cinco ciudades”.
Se present￳ el tercero y le dijo: “Se￱or, aquí está tu moneda. La he tenido
guardada en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre exigente, que
reclama lo que no ha invertido y cosecha lo que no ha sembrado”. El se￱or le
contest￳: “Eres un mal empleado. Por tu propia boca te condeno. Tú sabías que yo
soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he invertido y que cosecho lo que
no he sembrado, ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que yo, al
volver, lo hubiera recobrado con intereses?”.
Después les dijo a los presentes: “Quítenle a éste la moneda y dénsela al que tiene
diez”. Le respondieron: “Se￱or, ya tiene diez monedas”. Él les dijo: “Les aseguro
que a todo el que tenga se le dará con abundancia, y al que no tenga, aun lo que
tiene se le quitará. En cuanto a mis enemigos, que no querían tenerme como Rey,
tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia”ᄏ.
Dicho esto, Jesús prosiguió su camino hacia Jerusalén al frente de sus discípulos.
Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor, inicio mi oración dándote las gracias por todos los dones que me has
concedido, ayúdame a saber duplicarlos para corresponderte con generosidad. No
permitas que el miedo o la mediocridad me separen del camino que me puede
llevar a la santidad.
Petición
Jesucristo, enséñame a ser perseverante en el buen uso de mis talentos, para
servirte a Ti y a los demás.
Meditación
Una laboriosa y alegre vigilancia.
«Aquél servidor, en efecto, que mantuvo escondido el talento sin revalorizarlo, hizo
mal sus cálculos: se comportó como si su amo ya no fuera a regresar, como si no
hubiera un día en el que le pediría cuentas de su actuación. Con esta parábola,
Jesús quiere enseñar a los discípulos a usar bien sus dones: Dios llama a cada
hombre a la vida y le entrega talentos, confiándole al mismo tiempo una misión que
cumplir. Sería de tontos pensar que estos dones se nos deben, así como renunciar
a emplearlos sería menoscabar el fin de la propia existencia.[…] En la liturgia de
hoy, la Palabra de Dios nos exhorta a la sobriedad, a la vigilancia y a una vida
cristiana activa y diligente. Los dones que el Señor ha depositado en nosotros son
un tesoro que hemos de enriquecer cada día, como tierra fértil que da buenos
frutos, y contribuir así a la edificación de la Iglesia y de la sociedad. Que la Virgen
María nos acompañe en este servicio a la obra salvadora de Cristo» (Benedicto XVI,
13 de noviembre de 2011).
Reflexión apostólica
«La persona humilde reconoce y agradece con sencillez sus éxitos y talentos,
consciente de que son un don de Dios, y se esfuerza por acrecentarlos y
desarrollarlos, sabiendo que habrá de dar cuenta de ellos al final de la vida»
(Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 183).
Propósito
Diariamente, antes de dormir, hacer un balance sobre el uso que hice de los dones
que Dios me ha dado.
Diálogo con Cristo
Jesús, no quiero ser un espectador pasivo, sino un colaborador infatigable de tu
Reino. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad y hacer multiplicar todos los dones
que me has confiado. Tengo mucho que dar, pero mucho más que ganar, si uso mis
talentos para extender tu Reino.
«No dejemos pasar el momento de Dios, ni volvamos la cara atrás. Él cuenta con
nosotros»
( Cristo al centro, n. 1267).