XXXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO B
JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
Dn 7, 13-14; Sal 92, Ap 1, 5-8, Jn 18, 33-37
Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: “¿Eres tú el rey de
los judíos?” Respondió Jesús: “¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han
dicho de mí?” Pilato respondió: “¿Es qué yo soy judío? Tu pueblo y los sumos
sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?” Respondió Jesús: “Mi Reino no
es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para
que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí.” Entonces Pilato le
dijo: “¿Luego tú eres rey?” Respondió Jesús: “Sí, como dices, soy rey. Yo para esto he
nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que
es de la verdad, escucha mi voz.”
A través de la presente Solemnidad en la Iglesia llegamos al término del año litúrgico,
hoy día celebramos a Cristo Rey del Universo, significa “celebrar al Dios de la historia,
al Se￱or de la vida como de la muerte”, en quien todo tiene su fundamento y sentido
de ser. En este A￱o de la Fe nos dice al respecto el Papa Benedicto XVI: ᆱ…la
iniciativa de Dios precede siempre a cualquier acción del hombre, y también en el
camino hacia Él, es Él el primero que nos ilumina, nos orienta y nos guía, respetando
siempre nuestra libertad. Y siempre es Él quien nos hace entrar en su intimidad,
revelándonos y dándonos la gracia de poder acoger en la fe esa revelación. No
olvidemos nunca la experiencia de san Agustín: no somos nosotros los que poseemos
la Verdad después de haberla buscado, sino que es la verdad la que nos encuentra y
nos toma…ᄏ (Benedicto XVI, Catequesis semanal en el A￱o de la Fe, 14 de noviembre
de 2012).
Dios, Aquel en quien creemos y a quien confesamos no es un Dios abstracto, un
concepto o una doctrina elaborada, Él es, en palabras sencillas: “el Dios que acontece,
el Dios que se nos ha revelado”, por ello en esta Solemnidad estamos llamados a
celebrar la fiesta del Dios que se ha encarnado en el seno virginal de la Virgen María
para aparecer como el Buen Pastor en medio de los hombres, para rescatar a la oveja
perdida y llevarla de retorno a la casa paterna.
El tiempo es propio de la vida humana, por eso celebrar esta fiesta es testimoniar que
en Cristo ya vivimos las primicias del Reino, porque todo en este mundo pasará y
dejará de ser; pero en Cristo somos recreados y nacidos para la eternidad. Es así que
ante la pregunta de Pilato: “… ﾿Tú eres rey?...” y la respuesta de Cristo: “…Tú lo has
dicho, yo soy rey….”, como dice San Agustín, Pilato hace esta pregunta en un sentido
meramente humano, mientras la respuesta de Cristo revelaba con Él, la presencia del
Reino del Padre entre nosotros. El Papa Benedicto XVI nos dice: ᆱ…El evangelio de
hoy nos propone de nuevo una parte del dramático interrogatorio al que Poncio Pilato
sometió a Jesús, cuando se lo entregaron con la acusación de que había usurpado el
título de “rey de los judíos”. A las preguntas del gobernador romano, Jesús respondi￳
afirmando que sí era rey, pero no de este mundo (cf. Jn 18, 36). No vino a dominar
sobre pueblos y territorios, sino a liberar a los hombres de la esclavitud del pecado y
a reconciliarlos con Dios. Y a￱adi￳: “Yo para esto he nacido y para esto he venido al
mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”
(Jn 18, 37)…ᄏ (Benedicto XVI, Homilía en la Solemnidad de Cristo Rey, 26 de
noviembre de 2006).
La Solemnidad de este día nos presenta a Cristo como el testigo de la verdad de Dios,
quien ha revelado su señorío en su muerte de Cruz. La Cruz, se ha presentado ante el
mundo como el trono del Rey de reyes, de donde el soberano de toda potestad, ha
revelado el amor inefable del Padre a los hombres, amor que ha creado las cosas de
la nada y que al mismo tiempo ha recreado el corazón de los hombres. Cuando Jesús
le dice a Pilato “...mi reino no es de este mundo, porque si fuera de este mundo
mandaría una legi￳n de ángeles...”, está queriendo significar que el reino de Cristo no
se instaura por la fuerza ni por la justicia de los hombres, sino que el reino de Dios se
instaura en el amor, y en un amor en la dimensión de la Cruz, que lleva al hombre
hasta amar y dar la vida por los enemigos como lo ha hecho Cristo por nosotros. El
Beato Papa Juan Pablo II nos dice al respecto: ᆱ…Ante la cruz de Cristo se abre, en
cierto sentido, el gran escenario del mundo y se realiza el drama de la historia
personal y colectiva. Bajo la mirada de Dios, que en el Hijo unigénito inmolado por
nosotros se ha convertido en medida de toda persona, de toda institución y de toda
civilizaci￳n, cada uno está llamado a decidirse…ᄏ (Juan Pablo II, Homilía en la
Solemnidad de Cristo Rey. 25 de noviembre del 2001).
El reino de Cristo, es un reino de servicio y éste servicio pasa muchas veces por el
crisol de la cruz para que quede manifiesto que la obra es de Dios y la Iglesia, por
tanto, presencia de Cristo resucitado en este mundo, está llamada a encarnar y
transmitir la palabra de su Señor. Tengamos presentes las palabras del Beato Papa
Juan Pablo II: ᆱ… ᄀTú eres Rey! Pero tu reino no es de este mundo (cf. Jn 18, 36); no
es fruto de conquistas bélicas, de dominaciones políticas, de imperios económicos, de
hegemonías culturales. Tu reino es un “reino de verdad y de vida, reino de santidad y
de gracia, reino de justicia, de amor y de paz” (cf. Prefacio de Jesucristo, Rey del
universo), que se manifestará en su plenitud al final de los tiempos, cuando Dios sea
todo en todos (cf. 1 Co 15, 28). La Iglesia, que ya en la tierra puede gustar las
primicias del cumplimiento futuro, no deja de repetir: “ᄀVenga tu reino!”, “Adveniat
regnum tuum!” (Mt 6, 10)…ᄏ (Juan Pablo II, Solemnidad de Cristo Rey del Universo,
26 de noviembre del 2000)
Que el Señor nos conceda vivir con alegría este nuevo tiempo que se avecina en la
Iglesia, y que la historia salvífica que la Iglesia nos comunica, a través de las lecturas,
nos introduzca en una historia de salvación y de amor de Dios para cada uno de
nosotros. Que las Palabras de Pablo resuenen en nuestro coraz￳n: ᆱ…quien nos
separará del amor de Dios (…), ni la muerte…ᄏ. Que el Se￱or nos llene de su Amor y
de una Esperanza Viva.
Pbro. Oscar Balcázar Balcázar.