Misa de Navidad, Ciclo A

Autor: Padre Antonio Izquierdo   

 

 

Primera: Is 52,7-10; segunda: Heb 1,1-6 Evangelio: Jn 1,1-18

NEXO entre las LECTURAS

La Palabra aglutina en esta liturgia las diversas lecturas. La Palabra de Dios se ha servido de muchos intermediarios a lo largo de la historia de la salvación. Así nos lo informa la segunda lectura ("Después de hablar Dios muchas veces y de diversos modos..."), y así lo podemos constatar en la primera (¡qué hermosos son los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva y proclama la salvación!"). Esa Palabra de Dios no era una idea, o un símbolo sino una persona divina que ha ido hablando a los hombres por medio de la creación, de la historia, y que ahora, se hace "carne" y sin dejar de ser Palabra de Dios comienza a ser también 'palabra humana' (Evangelio). Una Palabra superior a Moisés y a la Ley (Evangelio), superior a los mismos ángeles y a toda la creación (segunda lectura). 

MENSAJE DOCTRINAL

La palabra, en la experiencia humana, no existe sin interlocutor a quien dirigirla y que responda, dando de esta manera origen al diálogo. Desde los orígenes mismos de la humanidad, Dios entró en diá-logo con el hombre: baja por las tardes al paraíso a conversar con Adán y Eva...y, a pesar de la respuesta indigna del hombre, Dios jamás cerró ese diá-logo amoroso con la humanidad. Más aún, usó de los recursos más variados (visiones, oráculos, castigos, profecías, promesas, bendiciones...) para no interrumpir ese diálogo y para que la respuesta del hombre fuera cada vez menos indigna de Dios. La Palabra de Dios no ha fallado ni fallará, porque Dios es fiel, y en el supremo gesto de amor y de fidelidad se encarna en el hombre Jesús, haciéndose enteramente Palabra de Dios en palabra humana. Esta Palabra de Dios nunca fue neutra a lo largo de los siglos. Fue una Palabra de amor que buscaba una respuesta de amor; una Palabra de verdad, que buscaba una respuesta de autenticidad; una Palabra interesada en el bien del interlocutor (el hombre); una Palabra de donación, que buscaba una respuesta de aceptación; una Palabra de misericordia y de perdón, que buscaba una respuesta de conversión; una Palabra de solidaridad hasta el extremo de hacerse carne, que buscaba una respuesta de agradecimiento y de gozosa acogida...

En este diálogo entre Dios y el hombre, ¡cuántas, veces el hombre ha decepcionado a Dios, ha rechazado su Palabra! Pero también, ¡cuántos la han acogido, y han correspondido a ella, como María y José! En este día de Navidad, la Palabra de Dios nos habla en la humanidad del Niño Jesús. El diálogo de Dios con nosotros, continúa. La humanidad, cada creyente, habrá de dar una respuesta. ¿Cuál? 

SUGERENCIAS PASTORALES

Los cristianos de hoy, como los hombres todos en general, estamos bombardeados por miles y millones de palabras cada día, por gracia y mérito de los medios de comunicación social (radio, prensa, teléfono, televisión, internet) y en virtud de nuestra condición social (casa, oficina, lugar de trabajo, parroquia, club, tertulia...). En muchos casos hay palabras...pero no se llega a la comunicación: un saludo, un comentario sobre el tiempo, una pregunta por el marido, la mujer, los hijos, un adiós...y basta. En otros muchos casos, hay palabras o letras, pero sin llegar tampoco a una verdadera comunicación: leo por información, prescindiendo de quién escribe; escucho la radio o veo la TV sin mucha atención, para sentir su compañía, para 'pasar el rato' o para 'tifar' por mi equipo favorito. En estos casos, la respuesta al interlocutor es pobre. Existen también otras ocasiones en que se da un verdadero diálogo, es decir, encuentro de dos intimidades (pensamiento, corazón, voluntad, sensibilidad), que se abren y se dan mutuamente en formas y grados diversos, según sea la relación entre ellos: esposos, amigos, hermanos, compañeros de trabajo o profesión...

Ante la enorme multiplicidad de palabras que diariamente se escuchan y se emiten, se corre el peligro de tomar una actitud poco seria y superficial cuando quien se dirige a nosotros es la Palabra de Dios. Leemos, escuchamos la Palabra de Dios en la Biblia, en la liturgia eucarística o sacramental, y puede ser que 'nos resbale' como cuando escuchamos y vemos la televisión. Quizá ha disminuido en nosotros, cristianos, la conciencia de que la Palabra de Dios es diferente de cualquier palabra humana: Busca y quiere lograr el diálogo, el encuentro, la interpelación a la conciencia, el don de la salvación...Todo esto tiene gran validez en Navidad, cuando la Palabra de Dios se hace carne, se hace un niño que habla con el silencio y con la vida. Esa Palabra de Dios-Niño está gritándo-nos que el amor de Dios es maravilloso, sorprendente, extraordinariamente fiel. ¿Qué responderás a este Niño que interpela tu libertad, tu amor y tu conciencia desde la gruta de Belén?