XI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Mt 9, 36-10,8

Autor: Padre Antonio Díaz Tortajada

 

 

Ex 19, 2-6a
Salmo 99, 2-5
Rm 5, 6-11
Mt 9, 36-10,8


1. Gusta poco a los hombres de hoy el tema del perdón. Se les antoja un tópico superado, lugar común anacrónico, actitud caduca. La violencia, en las mil maneras en que se manifiesta en nuestros días, deja poco --si alguno-- espacio para el perdón. Y, sin embargo, el cristianismo, en su más elemental radicalidad, no es comprensible sin la dimensión del perdón, hasta el punto de que este es uno de los elementos específicos de la fe. Donde no hay perdón, no hay cristianismo.

2. Perdón de Dios para con el hombre, y perdón del hombre para con sus compañeros en la historia y en la convivencias de cada día.
Creyentes es el que cree en el perdón de Dios.
La salvación que se nos ofrece es superación eternizadora por el poder de Dios de muchas de nuestras debilidades, y entre estas, de esas grandes debilidades o caducidades a las que denominamos con el término de pecado. El creyente cree en la unilateralidad de la iniciativa divina. Dios, por sí y ante sí, en razón de su amor al hombre concede el perdón a todo hombre. Como concede el alcanzamiento definitivo de la verdad y de la permanencia, concede el perdón para las caducidades morales. La salvación de Dios es donación, no adquisición; es entrega, no conquista; es expansión del amor divino, no sueldo a la jornada de la vida.
El apóstol Pablo, en su carta a los cristianos de Roma, nos lo subraya: “La de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros”. “Cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo”.

3.- Dios perdona al hombre porque ama al hombre, sin duda; pero tanto este amor como su definitiva expresión en el perdón tienen --por decirlo de algún modo-- una base o plataforma de lanzamiento. Dios, al perdonar al hombre, reafirma la vocación del hombre, ser creado para el amor.
El pecado del hombre es un fallo en la realización del hombre. Entra en la existencia libre porque la nuestra no es una realidad hecha de un golpe, sino u a realización que, por tender hacia el comunitarismo fraterno, sólo puede alcanzarse sobre si misma desde la libertad y con la libertad.
El pecado sólo es inteligible a partir de la libertad; y el perdón sólo es comprensible en quien reafirma a un tiempo la condición libre del hombre, la vocación de comunitarismo del hombre y la fuerza del amor del amor por encima y más allá del egoísmo del pecado. Cuando Dios perdona, reinstala al hombre en la realidad verdadera, contrahecha o negada por la desviación del pecado.

4.- Y el hombre, al perdonar a sus semejantes, actúa como Dios. Inspirado en el comportamiento divino, ciertamente; pero a partir de la misma profundidad de razones en las que se asienta el perdón de Dios.
El hombre que perdona al hombre reafirma la libertad del hombre, porque el perdón presupone en el hombre capacidad de volver sobre sus pasos torcidos y fuerza para recuperar el horizonte que vocacionalmente lo es propicio.
El hombre cuando perdona, reafirma que el amor es más definitorio del hombre que el egoísmo. Cuando perdona, el hombre antepone la convicción de sus criterios acerca del hombre , sobre la fascinación del mal que el hombre realiza.
El perdón es un supremo acto de libertad; el que perdona se resiste a dejarse dominar por los mismos criterios que a su hermano le han llevado a la ofensa. “Diente por diente y ojo por ojo” es, a lo sumo, economía y mercado; “amar, incluso a vuestros enemigos” es superioridad de una imagen del hombre sobre la fatalidad del pecado y de la venganza.

5.- Jesús llama a sus discípulos y los hace apóstoles, es decir, enviados para anunciar la presencia del reino de Dios --que es manifestación de la misericordia divina--, pero para curar enfermos, resucitar muertos y arrojar demonios. ¿No es en realidad cada administración del perdón de Dios -- confesión y absolución sacramental-- una curación de enfermos, y a menudo también una resurrección de muertos y una expulsión de demonios?