PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO C.
Lc. 21, 25- 28. 34-36
"Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra,
angustias de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas,
muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán
sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y
entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y
gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la
cabeza porque se acerca vuestra liberación."
"Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el
libertinaje, por la embriaguez y por la preocupaciones de la vida, y venga
aquel Día de improvisto sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre
todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando
en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para
venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre."
CUENTO: LA VERDADERA PREPARACIÓN A LA NAVIDAD
Un día, Alfredo, despertó en una víspera de Navidad, muy contento, pues
una fecha muy importante estaba por llegar. Era el día del aniversario del
Niño Jesús y el día en que Papá Noel vendría de visita como todos los años.
Con sus cinco añitos, esperaba ansiosamente el caer de la noche, para
volver a dormir y espiar el zapato que estaba en el frente de la puerta, pues
no tenía árbol de Navidad. Se durmió muy tarde, para ver si conseguía
atrapar a aquel "viejito", pero como el sueño era mayor que su voluntad, se
durmió profundamente. En la mañana de Navidad, observó que su zapato
no estaba allí, y que no había regalo alguno en toda su casa. Su padre, sin
trabajo, con los ojos llenos de lágrimas, observaba atentamente a su hijo, y
esperaba tomar coraje para hablarle y decirle que su sueño no existía. Con
mucho dolor en el corazón lo llamó: - Alfredo, hijo mío, ¡ven aquí! - ¿Papá?
- ¿Que ocurre hijo? - Papá Noel se olvidó de mí... Hablando de eso, Alfredo
abrazó a su padre y los dos se pusieron a llorar, cuando Alfredo habló: - ¿El
también se olvidó de ti papá? – No, hijo mío. El mejor regalo que yo podría
haber ganado en la vida está en mis brazos, y quédate tranquilo pues yo sé
que Papá Noel no se olvidó de ti. - Pero todos lo otros niños vecinos están
jugando con sus regalos... El se olvidó de nuestra casa. - No se olvidó... El
regalo te está abrazando ahora y va a llevarte a uno de los mejores paseos
de tu vida.
Y así, los dos fueron a un parque y Alfredo jugó con su padre durante el
resto del día, regresando caída ya la noche. Llegando a casa muy
somnoliento, Alfredo fue para su cuarto y "escribió" para Papá Noel:
"Querido Papá Noel, yo sé que es demasiado tarde para pedir alguna cosa,
pero quiero agradecer el regalo que me diste. Deseo que todas las
Navidades que yo pase, hagas que mi padre olvide sus problemas y que él
pueda distraerse conmigo, pasando una tarde maravillosa como la de hoy.
Gracias por mi vida, pues descubrí que no es con juguetes que somos
felices, y sí con el verdadero sentimiento que está dentro de nosotros y que
Dios despierta en las Navidades. De quien te agradece por todo: Alfredo”.
Y se fue a dormir. Entrando al cuarto para dar las buenas noches a su hijo,
el padre de Alfredo vio la carta y a partir de ese día no dejó que sus
problemas afectasen la felicidad de ellos y comenzó a hacer que todos los
días fuesen Navidad para los dos.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Ya empiezan las calles y comercios de nuestras ciudades y pueblos a
llenarse de luces y adornos navideños que nos invitan a prepararnos
anticipadamente a la gran fiesta cristiana del Nacimiento de Cristo. Claro
que la finalidad de todas esas luces no es religiosa, sino comercial. Nos
invitan a prepararnos, comprando y consumiendo más y más.
Los cristianos no estamos exentos de esa propaganda y corremos el riesgo
de dejarnos invadir por esa fiebre consumista.
Para eso está el Adviento, para llamarnos la atención sobre nuestra vida,
muchas veces llena de ruidos y cosas materiales que nos impiden escuchar
la voz de Dios que clama en el desierto de nuestra rutina diaria y nos invita
a convertirnos y a sacudirnos la modorra de una fe cómoda y poco
comprometida.
Hoy la Palabra de Dios nos presenta la venida de Cristo en medio de
catástrofes humanas y cósmicas que producen cierto temor y pesimismo.
¿Es ahora ya el momento de esa venida?. Porque lo que sí hay son todo tipo
de catástrofes, guerras, violencia, injusticias, inundaciones, terremotos…¿O
esto ha habido siempre?. ¿Era la época en que se escribe este Evangelio o
la que te tocó vivir a Jesús mejor que la nuestra?. ¿Es la crisis actual una
señal del final inminente o del final de cierto mundo o modo de vida? Creo
que no. Así que no habrá que tomarse al pie de la letra eso del fin del
mundo y la llegada de Cristo. Porque entre otras cosas, ni el propio
Jesucristo sabía la fecha, según él mismo confesó.
Y es que el mensaje del Adviento no es un mensaje catastrofista, sino un
tiempo para la esperanza. En medio de cualquier situación humana, se cual
sea, no debemos desanimarnos, debemos mirar a Cristo que viene, que ya
está en medio de nosotros, que se camufla en el pobre y el necesitado, en
quien necesita de nuestro amor. Ahí reside la auténtica liberación que nos
trae Cristo, la felicidad que nos promete, el verdadero significado de la
Navidad.
Adviento nos llama a volvernos una vez más a Dios, a través de una mayor
vida de oración, de una más asidua participación en la Eucaristía y en la
comunidad cristiana, a través de una más auténtica solidaridad con los más
necesitados.
La verdadera preparación a la Navidad no consiste en pretender nuestras
vidas de muchas cosas materiales, de caer en la droga del comprar por
comprar, pensado quizá que en tener más consiste en ser más feliz.
Miremos desde ahora a Belén. Dejemos que desde este primer domingo
nuestras vidas se vuelvan hacia la estrella de luz que surge de aquel
sencillo pesebre.
Preparémonos como los personajes del cuento de hoy, que entendieron que
la verdadera Navidad, el verdadero regalo que podemos hacernos unos a
otros está en amarnos, en entregarnos más, en ser más justos y solidarios,
en descubrir y vivir los verdaderos valores que dan sentido a nuestras
vidas, en recuperar el amor de nuestras familias, en dar más alegría a
quienes nos rodean, en ser más amables con quienes se acercan a
nosotros.
Que la voz de Dios resuene en nuestras vidas. Hagamos espacio de silencio,
de oración, de escucha. Dios viene, Dios está entre nosotros. Somos
nosotros quienes debemos ir a El y reconocerlo, escucharlo y amarlo.
En este tiempo y en esta sociedad nuestra donde abunda mucho la risa, el
bienestar y el ruido, y también hoy el pesimismo a causa de la crisis, pero
no siempre la alegría verdadera y la felicidad, más que nunca es actual el
mensaje sencillo, humilde, alegre y solidario de la Navidad.
Nosotros, los cristianos, somos los primeros que tenemos que dar ejemplo y
convencer a los demás de la verdadera celebración de la Navidad. ¡FELIZ
COMIENZO DEL ADVIENTO PARA TODOS!.