Lunes Santo.

Mt 26,14 -27.66

Autor: Padre Antonio Díaz Tortajada

 

 

Is 42, 1-7
Salmo 26, 1-14
Jn 12, 1-11

1. En la Semana Santa, el seguimiento de Jesús, se ilumina y se profundiza, cuando queremos hacerlo con los sentimientos de Él, con sus vivencias y con el sentido que Él puso en todos sus actos. Estos días nos muestran lo más hondo de la persona y las decisiones de Jesús.
Toda la Semana Santa tiene como telón de fondo las decisiones que se vivieron en el inicio mismo de la Vida de Jesús: el Verbo Eterno le dice al Padre "Aquí estoy para hacer tu voluntad" y la Virgen María le dice al Ángel de Dios: "Que se cumpla en mi lo que Dios quiere". Esas dos generosas obediencias dan comienzo a un camino que culmina en lo que Jesús hace en la Semana Santa.

2. Isaías nos muestra al “siervo” del Señor que es Salvador. La salvación de Dios y su protagonista recorren un camino distinto del que los hombres pensamos y con el cual confiamos alcanzar la salida de nuestros males. No grita, ni se hace sentir, ni aturde a los demás. Es, más bien, sencillo, callado, humilde. No soluciona los problemas aplastando la debilidad de personas indefensas ni se aprovecha de los caidos. Más bien, es paciente en la espera de la recuperación.
Busca la recuperación no por la fuerza ni la prepotencia características de los poderosos. Todo lo contrario: busca y trabaja por el derecho y la justicia. No toma el camino de la violencia para la justicia: sabe que la violencia desencadena violencia y la justicia nunca llega cuando se elige este camino. Su camino, por eso, será mal visto por muchos. Y, sobre todo, necesitará, además de audacia ante una sociedad que se ilusiona con soluciones rápidas y espectaculares, una dosis enorme de perseverancia. No desfallecerá ni se desalentará.

3. Este “siervo”, que prefigura a Jesús, Dios reúne al pueblo y lo ilumina. Por Él se abren los ojos, se liberan los cautivos y los oprimidos.
La salvación que trae no es primordialmente política o económica: Va mucho más adentro porque llega al corazón de quien lo acoge. La liberación de las esclavitudes y dominaciones políticas económicas y sociales no tienen consistencia ni futuro cuando los corazones siguen esclavizados por el interés, la violencia, el abuso o la mentira.
Cuando en cambio, por la acción salvadora del Servidor, los corazones se convierten, es posible pensar que las demás esclavitudes vayan desapareciendo.

4. San Juan nos muestra a Jesús pocos días antes de morir. Está en una cena, con amigos – Marta, María y Lázaro – y con sus Apóstoles. Sobre la escena, aparentemente serena y distendida, se cierne la sombra y la cercanía de una muerte inminente.
Dos personas intervienen con distintas miradas sobre el mismo Jesús.
María, la hermana de Marta y de Lázaro, toma un perfume muy caro y lo derrama para perfumar a Jesús: lo da generosamente. Es una acción tintada de espléndida magnanimidad: Lo hizo «tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro». Es un acto de amor y, como todo acto de amor, difícil de entender por aquellos que no lo comparten. Creo que, a partir de aquel momento, María entendió lo que siglos más tarde escribiría san Agustín: «Quizá en esta tierra los pies del Señor todavía están necesitados. Pues, ¿de quién, fuera de sus miembros, dijo: ‘Todo lo que hagáis a uno de estos pequeños... me lo hacéis a mí? Vosotros gastáis aquello que os sobra, pero habéis hecho lo que es de agradecer para mis pies’»
Esto puede ser visto como un despilfarro inútil. No lo ven así ni María ni Jesús. Es, más bien, un signo que manifiesta que Dios es el Señor y todo lo que se da a Él muestra la entrega total del hombre al Señor. Difícilmente entienden y admiten esto quienes buscan sólo provecho e interés en su comportamiento.
María unge los pies de Jesús y los seca con sus cabellos, porque cree que es lo que debe hacer.
La protesta de Judas no tiene ninguna utilidad, sólo le lleva a la traición. La acción de María la lleva a amar más a su Señor y, como consecuencia, a amar más a los “pies” de Cristo que hay en este mundo.

5. El Evangelio, por todo su contexto, muestra que es Jesús quien se ocupa de los pobres. Homenajearlo a Él, darle a Él todo lo de uno como lo hace María, es querer tomar a Jesús como modelo: quien le da todo al Señor, obrará como Jesús, y como Él servirá a los pobres que siempre estarán en la historia humana. Con frecuencia los pobres son el resultado del egoísmo, de la imprevisión o de la corrupción humana. Servir totalmente a Dios es recorrer el mejor camino de revertir las pobrezas y las injusticias.