Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Esquema 1: Adviento,
Semana No. 1, Lunes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: El Señor reúne a todas las naciones en la paz eterna del
reino de Dios * Vamos alegres a la casa del Señor. * Vendrán muchos de oriente y
occidente al reino de los cielos
Textos para este día:
Isaías 2,1-5:
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días
estará firme el monte de la casa del Señor, en la cima de los montes, encumbrado
sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos.
Dirán: "Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos
instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la
ley, de Jerusalén, la palabra del Señor."
Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas
forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra
pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz
del Señor.
Salmo 121:
¡Qué alegría cuando me dijeron: / "Vamos a la casa del Señor"! / Ya están pisando
nuestros pies / tus umbrales, Jerusalén. R.
Allá suben las tribus, / las tribus del Señor, / según la costumbre de Israel, / a
celebrar el nombre del Señor; / en ella están los tribunales de justicia, / en el
palacio de David. R.
Desead la paz a Jerusalén: / "Vivan seguros los que te aman, / haya paz dentro de
tus muros, / seguridad en tus palacios." R.
 
Por mis hermanos y compañeros, / voy a decir: "La paz contigo." / Por la casa del
Señor, nuestro Dios, / te deseo todo bien. R.
Mateo 8,5-11:
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
"Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho." Jesús
le contestó: "Voy yo a curarlo." Pero el centurión le replicó: "Señor, no soy quien
para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará
sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le
digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace."
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: "Os aseguro que en
Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente
y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos."
Homilía
Temas de las lecturas: El Señor reúne a todas las naciones en la paz eterna del
reino de Dios * Vamos alegres a la casa del Señor. * Vendrán muchos de oriente y
occidente al reino de los cielos
1. Jerusalén, una casa para todos los pueblos
1.1 La primera lectura nos presenta una hermosa visión de la ciudad santa,
Jerusalén, como centro bendito de peregrinación de todos los pueblos. Es como un
Babel al revés: si en aquella ocasión de un punto todos salieron sin poder
entenderse y se alejaron unos de otros, ahora de todos los puntos sale un solo
clamor, surgen un solo anhelo, nace un solo lenguaje, de camino hacia una misma
meta: Jerusalén. Jerusalén es Babel vencida, como ya nos lo enseñó el Apocalipsis
en los ecos de la última semana del año litúrgico pasado.
1.2 Jerusalén es así el centro del mundo. Mas hay un centro en la misma Jerusalén:
el templo; y hay un corazón en el templo: la ley, la palabra del Señor. La
peregrinación universal hacia Jerusalén no es la búsqueda de un lugar turístico sino
es la expresión del hambre profunda que todo ser humano tiene por eso que sólo
puede saciarse con la Palabra de Dios. En el fondo todos vienen a la misma ciudad
porque a todos les empuja una misma necesidad y les convoca una misma hambre:
hambre de la luz, de la verdad, de la vida.
2. Una perspectiva universal
2.1 Es interesante ver que nuestros alimentos pueden separarnos, nuestros gustos
pueden apartarnos, nuestras preferencias pueden levantar barreras, mientras que
los dolores, las necesidades y el hambre nos reúnen. Un judío con hambre padece
algo muy semejante a un pagano con hambre; un musulmán enfermo tiene un
rostro muy parecido a un ateo enfermo; un budista cansado no camina muy distinto
de un protestante cansado. Reconozcámoslo, de manos de la Biblia: nuestras
apetencias nos pueden separar, pero las indigencias nos pueden unir. La unidad,
pues, no viene por vía de consensos o negociaciones sino por vía de descubrir
nuestras miserias.
2.2 Esa es precisamente la grandeza del mensaje de Cristo. Nuestro Señor ha
centrado todo su mensaje y toda su vida en la atención de las miserias físicas y
espirituales del ser humano. Por eso él, sin dejar de ser localizable en el tiempo y el
espacio, trasciende con su amor eficaz y con su servicio maravilloso al tiempo y el
espacio. Es lo que él mismo anuncia en el evangelio que oímos hoy: "vendrán
muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el
banquete del Reino de los cielos" (Mt 8,11). ¡Qué distancia insalvable parecía
separar a este centurión romano de aquellos judíos celosos de sus observancias
legales! Mas el dolor de él ante la enfermedad de su amigo es un dolor que puede
darse en cualquier cultura, raza o lengua. Al abrir una puerta en su corazón para
atender al dolor como tal Jesús se hace universal; Jesús inaugura un modo
fantástico de amar que va más allá de las fronteras siempre estrechas de las razas,
etnias e incluso de las religiones.
3. El Banquete del Reino
3.1 Jesús, viendo la fe del centurión, alude al banquete del Reino de Dios. ¡Qué
grande nos parece la Eucaristía leída en este contexto! No es menos que la oferta
de un amor capaz de responder al lenguaje universal, que, como hemos aprendido
hoy, es el de los dolores, indigencias, necesidades. Cristo en la Eucaristía es el pan
que sacia todo anhelo, que responde a toda pregunta, que serena toda inquietud.
Pan para todos, aunque por ahora no todos lo conozcan, no todos lo valoren, no
todos lo adoren.
3.2 Con estas lecturas, pues, la Iglesia nos empieza a formar en el estilo del
adviento. Una y otra vez seguiremos el esquema que hemos encontrado hoy: Cristo
pre-anunciado en los profetas, sobre todo Isaías; el cumplimiento de esa profecía
en el Evangelio; la actualización de esa vida en la Eucaristía. ¡Bendito tiempo que
así nos educa en la esperanza!.
Fr. Nelson Medina, O.P.