Valorar la misericordia de Dios.
2012-11-22
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 41-44
En aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad,
lloró por ella y exclamó:
«¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está
oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de trincheras,
te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán. Matarán a todos tus
habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no aprovechaste la
oportunidad que Dios te daba». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Jesús, este tiempo de oración es una oportunidad para mostrarte mi amor,
ilumínalo porque hay muchas cosas que me distraen. Mírame, Señor, con ese amor
con que miraste a Jerusalén y ven a hospedarte en mi alma para poder resistir las
tentaciones del mundo.
Petición
Señor, haz que venga hoy tu salvación a mi alma.
Meditación
Valorar la misericordia de Dios.
«En estas frases se manifiesta ante todo el amor profundo de Jesús por Jerusalén,
su lucha apasionada para lograr el “sí” de la Ciudad Santa al mensaje que Él ha de
transmitir, y con el cual se pone en la gran línea de los mensajeros de Dios en la
historia precedente de la salvación. La imagen de la gallina protectora y preocupada
proviene del Antiguo Testamento: Dios “encontró [a su pueblo] en tierra desierta...
Y le envuelve, le sustenta, le cuida como a la niña de sus ojos. Como uno que vela
por su nidada, revolotea sobre sus polluelos, así despliega él sus alas y le toma, lo
lleva sobre sus plumas”. Al lado de este texto puede ponerse la hermosa expresión
del Salmo 36,8: “¡Qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios! Los hombres se
acogen a la sombra de tus alas”. Jesús aplica aquí la bondad poderosa de Dios
mismo a su propio obrar y a su intento de atraer a la gente. No obstante, esta
bondad que protege a Jerusalén con las alas desplegadas se dirige al libre albedrío
de los polluelos, y éstos la rechazan: “Pero no habéis querido”» (Benedicto XVI,
Joseph Ratzinger, Jesús de Nazaret , segunda parte, p. 13).
Reflexión apostólica
«El tiempo es la oportunidad para realizar la misión. Quien desee aprovecharlo ha
de imponerse a sí mismo medios que le ayuden a llevar a cabo un trabajo exigente,
metódico y organizado, ayudándose de un programa previamente trazado de
acuerdo con un plan concreto, una guía y un calendario» (Manual del miembro del
Movimiento Regnum Christi , n. 200).
Propósito
Hacer un esfuerzo por aprovechar más los medios de formación y crecimiento
espiritual que me ofrece mi parroquia y el Movimiento Regnum Christi .
Diálogo con Cristo
Señor, no puedo cerrar mi corazón y ahogar en mi egoísmo mi celo apostólico.
Fortaléceme, hazme generoso para crecer en el amor y dedicarme a mi misión con
ahínco, y así, hacer cuanto pueda para que la Nueva Evangelización llegue a
muchas más personas.
«El amor hace de la vida un cielo anticipado por más duros y crueles que sean con
nosotros los hombres y las diversas circunstancias de la vida»
( Cristo al centro, n. 1276).