VII Domingo de Pascua, Ciclo A

Jn 17, 1-11a

Autor: Padre Antonio Díaz Tortajada

 

 

Hch 1,12-14
Salmo 26.4.7-8a
1P 4,13-16
Jn 17, 1-11a

1.- Jesucristo fundó una sola Iglesia. Cada vez que realizamos la profesión de fe o expresamos el “credo de los Apóstoles” decimos “creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica.” De esta manera profesamos nuestra fe en la Iglesia que Cristo fundó. Porque nadie duda que Jesucristo fundó una sola Iglesia y que esa Iglesia es la nuestra. Este es un hecho histórico que no podemos, ni debemos, rechazar como ficción triunfalista. Es nuestro deber, como católicos, orar continuamente para que el deseo de nuestro Señor se cumpla: que seamos uno cómo Cristo y su Padre, que está en el cielo, son uno.

2.- Después de su Resurrección, nuestro Señor designó a Pedro para que guiara al rebaño junto con los demás apóstoles. Al dejar la custodia de sus bienes espirituales a ellos, nuestro Señor quiso enseñar que la Iglesia que fundó Él, la que formó y que sigue moldeando, debía continuar su ministerio. El ministerio que Cristo fundo fue único. Fundo una sola Iglesia. Nosotros, los que pertenecemos a ella y la amamos y la defendemos, somos descendientes espirituales de aquel primer rebaño custodiado por el sucesor de Pedro y por los encargados de custodiar los bienes espirituales de la Iglesia que Cristo fundó que son los obispos.
Nuestro principal deber es conocer como se rige nuestra Iglesia y, de esa manera, conocer más a Dios. Cada domingo, por mediación de la palabra, mostramos nuestra unión espiritual con millones de católicos alrededor del mundo. Y con las oraciones seguimos el ministerio que Jesús nos encomendó. Tenemos también la ayuda del Espíritu Santo. De Él nos vienen los siete dones, entre ellos los de conocimiento y de sabiduría. Precisamente del conocimiento brotan las obras y el amor. Y de la sabiduría procede el discernimiento para reconocer si estamos siguiendo a Cristo y a su Iglesia o hemos caído ante las tentaciones del mundo y sus vanidades.

3.- Los cristianos debemos amar mucho a nuestra Iglesia. Es un tesoro precioso que Dios nos ha donado. Hoy en día la Iglesia sigue proclamando, cómo lo ha hecho desde los tiempos de los Apóstoles, que solo nos podemos salvar a través de Cristo. Tengamos en cuenta que cuando hablamos de la Iglesia también hablamos de todos los que formamos el cuerpo de la Iglesia que Jesús mismo encabeza. A pesar de todos nuestros esfuerzos por vivir vidas santas, tenemos que reconocer que, en el fondo, somos pecadores con deseo de superación para poder ir al cielo. La santidad de la Iglesia viene de su Cabeza, que es Cristo, y de nuestros intentos diarios de vivir una vida santa de acuerdo con sus enseñanzas.
Como amamos a nuestra Iglesia nos duelen los escándalos causados por algunas personas. Debemos orar por estas personas y también reconocer nuestros defectos y que todos somos pecadores pero especialmente debemos orar por las personas que están en la Iglesia y que aun viven en pecado y que no quieren arrepentirse. También tenemos la obligación todos los cristianos de mantenernos en unidad. Cristo les dijo a los apóstoles que debían trabajar para lograr y mantener la unión de todos los pueblos del mundo. Hoy esto mismo nos pide a todos lo miembros de la Iglesia Católica, que es su Iglesia y nuestra Iglesia.
También tenemos que recordar que, a pesar de los tiempos difíciles que esta pasando la Iglesia, todos debemos orar mucho por los sacerdotes y también por más vocaciones sacerdotales. Las familias, en sus propias casas, tienen la obligación de fomentar un ambiente que apoya a los jóvenes para que puedan discernir cual es la vocación que el Señor quiere que sigan.
La Iglesia, generación tras generación, ha vivido tiempos difíciles semejantes a los que estamos viviendo ahora. Todos sabemos lo difícil que es mantener la unidad entre personas que tienen intereses diversos, con personas que dicen que la Iglesia tiene que cambiar las enseñanzas de Cristo para que sea llevada mas al gusto de ellos. Lo que quiere decir como quieren muchos. Desde el comienzo de nuestra Iglesia, desde que se fundó, hemos visto ya en las primeras comunidades, y lo seguimos viendo hoy, como muchas personas tratan de aprovecharse de los tiempos difíciles para moldear la Iglesia a su gusto sin percatasen que al tratar de cambiar lo que Cristo nos dejó y nos enseñó cuando fundo su Iglesia, demuestran abiertamente que no están dispuestos, y que no quieren, seguir la voluntad de Cristo y lo que El nos enseño. Al tratar de hacer cambios están haciendo daño a toda la Iglesia, y lo más triste, a ellos mismos. Tenemos que seguir lo que Cristo nos enseñó y nos mandó en vez de tratar de cambiar lo que Él dejó. Nuestro deber es fomentar la unidad, es tratar de superar las dificultades que estén a nuestro alcance para mejorar la Iglesia e intentar traer mas personas a la Iglesia que Cristo fundó y almas para Dios. Esto no podrá ser posible si entre nosotros estamos divididos.

4.- Cristo nos pide que su Iglesia sea solamente una, como Él la fundo. La unidad es la señal fundamental de que Cristo habita entre nosotros. No basta con que leamos los evangelios o prediquemos a Cristo si, con nuestra conducta, estamos mostrando al mundo que no somos capaces de seguir lo que Cristo nos ordeno. De esa manera mostramos que no seguimos el amor de Cristo ni a nuestra Iglesia ni a nuestro prójimo. Es verdaderamente importante amar a la Iglesia, cumplir los mandamientos e ir pregonando con nuestro buen ejemplo que somos católicos, que creemos en una sola Iglesia, y que somos fieles seguidores de Cristo.