I Semana de Adviento
Sabado
Ser instrumentos de Dios. El Señor se apiada a la voz de nuestro gemido:
Jesús, al ver a las gentes, se compadecía de ellas…
“Jesús recorría todas las ciudades y aldeas enseñando en sus
sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda
enfermedad y toda dolencia. Al ver a las multitudes se llenó de
compasión por ellas, porque estaban maltratadas y abatidas como
ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: La mies
es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies
que envíe obreros a su mies. Habiendo llamado a sus doce
discípulos, les dio poder para arrojar a los espíritus inmundos y para
curar toda enfermedad y toda dolencia. Id y predicad
diciendo que el Reino de los Cielos está al llegar. Curad a los
enfermos, resucitad a los muertos, sanad a los leprosos, arrojad a
los demonios; gratuitamente lo recibisteis, dadlo gratuitamente”
( Mateo 9,35—10,1.6-8) .
1. –“ Jesús recorría todas las ciudades y villas, enseñando en
sus sinagogas”. No sólo te gusta enseñar en aire abierto, Señor, veo que
también te acomodas al uso de tu gente, el sábado en la sinagoga. -
Predicando la "buena" nueva del reino de Dios y curando toda
dolencia ”. Nos liberas de lo que oprime al hombre, en su inteligencia con
las mentiras que impiden encontrar la verdad, y en el cuerpo con muchas
dolencias. Te pido con el padrenuestro: “Venga a nosotros Tu reino”.
-“ Y al ver aquellas gentes, se apiadó entrañablemente de ellas,
porque estaban malparadas, y decaídas como ovejas sin pastor ”. Así
ve Jesús la humanidad: una muchedumbre desencantada, desfallecida... sin
verdaderos guías ni buenos pastores que la conduzcan a verdes pastos. El
Profeta Ezequiel había acusado a los pastores oficiales, a todos los que
mandan, de no apacentar el pueblo, sino a sí mismos... Y dice Jesús: -“ La
mies es abundante, mas los obreros pocos”... Señor, ves la humanidad
como un campo de trigo en sazón ondulante al soplo del viento. La
inmensidad del trabajo te lleva a que nos pides que recemos para que
vengan colaboradores tuyos. Que con esperanza recemos pues eso lo
concede Dios de lo alto: « La mies es mucha y los obreros pocos.
Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies ». Hoy
seguimos con esta oración, al ver a tantos desorientados, como ovejas sin
pastor, buscando con ansia la felicidad, en formas a veces equivocadas que
después de la euforia dejan un rastro de abatimiento, soledad,
desconfianza, egoísmo. ¡Qué grande es la libertad, cuando todo un Dios la
ha de respetar aún a costa de tanto sufrimiento! Dios necesita de nuestra
libertad...
-“ Y habiendo convocado a sus doce apóstoles, les dio potestad
sobre los espíritus inmundos, para lanzarlos y para sanar toda
dolencia y toda enfermedad… a éstos envío Jesús diciendo: … id y
predicad… sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos,
lanzad demonios ”… el Se￱or desea hacernos instrumentos suyos para
obrar milagros: “Dar luz a los ciegos –decía san Josemaría-: ¿Quién no
podría contar mil casos de cómo un ciego casi de nacimiento recobra la
vista recibe todo el esplendor de la luz de Cristo? Y otro era sordo, y otro
mudo, que no podían escuchar o articular una palabra como hijos de Dios...
Y se han purificado sus sentidos, y escuchan y se expresan ya como
hombres, no como bestias. « In nomine Iesu !», en el nombre de Jesús sus
Apóstoles dan la facultad de moverse a aquel lisiado, incapaz de una acción
útil; y aquel otro poltrón, que conocía sus obligaciones pero no las
cumplía... En el nombre del Señor, « surge et ambula !», levántate y anda.
