Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo C, Adviento,
Domingo de la Semana No. 1
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Suscitaré a David un vástago legítimo * A ti, Señor,
levanto mi alma. * Que el Señor os fortalezca internamente, para cuando
Jesús vuelva * Se acerca vuestra liberación
Textos para este día:
Jeremías 33, 14-16:
"Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que cumpliré la promesa que hice a la
casa de Israel y a la casa de Judá.
En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo, que hará
justicia y derecho en la tierra.
En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán
así: "Señor-nuestra-justicia"."
Salmo 24, 4bc-5ab. 8-9. 10 y 14:
Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con
lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.
El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a
los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y
sus mandatos. El Señor se confía con sus fieles y les da a conocer su alianza. R.
1 Tesalonicenses 3, 12-4, 2:
Hermanos: Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a
todos, lo mismo que nosotros os amamos.
 
Y que así os fortalezca internamente, para que, cuando Jesús, nuestro Señor,
vuelva acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante
Dios, nuestro Padre.
En fin, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: habéis aprendido de
nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante.
Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.
Lucas 21, 25-28. 34-36:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habrá signos en el sol y la luna y las
estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del
mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante
lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra
liberación.
Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la
vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre
todos los habitantes de la tierra.
Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por
venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre."
Homilía
Temas de las lecturas: Suscitaré a David un vástago legítimo * A ti, Señor,
levanto mi alma. * Que el Señor os fortalezca internamente, para cuando Jesús
vuelva * Se acerca vuestra liberación
1. "Vienen Días...", el Ejercicio de la Esperanza
1.1 Con la celebración de hoy iniciamos el tiempo litúrgico del Adviento. Las
lecturas de este domingo, así como todas las de este tiempo, son una enseñanza
profunda, coherente y bella sobre la esperanza en su sentido más alto y más
vigoroso. Hemos de prepararnos entonces para descubrir la riqueza que se anuncia
en eso que parece tan sencillo a veces y tan difícil otras veces: esperar.
1.2 La primera lectura nos da una clave: "vienen días." Hay adviento allí donde hay
una mirada al futuro. Cuando nos quedamos mirando sólo al tiempo pasado
llegamos a volvernos incapaces de dar un rumbo a nuestra vida, como también
sucede al manejar un auto: no es posible conducir hacia delante mirando sólo el
espejo retrovisor. Y la vida, queramos o no, sigue, va hacia delante. El adviento es
mirada hacia lo que viene.
1.3 Pero no esperamos cualquier clase de día. Los días no vienen por sí solos. Hay
Alguien que nos envía los días que vienen, hay Alguien que le da color y calor a la
Historia. Tal es el núcleo de la fe judía y de la fe cristiana en cuanto ancladas en un
mundo real y humano: hay Alguien que anuncia los días, pues hemos escuchado:
"Vienen días, dice el Señor."
1.4 Podemos decir más: Aquel que con su palabra que anuncia un futuro es Aquel
que con su palabra selló con su promesa nuestro pasado. La Historia, pues, tiene
una cadencia, una dirección que va de la promesa al cumplimiento. La promesa
está en el pasado; el cumplimiento está en el futuro. ¿Y en el presente? El presente
se posa en la cuerda tensa que va de la promesa al cumplimiento, y cuando se ha
posado en esa línea de fuerza y de vida se llama ESPERANZA.
1.5 ¿Y qué anuncia Dios para ese tiempo nuevo? Con ser tan breve el texto de la
primera lectura, hay por lo menos cuatro cosas que encontramos ahí. Dios anuncia
el restablecimiento de la Casa de David, la práctica de la justicia en la tierra, la paz
para Jerusalén y la llegada de la salvación. Estas cuatro claves, que conforman
como un "programa", nos orientan también sobre lo que será el tiempo del
Adviento, desde estos anuncios más generales hasta la concreción en Cristo de toda
nuestra esperanza y nuestra alegría.
2. Aprender a Esperar
2.1 La segunda lectura está tomada de uno de los primeros documentos del Nuevo
Testamento, tal vez el primero de todos en ser redactado. Y este dato es
importante, porque sabemos bien que aquella primera generación de cristianos
vivió de un modo singularmente intenso la esperanza. Aguardaban ellos el pronto,
casi inmediato retorno de Cristo. Tal es el clima en el que surge esta Primera Carta
a los Tesalonicenses.
2.2 En ese sentido, la segunda lectura de este domingo nos ofrece un perfil interior
del alma cristiana en actitud de genuina esperanza. Entresaquemos algunos rasgos
que servirán para nuestra propia preparación espiritual en este adviento.
2.3 Pablo insiste en primer lugar en el amor mutuo. Y esto es interesante, porque
de entrada quita la idea de una esperanza individualista, que sólo puede ser hija de
una falsa idea de la salvación como un acto que sucede en solitario, aislado de la
comunidad: "Dios y yo en una botella." Toda esperanza genuina brota del deseo de
un bien que nos llega de la Comunidad y apunta a un bien que se anhela para la
Comunidad. Lo demás, no viene del Espíritu de Jesús.
2.4 La segunda enseñanza del apóstol es la sobriedad. La conciencia del retorno del
Señor es una invitación a tomar en serio toda su palabra, todo su legado, toda la
fuerza de su luz. Es hacer conciencia de la gracia que ha bendecido nuestro pasado
y la gloria que él anuncia para nuestro futuro.
3. Oración y Vigilancia
3.1 El evangelio, por su parte, nos trae el llamado apremiante de Cristo, en el
contexto de la conmoción universal que habrá de preceder a su retorno glorioso.
3.2 De ahí aprendemos varias cosas. Primero, que el adviento es algo más que la
preparación para recordar la Navidad. De hecho, el tiempo litúrgico del adviento
tiene dos fases bien diferenciadas, como hemos comentado en otras ocasiones: la
primera, que empieza este domingo, en realidad mira al retorno de Cristo, es decir
a su llegada definitiva; la segunda, que empieza en la semana anterior a la
Navidad, sí se centra en las circunstancias propias del nacimiento de Nuestro
Señor, como una "prenda" que afianza nuestra esperanza en el cumplimiento
definitivo de las promesas.
3.3 Aprendemos también en este evangelio que, así como hay una historia marcada
por la esperanza, que es la de los genuinos creyentes, hay también "historias", en
un plural de disolución y confusión, que van selladas por la distracción y la
dispersión. Cristo es claro: "el exceso de comida, las borracheras y las
preocupaciones de la vida" pueden atontarnos, dispersarnos, distraernos hasta un
punto en que ya no reconocemos ni la presencia de sus bendiciones ni la promesa
de su salvación. Para quienes llegan a este estado, el retorno de Cristo será como
una "trampa."
3.4 De ahí los dos grandes consejos que protegen el don de la esperanza: orar y
vigilar. Si recordamos, fueron también las dos recomendaciones de Cristo en el
Huerto de Getsemaní. Aquella ocasión nos decía: "vigilad y orad" (Mc 14,38); hoy
nos dice: "estén atentos, pues, y oren en todo tiempo" (Lc 21,36). Hay algo
profundo aquí: el adviento de la Iglesia, aunque marcado con una alegría inmensa,
tiene también su aspecto de "Getsemaní." Mientras aguardamos al Señor, de algún
modo hemos de recorrer el camino que él anduvo y participar de su pasión para
acoger con pleno corazón su pascua.
Fr. Nelson Medina, O.P.