PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO (C)
(Lucas, 21, 25-36)
- El Adviento es: el Prólogo de una venida, la preparación de una
espera.
Y…, ¿Quien es el que llega y cómo prepararle la venida?
- La Navidad celebra la venida de Jesús. Es cierto que Cristo no
va a nacer y a Encarnarse de nuevo esta Navidad. Pero, para los
cristianos tampoco es un mero recuerdo nostálgico de su primera
venida. El recuerdo y las circunstancias de la 1ª Navidad, quiere
la Iglesia que nos sirvan, tanto para avivar en nosotros esa
personal venida que El quiere realizar en la vida de cada uno de
nosotros, como para prepararnos a esa segunda venida, en gloria
y majestad, de la que nos habla El en el Evangelio de hoy.
- El Señor nos avisa. No quiere que estemos desprevenidos. El
Adviento, por tanto, hemos de interpretarlo como una llamada a
la vigilancia y a preparar los caminos del Señor. Esa otra venida,
al fin del mundo, se realizará, en cada uno de nosotros, el día de
nuestra muerte. Y con ella terminará para nosotros tanto esta
vida, cómo el tiempo de merecer delante de Dios. Por eso el
Señor nos advierte:
“Tened cuidado, no se os embote la mente con el vicio, la
bebida y lo agobios de la vida y se eche de repente aquel
día”. (Lucas 2, 24)
- No son palabras tremendistas del Señor para meternos el
corazón en un puño. Son amorosas advertencias de un Padre que
nos conoce bien, nos ama y sabe con que facilidad nos olvidamos
de lo importante, de lo trascendente, de lo definitivo ofuscados
por las preocupaciones de la vida presente.
- Mirar las cosas con realismo cristiano nos ayudará a ser
objetivos y a valorar las cosas con los inmejorables e indefectibles
criterios de Dios:
“Me quedé sin un pulmón, - me decía un día un amigo al que
le habían extirpado un pulmón - pero he salido enriquecido
espiritualmente”.
La enfermedad le encendió el “ chips” que le cambió la jerarquía
de valores.
- Aprovechemos nosotros estos silbidos amorosos del Señor que
nos proporciona el Adviento para aprender a juzgar los
acontecimientos de nuestra vida con ojos de Dios, sin tener
necesidad de “perder un pulmón”
- Sería la mejor manera de vivir el Adviento: servirnos de esa
espiritual “venida del Señor” en la Navidad para prepararnos a su
venida definitiva, reaccionando y mejorando esa vida ramplona
que nos hace insensibles a las cosas de Dios.
Padre Guillermo Soto Burgos