”El otro, difunto, podrido, que olía a cadáver, ha percibido la voz de
Dios, como en el milagro del hijo de la viuda de Naím: « muchacho, yo te lo
mando, levántate ». Milagros como Cristo, milagros como los primeros
apóstoles haremos. (... ) Si amamos a Cristo, si lo seguimos sinceramente,
si no nos buscamos a nosotros mismos sino sólo a Él, en su nombre
podremos transmitir a otros, gratis, lo que gratis se nos ha concedido”.
Y enseñar: ayudar a los demás es el arte de las artes (diríamos
corrigiendo a Aristóteles, para quien era la política), como decía S. Juan
Cris￳stomo: “﾿qué hay comparable con el arte de formar un alma, de
plasmar la inteligencia y el espíritu de un joven?”. Es darles formaci￳n, en
sus diversos aspectos: humano, doctrinal, profesional, espiritual y
apostólico, y esto pone a esas personas en disposición de atender a su vez
la llamada divina, y multiplicar los resultados: “ Quien escasamente
siembra, cosechará escasamente; y quien siembra a manos llenas, a
manos llenas recogerá ” (2 Cor 9, 6). Como en el grano de mostaza,
habrá resultados insospechados, sobre todo cuando surge la confianza y la
confidencia tan necesaria para abrir el alma y salir de su soledad, una cierta
orientación espiritual, pedir consejo, palabra que estimula, etc. En
definitiva, querer con los sentimientos que albergan el corazón de Jesús y
de su Madre, mirar al prójimo con sus ojos.
-“ A los doce apóstoles, que Jesús había convocado, les dijo:
"Id en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel..."” Jesús, te
veo con paciencia. No puede hacerse todo a la vez... Hay que empezar por
esos. Calma. Te ofrezco, Señor, todas mis ansias misioneras, todo lo que
quisiera hacer por tu Reino, y que no llego a realizar.
-“ Proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad
enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, expulsad demonios ”.
Es necesario que los apóstoles hagan lo mismo que hizo el Señor (Noel
Quesson). Jesús, te veo hoy mostrar la misericordia del Padre, tu
compasión como el buen pastor anunciado por los profetas. Veo tu
amor incondicional, lo que yo necesito para no sentirme solo.
Cada uno de nosotros necesita un buen pastor que guíe su alma,
pues nadie puede orientarse a sí mismo sin una ayuda especial de Dios. Es
una gracia especial de Dios poder contar con esa persona llena de sentido
humano y sobrenatural que nos ayude eficazmente. Podemos examinarnos
con estas palabras: “Cuatro son las condiciones que debe reunir el buen
pastor: En primer lugar el amor: fue precisamente la caridad la única virtud
que el Señor exigió a Pedro para entregarle el cuidado de su rebaño. Luego,
la vigilancia, para estar atento a las necesidades de las ovejas. En tercer
lugar, la doctrina, con el fin de poder alimentar a los hombres hasta
llevarlos a la salvación. Y finalmente la santidad e integridad de vida; ésta
es la principal de todas las cualidades” (Santo Tomás de Villanueva).
Te pedimos, Señor, que, ya que para librar al hombre de la antigua
esclavitud te envió el Padre a ti a este mundo, nos conceda a los que
esperamos con devoción su venida la gracia de su perdón y el premio de la
libertad verdadera (colecta). Decía san Agustín que no vale la excusa de
decir que los tiempos son malos y hay egoísmo en el mundo, si no estoy
dispuesto a mi enmienda y por falta de buen corazón me hago malo como el
mundo del que me quejo, o peor… En el canto de entrada decimos
anhelantes: «Despierta tu poder, Señor, Tú que te sientas sobre
querubines, y ven a salvarnos ». La certeza de la consolación final no
está separada del dolor que habitualmente nos acompaña.
