IV Domingo de Adviento. C
La fe nos abre al otro
La Palabra: “María se puso en camino” (Evangelio).
1. Gracias a los sofisticados medios técnicos cuyos avances no cesan, hoy el mundo
es como “una aldea” donde todos estamos relacionados con todos por mucho que
las fronteras nacionales todavía se resistan. Sin embargo, da la impresión de que, a
pesar de estas posibilidades, todavía corremos el peligro de establecer relaciones
entre los pueblos y dentro de nuestro mismo pueblo cubano, regidos por la ley del
más fuerte, tratando siempre de guardar la ropa, resolviendo como podemos
nuestros problemas personales y familiares, mirando a los demás con recelo. ¿Nos
dice algo la fe cristiana en esta situación?
2. Jesús de Nazaret es “el Primogénito de los creyentes”, y María de Nazaret es la
primera discípula de Jesús. Isabel la felicita: “dichosa tú porque has creído”, te fías
y confías en la Palabra de Dios. Con su género literario peculiar, los evangelios
describen la anunciación a María mediante un ángel llamado Gabriel; sin duda, la
elegida para ser madre del Mesías experimentó de forma singular esa cercanía de
Dios y se abri￳ a su presencia incondicionalmente. A la “llena de gracia”
corresponde “la pobre del Se￱or”. Pero el encuentro o la experiencia de fe que vivi￳
aquella mujer tuvo un efecto inmediato: ponerse en camino. La fe cristiana, lejos
de instalarnos, nos saca de nuestra tierra y nos abre incondicionalmente a los
demás. Nuestra vocación cristiana es construir la fraternidad que no es realidad
estática, sino un dinamismo de comunicación sin exclusiones de ningún tipo.
3. María no salió de su casa para ir de vacaciones. Tampoco para visitar a una
familia rica de la que pudiera recibir chavitos, ni a una familia de influencia política
que le abriera las puertas para conseguir un puesto rentable. Su intención nada
tuvo que ver con la lógica de muchos, incluidos los medios de comunicación, que
generalmente sirven a los intereses del que paga. María salió de su casa para
ayudar a otra mujer necesitada. Cuando hace años, iba yo con frecuencia por el
Fanguito, donde está enclavada la iglesia de Jesús Obrero, celebraba la sencillez y
la solidaridad de aquella gente, con pocos recursos económicos, pero muy
comunicativa y dispuesta siempre a compartir lo poco que tenía. Con esa gente
económicamente pobre daba gusto hablar y entendían muy bien el Evangelio:
estamos llamados a comunicarnos, saliendo de nuestra instalación y poniéndonos
siempre en camino hacia el otro que nos necesita.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net