Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 34, Martes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Ha llegado la hora de la siega, pues la mies de la tierra
está más que madura * El Señor llega a regir la tierra. * No quedará piedra sobre
piedra
Textos para este día:
Apocalipsis 14, 14-19:
Yo, Juan, miré y en la visión apareció una nube blanca; estaba sentado encima uno
con aspecto de hombre, llevando en la cabeza una corona de oro y en la mano una
hoz afilada. Del santuario salió otro ángel y gritó fuerte al que estaba sentado en la
nube: "Arrima tu hoz y siega; ha llegado la hora de la siega, pues la mies de la
tierra está más que madura." Y el que estaba sentado encima de la nube acercó su
hoz a la tierra y la segó.
Otro ángel salió del santuario celeste llevando él también una hoz afilada. Del altar
salió otro, el ángel que tiene poder sobre el fuego, y le gritó fuerte al de la hoz
afilada: "Arrima tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, porque
las uvas están en sazón."
El ángel acercó su hoz a la tierra y vendimió la viña de la tierra y echó las uvas en
el gran lagar del furor de Dios. Pisotearon el lagar fuera de la ciudad, y del lagar
corrió tanta sangre, que subió hasta los bocados de los caballos en un radio de
sesenta leguas.
Salmo 95:
Decid a los pueblos: "El Señor es rey, / él afianzó el orbe, y no se moverá; / él
gobierna a los pueblos rectamente." R.
 
Alégrese el cielo, goce la tierra, / retumbe el mar y cuanto lo llena; / vitoreen los
campos y cuanto hay en ellos, / aclamen los árboles del bosque. R.
Delante del Señor, que ya llega, / ya llega a regir la tierra: / regirá el orbe con
justicia / y los pueblos con fidelidad. R.
Lucas 21, 5-11:
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la
piedra y los exvotos. Jesús les dijo: "Esto que contempláis, llegará un día en que no
quedará piedra sobre piedra: todo será destruido."
Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que
todo eso está para suceder?"
Él contestó: "Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando
mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca", no vayáis tras
ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida."
Luego les dijo: "Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes
terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y
grandes signos en el cielo.
Homilía
Temas de las lecturas: Ha llegado la hora de la siega, pues la mies de la tierra
está más que madura * El Señor llega a regir la tierra. * No quedará piedra sobre
piedra
1. El tiempo de la cosecha ha llegado
1.1 La historia humana tiene una dirección; apunta a un desenlace. Esto, que
puede parecernos natural a los creyentes, no fue conocido ni creído por la mayor
parte del mundo antiguo. El hombre, individualmente considerado, o la sociedad
humana, vista en su conjunto, era para los antiguos como un corcho que flota en
las aguas de un océano sin ribera. Un corcho que se mueve pero no avanza. Para
nuestra fe es esencial una afirmación: la historia avanza. En nuestros días y en
nuestra propia vida hay algo que está madurando. Llegará la cosecha.
1.2 El Apocalipsis anuncia la llegada de la cosecha. Es el tiempo de la verdad; el
tiempo para ver, no las hojas de las palabras, sino los frutos de las obras, según la
expresión de Santa Catalina de Siena. La verdad aparece, todo engaño queda atrás,
ninguna disculpa, ninguna retórica, ninguna publicidad es necesaria ni es posible: el
trigo ha madurado.
1.3 Cosecha de trigo y cosecha de uvas. Si Israel fue llamada "viña de Dios" (Is
5,1ss; Mt 21,33ss), es porque hay un fruto que se espera. Una cosecha que se
vuelve vino de fiesta o libación para el sacrificio. La imagen vigorosa de la hechura
del vino nos impacta: hay que despedazar las uvas, exprimirlas, sacar su sangre,
para que en esa sangre aparezca la verdad de la cosecha. Sólo en la sangre de las
uvas se sabe qué había en la viña. También el pueblo de Dios ha de prepararse a
ser oprimido y vejado como esas uvas, porque en su sangre, semejante a la del
Cordero Degollado, aparece su verdad más profunda. Los estudiosos ven en la
espantosa medida de sangre (cerca de 300 kilómetros) un modo de indicar una
matanza que cubriría la extensión entera de Palestina. Nadie escapará.
2. Una construcción en ruinas
2.1 Las palabras del Señor en el evangelio de hoy anuncian de otro modo una
devastación comparable: del hermoso templo, reconstruido con tanto esfuerzo, no
quedará "piedra sobre piedra". Aún el acto elemental de unir dos bloques de piedra
tendrá que someterse al escrutinio devastador de aquel día de la verdad desnuda.
2.2 Estas palabras, sin embargo, no son una invitación al pánico. Cristo nos quiere
despiertos y capaces de discernir; no ebrios de miedo, pues también esta ebriedad,
como la del licor o la de las preocupaciones, hace incapaz de percibir los "signos de
los tiempos". El Señor da por adelantado las señas precedentes, para que nadie lea
desde el rasero de sus propios problemas, o su capacidad sicológica de aguante, el
lenguaje de Dios en la historia. Su palabra no depende del tamaño de nuestro
miedo sino del tamaño de su designio, en el que se conjugan amor, sabiduría y
poder.
3. Comer de la Cosecha
3.1 El Apocalipsis nos habla del trigo maduro y de la última vendimia. Trigo para el
pan; uvas para el vino. ¿Cómo no recordar aquella noche última en que el Cuerpo
del Señor y su Sangre fueron ofrecidas como banquete último? Él mismo dijo: "de
ahora en adelante no beberé del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios"
(Lc 22,18).
3.2 Es posible que el sosiego del templo nos engañe. Tal vez podemos olvidar el
torrente de violencia humana y de piedad divina que entran en juego cada vez que
celebramos el Santo Sacrificio. El Pan que comulgamos palpita de gracia, y la Copa
arde de amor.
Fr. Nelson Medina, O.P.