¡QUÉ SE NOTE!
Padre Javier Leoz
1.- Estamos en el ecuador del Adviento. Y, todas las lecturas, son vitaminas que
nos levantan en el aire más optimista e ilusionante: ¡Grita de júbilo! ¡Alégrate y
gózate de corazón! ¡Estad siempre alegres! Y, Juan, les anunciaba la Buena Noticia.
Este domingo es un paréntesis en medio de, la cierta austeridad, que ha marcado
este tiempo de adviento.
¡Tenemos tantos motivos para la satisfacción! El Señor viene. Y, si algo proporciona
la próxima Navidad, no son precisamente regalos vacíos de cariño, sino pesebres
desbordándose de amor de Dios. Y, por eso, amigos, toda la liturgia de este día es
una llamada a sonreír, a cantar las alabanzas del Señor, a poner –en el horizonte
de los próximos días- la estrella que nos lleva directamente al encuentro personal y
comunitario con Dios.
2.- Un cristiano caminaba contento por una calle de una gran ciudad. Se encontró
con unos jóvenes de un instituto que iban realizando una encuesta sobre “cómo se
sienten los hombres hoy”. Al acercarse a esta persona, alegre y sonriente por fuera,
le preguntaron: ¿Es usted feliz? Y, el cristiano les contestó: ¡Totalmente! ¡Acabo de
escuchar un mensaje y de estar con Alguien que me hace sentirme bien! Los
jóvenes, extrañados de tanta dicha, volvieron a preguntarle: ¿Y dónde podemos
localizar a ese sujeto para que nos diga cual es y dónde está el secreto de la
felicidad que Vd. tiene? ¡Ay amigos! No está muy lejos de vosotros. Si buscáis un
poco, en el fondo de vuestro corazón, encontraréis la razón de mi felicidad: Dios.
3.- Un cristiano alegre alecciona más que mil palabras.
--¿Qué podemos ofrecer en el trabajo? El testimonio de nuestra pertenencia a la
Iglesia
--¿Qué pueden ofrecer los padres a sus hijos? El ejemplo de una vida cristiana que
es cuidada con la oración, con la bendición de la mesa, con la participación en la
eucaristía
--¿Qué ofrecer los sacerdotes a los que nos observan y servimos? Una vida
sacerdotal entregada, entusiasta, convencida y sin componendas
--¿Qué podemos ofrecer, los que todos los domingos escuchamos la Palabra del
Señor? Un compromiso más activo a favor de las causas de los más pobres; una
generosidad que nunca se canse ni exija condiciones; una coherencia, por lo menos
en ciertos mínimos, que denoten que vivimos y seguimos a ese Alguien que es
Jesús de Nazaret.
4.- La alegría cristiana (en estos tiempos donde el “laicismo” parece ser “un
meteorito destructor” de ideales cristianos, que de repente algunos quieren
imponer en el firmamento y en el universo de la sociedad moderna) no la podemos
dejar guardada bajo llave en el cofre de los cuatro muros de una iglesia, en la
familia, en las aulas de un colegio católico o en el seno de una comunidad que cree
y vive en el Señor. Entre otras cosas porque, la alegría, es un bien escaso en
nuestra sociedad. ¡Cuánta sonrisa forzada! ¡Cuánta alegría postiza y comprada!
-La alegría de la Navidad no la ofrece el destello de unos adornos que, entre otras
cosas, ya ni recuerdan el contenido de lo que celebramos.
-La alegría de la Navidad, no la produce el licor. Eso, más bien, adormece y atonta
los sentidos.
-La alegría de la Navidad, la más auténtica y duradera, surge cuando el hombre
sabe que hay un Dios que viene; que está cerca; que nos quiere y que sale a
nuestro encuentro para salvarnos. ¿Salvarnos? ¡Sí! Observemos el atolladero en el
que, en más de una ocasión, nos debatimos y nos hemos metido
y…comprobaremos que necesitamos de una presencia superior, que con rostro de
Niño nos anime, nos aliente y nos haga despuntar en una alegría natural y sincera.
Y, ya sabéis, si algún regalo podemos ofrecer –caro y difícil de ver en el día a día-
es la alegría que llevamos dentro. Y, en este Año de la Fe, la prueba de que somos
hijos de Dios y de que estamos contentos en serlo es puede denotarse,
perfectamente, en la alegría que sentimos dentro y que la manifestamos
públicamente por fuera.
5.- ESTOY ALEGRE, SEÑOR
Porque Tú vienes, y yo salgo a tu encuentro
Porque son muchos, los nubarrones en el cielo de mi vida
Porque Tú iluminas las noches más oscuras de la humanidad
Porque, con muy poco y contigo, nos alegras
Porque, tu presencia, es la mayor riqueza que uno puede tener
ESTOY ALEGRE, SEÑOR
Porque, la Navidad, es oxígeno en medio de la asfixia
Porque, la Navidad, es el amor que se desborda
Porque, la Navidad, es regalo del cielo que se vende gratuitamente
Porque, la Navidad, se descubre con las tijeras de la fe
ESTOY ALEGRE, SEÑOR
Porque la estrella la veo al fondo del horizonte del adviento
Porque mi corazón se hace pesebre para tu nacimiento
Porque mis ojos me dicen a quién adorar y ante quien no postrarme
Porque mi razón mi dicta qué caminos elegir para llegar hasta Ti
ESTOY ALEGRE, SEÑOR ¡CÓMO NO ESTARLO!
Si Tú, Señor, eres la Navidad
Si Tú, Señor, eres Navidad
Si Tú, Señor, eres adorno y estrella, dulce y mesa por Navidad
Si Tú, Señor, eres la mejor lotería para la salud del corazón
ESTOY ALEGRE, SEÑOR
Tú, te lo digo ahora, eres la causa de mi felicidad
Tú, te lo decimos ahora, eres la fuente de tanta dicha
Tú, te lo decimos ahora, eres la razón de tanto regocijo
Tú, te lo gritamos ahora, eres el germen de la emoción que yo siento
Amén.