I Domingo de Cuaresma Ciclo A

Mt 3, 1-11

Autor: Padre Antonio Díaz Tortajada

 

 

Gn 2, 7-9;3, 1-7
Salmo 50, 3-17
Rm 5, 12-19
Mt 3, 1-11

1.  Toda la historia de los creyentes en Cristo a lo largo de la historia y aun toda la historia de cada uno de los hombres, están tipificadas en el texto evangélico de hoy.
A ésta de Mateo se le conoce como la página evangélica que relata las tres “tentaciones” de Jesús en el desierto. Pero el termino “tentaciones” puede confundir a más de uno. Se trata en realidad de tres opciones en la vida que afectan por igual a las relaciones interpersonales como a las relaciones entre el hombre y Dios. ¿Cómo entender la existencia humana, bajo qué clave interpretarla, hacia qué metas dirigir el empeño y el esfuerzo de cada jornada?

2.  Hay una primera tentación que consiste en negarse a asumir la vida tal cual es, en su integridad, sin primar una de sus dimensiones ni marginar a un lado cualquier otra. El hombre se mueve entre la querencia al angelismo y la querencia a la animalidad, entre su vocación de tierra y su vocación de cielo, entre su compromiso con el tiempo y su llamada a la eternidad. No es fácil mantener el equilibrio. Los ha habido --y los hay-- entre los hombres con propensión marcada y definida a poner en el pan todo el interés, y los ha habido --y los hay-- como deseosos de no mancharse las m,anos con los afanes de este mundo. La respuesta de Jesús es una poderosa invitación a asumirnos como somos, sin parcialidades ni marginaciones, sin falsos espiritualismo y sin materialismos groseros.
Servirse de Dios, manipular lo religioso, encomendar a fuerzas superiores la resolución de los problemas humanos, confiarse ciegamente en sistemas, tal es la segunda de las tentaciones que acecha al hombre. La demagogia, las falsas promesas, la proposición de panaceas universales, tal es la tentación en que inciden los que mandan o aspiran al poder. Es el recurso del “milagrerismo” en sus versiones religiosa, política, social o económica. Las gentes se sienten inclinadas con facilidad a aceptar las promesas. Siempre se espera un golpe de suerte o de fortuna, siempre se confía en la palabra del que más declama.
La tercera tentación estriba en encomendar un futuro de mayor justicia a la fuerza del dinero, al poder, a la violencia, a las armas. Por contradictorio que parezca y sea, el hombre aspira a una sociedad más humana por los caminos expeditivos de la fuerza; a una sociedad más igual, por el recurso al poder del dinero; a una sociedad más solidaria y fraterna, por la apelación a la violencia. ¿Es posible un mundo mejor a través de medios inhumanos y deshumanizantes? Jesús propone una nueva humanidad a partir de amor.

3. La salvación del hombre que se siente débil, que percibe la necesidad incontenible de vida, de felicidad, de alegría y de paz interior, llega de la Palabra de Dios. De ella emana la orientación que trasciende lo sensible, que alcanza más allá de lo que percibe la limitada capacidad humana, que conduce hacia la auténtica vida, hacia la verdadera paz y hacia la felicidad eterna, porque Dios es el autor de la vida y el Señor de todo cuanto existe.
Cuando el hombre vuelve la espalda a Dios comienza a correr por la pendiente de la deshumanización, pierde la sensibilidad por la trascendencia y se convierte en enemigo de la vida hasta culminar en la enemistad de sí mismo: esto es lo que expresa la angustia, la violencia, el odio y hasta la voluntad de dar muerte a los hermanos, especialmente a los más inocentes e indefensos. La vida que Dios ha creado, es manipulada por el hombre que se cree ser Dios. Pero, como el hombre que ha sucumbido a la tentación de ser como Dios ha dejado el amor de Dios, no puede cultivar la vida auténtica, no puede ser instrumento de vida sino de muerte espiritual y corporal. Cada uno alcanzará cotas más o menos equivocadas y hasta perniciosas o atroces en su conducta según sea el nivel de sus pretensiones de autonomía frente a Dios; o según sea su convencimiento de ocupar el lugar de Dios, el centro de toda referencia, el origen de todo valor y de la definición del bien y del mal. Y así nos va en la vida privada, en la familiar y en la social.