Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Adviento,
Semana No. 2, Miércoles
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: El Señor todopoderoso da fuerza al cansado * Bendice,
alma mía, al Señor. * Venid a mí todos los que estáis cansados
Textos para este día:
Isaías 40,25-31:
"¿A quién podéis compararme, que me asemeje?", dice el Santo. Alzad los ojos a lo
alto y mirad: ¿Quién creó aquello? El que cuenta y despliega su ejército y a cada
uno lo llama por su nombre; tan grande es su poder, tan robusta su fuerza, que no
falta ninguno.
¿Por qué andas hablando, Jacob, y diciendo, Israel: "Mi suerte está oculta al Señor,
mi Dios ignora mi causa"? ¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído? El Señor es
un Dios eterno y creó los confines del orbe. No se cansa, no se fatiga, es insondable
su inteligencia. Él da fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido; se cansan
los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en
el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren sin cansarse,
marchan sin fatigarse.
Salmo 102:
Bendice, alma mía, al Señor, / y todo mi ser a su santo nombre. / Bendice, alma
mía, al Señor, / y no olvides sus beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas / y cura todas tus enfermedades; / él rescata tu vida de
la fosa / y te colma de gracia y de ternura. R.
El Señor es compasivo y misericordioso, / lento a la ira y rico en clemencia; / no
nos trata como merecen nuestro pecados / ni nos paga según nuestras culpas. R.
Mateo 11,28-30:
 
En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Venid a mi todos los que estáis cansados y
agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es
llevadero y mi carga ligera."
Homilía
Temas de las lecturas: El Señor todopoderoso da fuerza al cansado * Bendice,
alma mía, al Señor. * Venid a mí todos los que estáis cansados
1. El Incomparable
1.1 Dios es incomparable: así podría resumirse el mensaje de Isaías el día de hoy.
Comparar a Dios es reducir a Dios. Comparar a Dios es poner al corazón en
situación de escoger entre el Bien y los bienes. Y como los bienes, así en plural,
tiene el encanto de lo inmediato, el alma que compara es generalmente alma
propensa a la idolatría.
1.2 Es impresionante y brillante la descripción de la soberanía de Dios en este
pasaje. Es el grande que conoce los detalles; es el inmenso al que nada se le
escapa. Su conocimiento no es general, sino próximo, inmediato. Su grandeza no le
aleja, su cercanía no le hace perder el conjunto. ¡Dios es bello y sabio!
1.3 Dios es también soberano porque "no se cansa". Así como su inteligencia no
pierde el detalle en el conjunto ni el conjunto en el detalle, así su fuerza es
magnífica en los ejércitos del alto cielo y compasiva en los pobres que se sienten
agotados. Nadie lo cansa y él da fuerzas a los cansados. Nadie tiene lo que él tiene
y por eso nadie da lo que él da. Es el Incomparable.
2. Descanso para los fatigados
2.1 En directa continuidad con la promesa del profeta, Jesús se presenta como el
lugar del descanso. El amor de Cristo es incomparable y su compasión no se
detiene. Mientras que la voz del Antiguo Testamento nos hace pensar sobre todo en
el poder de Dios, un Dios compasivo, el mensaje del evangelio nos muestra primero
la compasión de Dios, un Dios que es "fuerte" sobre todo en amar.
2.2 ¿De qué descanso nos habla Cristo aquí? ¿Cuál es ese reposo que nos anuncia?
La interrogación por el descanso se revierte en pregunta por el cansancio. Hoy
podemos inquirir qué nos cansa; cuál es nuestro cansancio. ¿Estamos cansados de
ser buenos o de querer serlo? ¿Cansados tal vez de que nos decepcionen, porque
todos prometen y nadie cumple? ¿Cansados de sobrevivir y de no tener espacio,
tiempo o sabiduría para llegar a vivir?
2.3 Cristo invita a los cansados a que se acerquen; no dice nada de los que se
sienten bien, es decir, de los que están descansados y tranquilos. Su Evangelio
existe sólo para los que están necesitados. Su palabra apunta a los que han
palpado el borde de sí mismos. Es la lógica de las bienaventuranzas --y las
malaventuranzas--. Suena trivial, pero en la lógica de Cristo encontrará descanso
sólo el que estaba cansado. Faltó ese texto: "Dichosos los cansados... ¡ay de
vosotros, los descansados!".
Fr. Nelson Medina, O.P.