Servidores de la alegría
La gran pregunta que nos podemos hacer hoy es, ¿Somos felices? ¿Es feliz nuestra
juventud con todas las máscaras y sucedáneos que usa como conjuro de distracción?
¿Son felices los ricos? Un teólogo contemporáneo se pregunta: “¿Por qué no se suicidan
los Pobres?” y aado: ¿Por qué el mayor índice de suicidios se da en los países ricos?
La alegría no es asunto de selección entre cristianos y cristianas. Es cuestión de
identidad. Y si se le quiere dar mayor dinamismo, es una opción radical, profunda que
va en sintonía con la fe o de la mano con la esperanza. San Pablo nos lo dice con
imperativo categrico: “Estén alegres, se los repito, estén alegres en el Seor”. Es bueno
notar que no dice ´estén alegres con el Señor o por el Señor´, sino “en el Seor”.
La raíz de nuestra alegría entonces, no son las cosas, los acontecimientos, el éxito, un
estado anímico, sino “el Seor”, su espíritu, su fuerza como entorno, como hábitat,
como razón, como ser y estar en Él. Es su vida la que da esta vivencia que llamamos
identidad en los creyentes en Cristo: La alegría. Sofonías lo afirma: “Su amor nos
renueva”. La razn, “porque está cerca”.
En el evangelio la gente pregunta a Juan: “¿Qué tenemos que hacer?” Es la inquietud
que desborda las fronteras de nuestra felicidad. Juan los va llevando según sus roles en
la sociedad desde un único parámetro: La responsabilidad con los demás, la justicia, el
deber. La alegría está dentro de nosotros, es la verdad de nuestro ser, es la manera
simple como construimos nuestras relaciones y las cualificamos. Sólo así seremos
“servidores de la alegría”.
Cochabamba 16.12.12
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com