XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
"Caminad mientras tenéis la luz, para que no os sorprendan las tinieblas"
Dn 12,1-3: "Por aquel tiempo se salvará tu pueblo"
Sal 15,5 y 8.9-10.11: "Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti"
Hb 10,11-14.18: "Con una sola ofrenda ha perfeccionado para
siempre a los que van siendo consagrados"
Mc 13,24-32: "Reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos"
— La expresión "los inscritos en el libro", del profeta Daniel podría referirse no solo
a los que soporten los malos tiempos próximos, sino también a todos aquellos que
conozcan y acepten los nuevos tiempos, los mesiánicos. Además el texto sostiene
que "los que enseñaron a muchos la justicia", esto es, el camino de Dios, "brillarán
toda la eternidad".
La afirmación fundamental de la perícopa es la aparición del "Hijo del hombre".
También con ecos de la literatura de Daniel, se dirige a los ángeles para que
"reúnan sus elegidos de los cuatro vientos".
La vigilancia es una actitud ante lo que se le viene encima al mundo. Por eso se
exhorta a ella mediante tantas comparaciones. E insiste en la vigilancia permanente
por la afirmación postrera: "Nadie lo sabe".
Para quienes tienen la mirada puesta en las próximas horas como máximo, les
resulta verdaderamente incómodo plantearse perspectivas de futuro. Lo que
preocupa es lo inmediato. Y todo lo que no sea eso, es complicarse porque ¡ya
llegará! La mirada hacia el mañana, que para muchos ofrece incertidumbre e
inseguridad, no tiene por qué ser así siempre. Nosotros vivimos tiempos que tal vez
parezcan temibles y no lo son tanto.
— El glorioso advenimiento de Cristo, esperanza de Israel:
"Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente (aun
cuando a nosotros no nos «toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el
Padre con su autoridad») (Hch 1,7). Este advenimiento escatológico se puede
cumplir en cualquier momento, aunque tal acontecimiento y la prueba final que le
ha de preceder estén «retenidos» en las manos de Dios" (673, cf. 674, 1038,
1039, 1040).
— "Cristo, el Señor, reina ya por la Iglesia, pero todavía no le están sometidas
todas las cosas de este mundo. El triunfo del Reino de Cristo no tendrá lugar sin un
último asalto de las fuerzas del mal" (680).
— Carácter escatológico de la oración:
"En la Eucaristía, la Oración del Señor manifiesta también el carácter escatológico
de sus peticiones. Es la oración propia de los «últimos tiempos», tiempos de
salvación que han comenzado con la efusión del Espíritu Santo y que terminarán
con la Vuelta del Señor. Las peticiones al Padre, a diferencia de las oraciones de la
Antigua Alianza, se apoyan en el misterio de salvación ya realizado, de una vez por
todas, en Cristo crucificado y resucitado" (2771; cf. 2772).
— "Cristo, Dios nuestro e Hijo de Dios, la primera venida la hizo sin aparato; pero
en la segunda vendrá de manifiesto. Cuando vino callando, no se dio a conocer más
que a sus siervos; cuando venga de manifiesto, se mostrará a buenos y malos.
Cuando vino de incógnito, vino a ser juzgado; cuando venga de manifiesto, ha de
ser para juzgar. Cuando fue reo, guardó silencio, tal como anunció el profeta: «No
abrió la boca como cordero llevado al matadero». Pero no ha de callar así cuando
venga a juzgar. A decir verdad, ni ahora mismo está callado para quien quiera
oírle" (San Agustín, In Ps 49, Serm 18).
Anunciándonos el Jucio al final de los tiempos, Jesús nos invita a dejarnos juzgar
ahora por su Evangelio.
Con permiso de Almudi.org