Inmaculada Concepción de María

Autor: Padre Antonio Izquierdo   

 

 

Primera: Gén 3,9-15.20; segunda: Ef 1,3-6.11-12; Evangelio: Lc 1, 26-38

NEXO entre las LECTURAS

La iniciativa divina, llena de amor y de misericordia, parece ser el tema unificador. En la primera lectura es Dios quien pregunta y quien decide el castigo, ante el pecado del hombre, y quien pro-mete la salvación. La promesa hecha a Adán y Eva en el paraíso, Dios la lleva a cumplimiento en su Hijo, que acepta encarnarse y ser el nuevo Adán, y la realiza también en María, que acepta ser la madre de Dios, y nueva Eva (Evangelio). Con la venida de Cristo al mundo, el Padre nos ha bendecido con toda clase de bienes espirituales (Segunda lectura). Toda iniciativa, en el designio divino de salvación, proviene del Padre, y en Èl llega también a su último fin. 

MENSAJE DOCTRINAL 

Pecado y salvación están presentes en todas las religiones porque están presentes en el hondón mismo del corazón humano. Quien entre en su conciencia se percibe pecador (con este término u otros, lo que cuenta es la realidad) y necesitado de salvación. Esta experiencia universal encuentra su paradigma y su fundamento en el relato de la primera lectura. El hombre ha querido ser dios y, en su intento, lo único que ha logrado es darse cuenta de que es "sólo hombre" y de que un desorden se ha introducido en sus relaciones con Dios, con Eva y con la creación. El querer ser "como Dios", la "muerte de Dios" en el corazón, se transforma en la muerte del hombre. Los capítulos 4-11 del Génesis, y en general los libros del AT hablan de esta presencia, expansión y fuerza destructora del pecado.

Pero Dios es Padre, y mira al hombre con amor de Padre. Desde los inicios mismos del pecado adámico, Dios toma la iniciativa de encontrar los caminos para ofrecerle de nuevo la salvación. En el relato del Génesis está una promesa que va dando pasos hacia su cumplimiento en Noé, Abrahán y los patriarcas, Moisés y el pueblo de Israel...,y que alcanza su plenitud en el anuncio del ángel a María: "Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús (es decir, Salvador) (Evangelio). Una salvación que, según san Pablo a los Efesios (Segunda lectura) comprende estos aspectos:

a) Ser su pueblo elegido, la comunidad que Dios salva y en la que ofrece a todos los hombres la salvación.

b) Ser hijos adoptivos por medio de Jesucristo. De esclavos del pecado, hijos de Dios en la libertad y en el amor.

c) Ser un himno de alabanza a su gloria. Salvado del pecado, el hombre no envidiará a Dios, y libre de su afán de superhombre, será feliz alabando y glorificando a Dios.

María, la inmaculada, la que en su nacimiento, por méritos de su Hijo, repitió la experiencia 'originaria' de Adán y Eva. Por ello, la Iglesia, iluminada por el Espíritu, ha visto a María en la mujer que hiere la cabeza de la serpiente (Primera lectura) y ha visto realizada esta promesa profética en el momento de la anunciación del ángel a María (Evangelio). El 'sí' de María a la voluntad de Dios corresponde al 'no' de Eva al precepto divino, y de esta manera en íntima unión con su Hijo contribuye a la salvación de su descendencia. A María, de manera suprema, se aplica el himno paulino que abre la carta a los Efesios: "Dios me eligió en Cristo, antes de la creación del mundo para...que me mantuviera sin mancha en su presencia. Llevado de su amor, él me destinó de antemano...a ser adoptada como hija suya...para que la gracia que derramó sobre mí, por medio de su Hijo querido, se convierta en himno de alabanza a su gloria". 

SUGERENCIAS PASTORALES

En el mundo actual se pueden captar experiencias muy fuertes de pecado, de miseria humana, de desesperación. Por ejemplo, haber perdido el sentido de la vida; considerarse un inútil, sin un papel en este mundo; aborrecerse a sí mismo hasta incluso la voluntad de suicidio; 'pasar de todo' porque en nada se encuentra lo que se quiere; experimentar el pecado (lujuria, orgullo, odio, ateísmo...), hundirse en él y creer que ya no hay salida...Estas experiencias, de las que se pueden conocer y presentar casos concretos con nariz y ojos, y otras muchas menos dramáticas, son un magnífico punto de apoyo para una pastoral sobre Cristo redentor, que se hace hermano nuestro y que jamás nos abandona en nuestro itinerario por la vida. Digamos con la liturgia de adviento: "¡Ánimo! Se acerca nuestra redención". Jesucristo está llamando a la puerta del mundo, y del corazón del hombre, para ofrecerle su paz, su amor y su salvación.

La mujer cristiana en nuestro mundo contemporáneo está solicitada por algunas actitudes y concepciones de la mujer, de la feminidad, de su función en el hogar, en la cultura, en el trabajo, en la sociedad, que no siempre honran a la mujer. Se exponen en el supermercado actual, por ejemplo, el modelo de la mujer 'emancipada' cuya única ley es ella misma; el modelo de la mujer 'yuppie' que sacrifica el matrimonio y la maternidad a su profesión; el modelo de la mujer 'liberal' en sus ideas, en su comportamiento, en su actitud ante Dios, ante la vida, ante la sociedad. En cuanto a actitudes, está la de la mujer reivindicadora de la igualdad total entre los sexos; la de la mujer que ve en el sexo opuesto, más que un 'partner' o complemento de sí, un adversario; la de la mujer 'laica' que sofoca su 'alma religiosa' bajo un mal entendido feminismo...

Estos modelos y actitudes, u otros semejantes, acechan a las mujeres cristianas de hoy. La fiesta de la Inmaculada, brinda una oportunidad magnífica para proponer a María como modelo de mujer, sin beaterías y sin falsos pietismos. María, que ama la virginidad y ama igualmente la maternidad. María, en cuya fe no todo es claro a la primera. María que busca explicaciones para actuar y decidir con responsabilidad. María que da un sí generoso a su 'misión' en la vida.