San Buenaventura reza: “ᄀOh Jesús, Salvador del mundo, sálvanos,
ayúdanos, oh Señor Dios Nuestro!, esforzando a los débiles, consolando a
los afligidos, socorriendo a los frágiles, consolidando a los vacilantes”... y
nos dice: “¡Alégrate, viendo que Jesús ahuyenta los demonios en la
remisión del pecado, alumbra a los ciegos infundiendo el verdadero
conocimiento, resucita a los muertos al conferir la gracia, cura los enfermos,
sana los cojos, endereza a los paralíticos y contraídos, robusteciendo su
espíritu, a fin de que sean fuertes y varoniles por la gracia los que antes
eran flacos y cobardes por la culpa”. El «pan de la aflicción» y «el agua de
la tribulación» son el alimento diario del hombre. Pero todo será para bien,
el Señor « curará nuestras heridas ».
2 . –“ Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, no llorarás ya
más. Cuando clamarás, el Señor tendrá piedad de ti; oirá tu voz y te
contestará ”. Esto se escribe cuando Jerusalén ve acercarse a su puerta la
amenaza asiria. Los ejércitos de la época arrasan las ciudades y matan a
todos los habitantes, a excepción de los más fuertes que son deportados:
Aquel día de muerte y devastación, cuando se derrumbarán todas
las torres de defensa...”
En medio de todo, habrá esperanza: -“ En la tribulación el Señor te
dará pan de asedio y agua de opresión. El dará lluvia a tu
sementera… y el pan que producirá la tierra será rico y sustancioso.
Tus ganados pacerán aquel día en vastos pastizales. De tus
montañas brotarán manantiales”... Isaias evoca una felicidad
paradisíaca, un futuro reino mesiánico del que todo mal habrá
desaparecido: hambre... enfermedad... violencia... injusticia...
-“ ¡No será ya ocultado el que te enseña, y tus ojos le verán!”
Ver a Dios. Comunicarse con Dios. ¡Un Dios «que ya no se oculta», que se
"deja ver"! Esta es también una de las aspiraciones fundamentales del
hombre. Ver al Dios escondido, invisible; al Dios silencioso, ausente, lejano,
inaccesible (Noel Quesson). «¡Ven, Señor Jesús!»
- «¡Este es el camino; síguelo!» Los momentos de angustia y
tragos amargos no faltan en nuestras vidas, pero ahí podemos seguir
también un camino de salvación, de cruz y por tanto de gloria.
3. Señor, buen Pastor y salvador, traernos la misericordia de Dios, de
ese amor divino que quiere que todos los hombres se salven, pues a nadie
creó para la condenación. ¡Enséñanos a abrirnos a tu gracia, y llevar a
otros tu salvación, como el buen samaritano quiero transmitir lo que tú me
das a mí: vendar y sanar las heridas del pecado!
Este Salmo 146 fue cantado al Señor por Israel, al salir del destierro:
« El Señor sostiene a los humildes ». Adviento es también abrirnos a la
liberación: « Dichosos los que esperan en el Señor. Alabad al Señor
que Él merece todo nuestro canto y nuestra acción de gracias. Él
sana los corazones destrozados, venda nuestras heridas », como el
Buen Samaritano. « Nuestro Dios es grande y poderoso, conoce el
número de las estrellas y a todas las llama por su nombre. Su
sabiduría no tiene medida… Dichosos los que esperan en el Señor ».
Ayúdanos, Señor, a vivir esta esperanza. Quiero clamar, sabiendo que se
hará realidad lo de que « apenas te oiga, te responderá ». Si andamos
desorientados, oiremos muy cerca su voz que nos dice: « éste es el
camino, caminad por él ». « No se esconderá tu Maestro ». Dios es el
misericordioso, paciente y dispuesto a acoger al pecador arrepentido y
converso. Algunas veces pensamos que el Señor está escondido, que no oye
nuestros lamentos, que no atiende nuestras súplicas... Pero no, él está
siempre allí, y llegará el momento en que, como dice el profeta, ya no
tendremos que llorar, porque se apiadará de nosotros al oír nuestros
gemidos, y siempre nos responderá.
Llucià Pou Sabaté