“LOS PEQUEÑOS Y EL REINO”
Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el domingo de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo
(25 de noviembre de 2012)
Con la celebraci￳n de este domingo “Nuestro Se￱or Jesucristo, Rey del Universo”,
culminamos el año litúrgico. Desde el próximo domingo empezaremos a prepararnos para
celebrar la “Navidad”, el nacimiento de Jesús y lo haremos durante varias semanas en el llamado
tiempo de Adviento.
Esta celebraci￳n de “Cristo Rey”, puede confundir a varios, asociando esta denominación
con el poder y la fastuosidad de los reyes contemporáneos. Aunque en realidad hay que señalar
que hoy ya no quedan muchos reyes y no tienen tanto poder, tampoco en la época de Jesús
entendieron demasiado qué tipo de reinado tenía Jesús y como era su Reino. Pilato en el
Evangelio de este domingo (Jn. 18,33b-37), expresa lo confundido que estaba sobre la realeza
que tenía el Se￱or. “Pilato” le dijo “¿Entonces tu eres Rey? Jesús respondió: tú lo dices. Yo soy
Rey” (Jn. 18,37). De todas maneras el Se￱or explica a Pilato, algo que seguramente por su
alejamiento de Dios y ceguera, éste no podía comprender. “Mi realeza no es de este mundo…”
(Jn. 18,35).
Es cierto que en general la ceguera e incomprensi￳n del “reinado de Jesús” o bien de la
misión de la Iglesia, está ligado al alejamiento de Dios y a la necesidad de tener una cierta
mirada de fe. Es clave recordar que como Iglesia y como cristianos debemos seguir apostando en
la cotidianidad, no al éxito, ni a triunfalismos pastorales, sino a la fidelidad, al seguimiento de
Cristo, el Señor, que siempre implica el tomar la cruz de cada día, considerando que el
discipulado debe ser siempre pascual. El Apóstol Pablo en la carta a los Filipenses nos señala el
camino que la Iglesia debe guardar mirando a Jesucristo, el Se￱or: “Tengan entre ustedes los
mismos sentimientos de Cristo: El cual, siendo de condición divina no retuvo ávidamente el ser
igual a Dios. Sino que se despojó de si mismo tomando la condición de siervo haciéndose
semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre: y se humilló a si mismo
obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz” (Fil. 2,5-8).
Para cumplir nuestra misión evangelizadora siempre deberemos ubicarnos en la pequeñez y
en la humildad, desde donde podemos servir en la construcción del Reino, la justicia, la paz y el
bien común: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”
(Mt. 5,1).
Si bien este código de la pequeñez es parte de la fe del discipulado cristiano, e implica a
todos los bautizados, especialmente es necesario que aquellos que tenemos distintas
responsabilidades públicas y sociales tengamos una especial captación de esta dimensión
esencial de la vida cristiana, por las consecuencias que esto debe tener en el sociedad, traducidas
en actitudes que hacen al servicio y al bien común.
Hace pocos días hemos celebrado en el centro de Espiritualidad de “Loreto” una verdadera
fiesta diocesana, nuestra XI peregrinación, en donde como pueblo de Dios nos encontramos para
iniciar masivamente “el año de la Fe” . Quiero agradecer a tantos que trabajaron para que se haya
dado un momento que tanto bien nos hace en el camino de evangelización de nuestra Diócesis.
Este fin de semana, se está realizando un encuentro para nuestros jóvenes, sobre todo para
los que no están, kerigmático e inédito, denominado “ Sin Chamuyo” . Con muchos códigos
musicales y símbolos de nuestros jóvenes y adolescentes, y con mensajes y reflexiones, y la
Misa, buscamos una manera de encontrarnos, acercarnos y acompañar una de las prioridades que
nos hemos puesto en nuestro primer Sínodo Diocesano, el tema de evangelizar a la juventud, ya
que en nuestra provincia el 60% de la población tiene menos de 30 años.
Estamos celebrando el domingo de Cristo Rey. El texto del Evangelio de este domingo pone
al descubierto que Pilato carecía de fe para comprender que le decía el Se￱or: “Pilato le dijo:
¿Entonces tu eres rey? Jesús respondi￳: “tu lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y venido al
mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz…”. Nosotros
también necesitamos desde la fe y la pequeñez captar y comprometernos con este reino que nos
hace discípulos y testigos de Jesucristo, promotores de algunos valores como la vida, la familia,
la justicia, la verdad, que nos permiten tener un horizonte de esperanza.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas