EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Viernes de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario
Apocalipsis 10,8-11.
Y la voz que había oído desde el cielo me habló nuevamente, diciéndome: "Ve a
tomar el pequeño libro que tiene abierto en la mano el Angel que está de pie sobre
el mar y sobre la tierra".
Yo corrí hacia el Angel y le rogué que me diera el pequeño libro, y él me respondió:
"Toma y cómelo; será amargo para tu estómago, pero en tu boca será dulce como
la miel".
Yo tomé el pequeño libro de la mano del Angel y lo comí: en mi boca era dulce
como la miel, pero cuando terminé de comerlo, se volvió amargo en mi estómago.
Entonces se me dijo: "Es necesario que profetices nuevamente acerca de una
multitud de pueblos, de naciones, de lenguas y de reyes".
Salmo 119(118),14.24.72.103.111.131.
Me alegro de cumplir tus prescripciones,
más que de todas las riquezas.
Porque tus prescripciones son todo mi deleite,
y tus preceptos, mis consejeros.
Para mí vale más la ley de tus labios
que todo el oro y la plata.
¡Qué dulce es tu palabra para mi boca,
es más dulce que la miel!
Tus prescripciones son mi herencia para siempre,
porque alegran mi corazón.
Abro mi boca y aspiro hondamente,
porque anhelo tus mandamientos.
Evangelio según San Lucas 19,45-48.
Y al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores,
diciéndoles: "Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han
convertido en una cueva de ladrones".
Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más
importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo.
Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba
pendiente de sus palabras.
Comentario del Evangelio por:
Misal Romano
Prefacio para la fiesta de la dedicación de una Iglesia
“Mi casa es casa de oración” (Is 56,7)
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque te has dignado habitar en toda casa consagrada a la oración,
para hacer de nosotros, con la ayuda constante de tu gracia,
templos del Espíritu Santo (1Co 3,16),
resplandecientes por la santidad de vida.
Con tu acción constante, Señor,
santificas a la Iglesia, esposa de Cristo,
simbolizada en edificios visibles,
para que así,
como madre gozosa por la multitud de sus hijos,
pueda ser presentada en la gloria de tu Reino.
Por eso con los ángeles y todos los santos cantamos sin cesar
el himno de tu gloria:¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”