EL BORDADO TIENE UN NOMBRE: INMACULADA
Padre Javier Leoz
1.- En cierta ocasión se juntaron un grupo de científicos para analizar la belleza y la
pureza de una excepcional seda enriquecida con diversos oros. Vinieron desde
continentes distintos; desde países lejanos en culturas, tradiciones y formas de
vida.
Una vez que se pusieron manos a la obra habrían de definir entre todos “aquel
misterio” tan extraordinario que guardaba aquel tejido: estaba resplandeciente
como en el momento de su confección, limpio como en sus primeros días, sin
fisuras y perfecto en sus colores y líneas.
Después de muchas disquisiciones, todos y por unanimidad, llegaron a la conclusión
que la construcción del bordado, debido a su calidad y a su oro, inexplicablemente
había resistido al paso de los siglos: era algo sencillamente extraordinario tan único
en su género que hubiera parecido ser tejido y bordado por las manos del mismo
Dios.
2.- Hoy es la fiesta de la Inmaculada Concepción:
María es ese bordado que escapa a toda racionalidad humana. Antes y después
sigue siendo una criatura limpia porque, el mismo Dios, la dejó y la quiso intacta,
resplandeciente, pura y bella. Aunque su dogma fuera declarado no hace mucho
tiempo, todo es poco para expresar lo que desde muchos siglos el pueblo cristiano
y sencillo sintió de antemano: ¡INMACULADA DESDE SIEMPRE!
María, en su Inmaculada Concepción, es aquella mujer privilegiada cuyo “SI” en
Nazaret sigue resonando con emoción e intensidad: “Hágase en mí según tu
palabra” (Lc 2)
María es aquella joya que lejos de ser estudiada por la ciencia (que todo lo
racionaliza, lo enfría y hasta lo frivoliza) se nos presenta abierta en cuerpo y alma a
lo que siempre es un posible para Dios: “Has encontrado Gracia ante El”
María es aquella que escucha y atiende, oye y practica dejando que gima en su
interior el rostro humanado de Dios.
María es aquella seda que tira, y nunca se rompe, hacia el espíritu cristiano de la
navidad. Nos empuja hacia ese Jesús que se hará presente en la noche más dichosa
y esperada del año
María es aquel bordado pensado y meditado por Dios desde hace muchos siglos en
cuyo bastidor aparecen desde el principio, y para que no exista confusión, las
iniciales de Jesús hombre y salvador.
María es aquel resultado final donde resplandece el auténtico sentido de la Navidad:
Dios se hace hombre en el seno virginal de una nazarena
María es la sencillez encarnada. Ha sido, y lo sigue siendo, el clamor popular junto
con los impulsos del corazón creyente lo que nos hace gritar a los cuatro vientos
que no hay nada parecido a esta mujer que, aun viviendo un tiempo en la tierra,
sigue brillando y destellando en lo más alto del cielo.
María, en su pureza, pone al descubierto esas otras coordenadas de corrupción y de
desencanto, de lodos y de hipocresías, de soberbias y de humillaciones, de muertes
y de esclavitudes que nos rodean y hasta nos confunden. Precisamente por esto
último, hay una parte del mundo que vivirá al margen de esta celebración mariana,
porque no le interesa interpelarse sobre tanta zafiedad en la que le gusta nadar,
presumir e incluso pavonearse.
3.- Todos hemos sido testigos en varias ocasiones como los atletas de natación,
antes de zambullirse en el agua, cogen fuerza e impulso en el trampolín. A mí se
me ocurre que, María, en este tiempo de adviento se convierte en plataforma donde
Dios se hizo hombre como nosotros. Donde el hombre coge altura para llegar a
Dios. Donde Cristo se reviste de nuestra humanidad para descender hasta el mismo
hondón donde nos encontramos.
¡Bendita la Navidad que llega! La necesitamos para calmar aguas, oleajes y hasta
aquellas tormentas que nos impiden vivir con la misma tesitura, transparencia y la
misma felicidad con que lo hizo María. En este tiempo en el que tanto se habla de
desahucios, hay uno que no es menos grave: el desahucio espiritual. Aquel en el
que el hombre aleja de sí mismo ese rincón, el alma, en el que puede aprender a
ser feliz si cuenta con Dios. Como lo hizo María.
Que en este Año Santo de la Fe, aprendamos a vivir con intensidad este tiempo de
adviento de la mano de la Madre.
4.- LO MEJOR DE MARÍA
Lo mejor de María:
Su amor
El empuje de su amor:
Su sencillez
Lo mejor de su sencillez:
Su alma
El movimiento de su alma:
Su obediencia
Lo mejor de su obediencia:
Su “si”
Lo grande de su si:
Jesús
El regalo de Jesús:
Dios
La locura de Dios:
que es nuestro Padre
lo mejor del Padre:
que nos da la Salvación
El fruto de la Salvación:
la Eternidad
lo mejor de la Eternidad:
Ver a Dios
¿Ver a Dios? ¡Si!
y, con María, primero, en Belén
¿En Belén? ¡Si! pronto, con María:
con los ojos de su pureza
con las manos de su delicadeza
con la fortaleza de su fe
con la humildad de su persona
con el gemido de sus entrañas
¿Ver a Dios? ¡Si!
con la sonrisa de una Virgen
que, por ser Inmaculada,
es agua y es espejo donde se refleja
el Amor de todo un Dios que, rebajándose,
cae de lleno a la tierra.
Amen