IV Domingo de Adviento, Ciclo C
Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
«Enviad cielos vuestro rocío»
I. LA PALABRA DE DIOS
Mi 5, 2-5a: «De tí saldrá el jefe de Israel».
Sal 79, 2 y 3. 15-16. 18-19. «Oh Dios, restáuranos».
Hb 10, 5-10: «Aquí estoy para hacer tu voluntad».
Lc 1, 39-45: «¿Quién soy yo para que me visite la madre de
mi Señor?».
II. LA FE DE LA IGLESIA
«Dios envió a su Hijo» pero para «formarle un cuerpo» quiso la libre cooperación de
una criatura. Para ésto desde toda la eternidad, Dios escogió para ser la Madre de
su Hijo a una hija de Israel (488). A lo largo de toda la antigua alianza, la misión de
María fue preparada por la misión de algunas santas mujeres (489).
«La misión del Espíritu Santo está siempre unida y ordenada a la del Hijo. El
Espíritu Santo fue enviado para santificar el seno de la Virgen María y fecundarla
por obra divina» (485).
III. TESTIMONIO CRISTIANO
«En verdad, Virgen Santísima, que tu alabanza supera toda alabanza, por haberse
encarnado Dios en Tí...» Por Tí hoy llena de gracia, es conocida en la tierra la
Trinidad beatísima (S. Pedro Damiano. Sermón 44; PL. 144, 738 ss.)
Dichosa María que unió virginidad, fecundidad y humildad. «Venerad, pues, los
casados la integridad y pureza de aquel cuerpo mortal; admirad vosotras vírgenes
consagradas, la fecundidad de la Virgen; imitad, hombres todos, la humildad de la
Madre de Dios; honrad ángeles santos a la Madre de vuestro Rey...a cuya dignidad
sea dada toda gloria y honor». (S. Bernardo. Homilía I, sobre el «Missus est»).
IV. SUGERENCIAS PARA EL ESTUDIO DE LA HOMILÍA
A. Apunte bíblico-litúrgico
En el texto del Profeta Miqueas se anuncia al Mesías «Jefe de Israel» que
«pastoreará con la fuerza del Señor» y realizará la unión de todos los hombres.
María, después del anunio del Angel, se entregó a Dios: «Hágase en mi según tu
voluntad». Inmediatamente después: «fue a prisa a la montaña». Y se entregó al
servicio de su prima.
El Hijo de Dios, encarnado ya en sus entrañas, dice al Padre: «Aquí estoy para
hacer tu voluntad» ... conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la
oblación del Cuerpo de Cristo (Segunda lectura). Se entregó al Padre y se hizo
servidor de todos los hombres.
El «fruto bendito» del vientre de María llenó de Espíritu Santo a Isabel y a la
criatura de su vientre, Juan. Lo cual nos estimula a pedir a Dios, contemplando a
toda la humanidad, «Oh Dios, restáuranos que brille tu rostro y nos salve» (Sal
79). Que se muestre hoy al hombre el fruto bendito de la Virgen María.
B. Contenidos del Catecismo de la Iglesia Católica
La fe:
«El Espíritu Santo vendrá sobre tí»: 484-489.
La respuesta:
La oración de la Virgen María: 2617-2619.
C. Otras sugerencias
La celebración del IV Domingo de Adviento nos invita a prepararnos a la gran fiesta
de Navidad unidos a María y con el mismo espíritu de adoración y alabanza
que manifestó ella en el Magníficat.
Exige de nosotros, además, un compromiso para imitar el gesto de caridad que Ella
tuvo con su prima Santa Isabel, en el día a día de nuestra existencia,
haciéndonos solidarios de nuestros hermanos más necesitados.
Con permiso de Almudi.org