VI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor: Padre Antonio Izquierdo   

 

 

Primera lectura: Sir 15,15-20; segunda: 1Cor 2,6-10 Evangelio: Mt 5,20-22.27-28.33-34.37

NEXO entre las LECTURAS

La libertad es una virtud y un valor eminentemente cristianos. Las lecturas de hoy se centran en esta libertad auténticamente cristiana. En la primera lectura el Sirácida recurre a imágenes para mostrar la responsabilidad del hombre en su obrar: "Fuego y agua he puesto ante ti, alarga la mano a lo que quieras. Ante el hombre están vida y muerte; lo que él quiera se le dará". Jesucristo en el Evangelio enfrenta la libertad con la elección de lo más propio y peculiar del cristianismo: "Habéis oído que se dijo...pero yo os digo...". Finalmente san Pablo exhorta a los cristianos de Corinto a elegir una sabiduría superior: divina, misteriosa, escondida, que Dios nos ha revelado por medio de su Espíritu (segunda lectura). 

MENSAJE DOCTRINAL

La catequesis sobre la libertad cristiana inicia con la explicación de la libertad como capacidad de elección. Ser hombre es vivir optando, eligiendo entre una cosa u otra, entre un comportamiento u otro. Las pequeñas opciones de cada día se guían por la opción fundamental, esa opción que el sirácida nos presenta de modo claro mediante imágenes: Elige entre el fuego y el agua, la vida y la muerte, cumplir o no cumplir los mandamientos, gracia o pecado. Es decir,"Elige entre el bien y el mal". Este principio ético no es opcional, está inscrito en las leyes mismas del espíritu humano y por tanto no se puede renunciar a ello sin renunciar a la vez a la propia humanidad.

Este principio fundamental recibió algunas concreciones en el Decálogo que Dios dio al pueblo judío por medio de Moisés, pero cuyo valor es universal, porque se sitúa por encima de cualquier circunstancia o situación particular. Jesucristo en el Evangelio de hoy nos recuerda algunos de estos mandamientos (quinto, sexto y octavo): "No matarás", "No cometerás adulterio", "No jurarás en falso". La libertad humana encuentra en estas formulaciones una indicación del mal que ha de evitar, e implicitamente del bien que debe hacer: respetar la vida, ser fiel a la propia esposa, decir la verdad. Son principios válidos para todo hombre, sea o no cristiano, sobre todo en su formulación negativa.

Pero Jesucristo propone a la libertad del cristiano ir más allá, llevar el ejercicio de la libertad a una mayor perfección. Jesucristo concretiza algo más los mandamientos del Decálogo. Para un cristiano, elegir el enojo, el insulto, la descalificación personal es una mala elección, que va contra el quinto mandamiento, ataca el amor sincero al prójimo que es la esencia del mismo. En cuanto al sexto, el simple deseo concupiscente es ya adulterio del corazón, es un mal uso de la libertad, porque el corazón no es puro. Finalmente, Jesucristo nos dice a los cristianos que es mejor la verdad y la sinceridad que recurrir al juramento como única y verdadera garantía de honestidad. El cristiano auténticamente libre, amante de la verdad y del bien, no tiene necesidad de jurar.

Esta libertad cristiana, que busca siempre lo mejor, no es una sabiduría de este mundo, sino una sabiduría que viene de Dios y que Dios nos ha revelado por medio de su Espíritu, porque donde está el Espíritu ahí está la verdadera libertad. Esta sabiduría de la libertad ni la conocen ni la entienden los no cristianos; por eso, a veces la atacarán como irracional y otras veces la admirarán como heroica. En todo caso, incluso para los cristianos que la experimentamos y tratamos de aplicarla en la vida, no deja de ser misteriosa, escondida. Es la libertad de los hijos de Dios que no "necesitan" de otras leyes, para comportarse bien como hombres y como cristianos, que la ley del Espíritu.

SUGERENCIAS PASTORALES

La libertad cristiana en una sociedad pluralista requiere de gran discernimiento. Los fieles cristianos viven en el pluralismo religioso, político, cultural. Un pluralismo que afecta al mismo modo de ver el bien y el mal y, consiguientemente, a opciones diversas en campos importantes de la vida humana o de la sociedad. Para un cristiano el aborto voluntario es siempre un mal, pero en la sociedad pluralista hay quienes en algunos casos lo consideran un bien. Para un cristiano la prostitución va contra la dignidad de la mujer, pero hay quienes la consideran como una "profesión" tan buena y legítima como cualquier otra...Este pluralismo no ha de debilitar nuestras convicciones, más bien las afianzará y nos llevará a dar razón de nuestra fe y de nuestra postura. Pero tampoco nos ha de llevar al fanatismo y a la intransigencia con quienes no comparten nuestra fe y nuestra moral. El respeto a las diferencias y el diálogo constructivo, y más que nada el testimonio de coherencia cristiana, debe ser el camino preferido por nuestra libertad.

El Espíritu de libertad. El cristiano, cada cristiano, en el buen ejercicio de su libertad, actúa bajo la acción del Espíritu. El discernimiento por obra del Espíritu y la docilidad a este mismo Espíritu permiten al cristiano el uso más pleno de su libertad, el paso de lo bueno a lo mejor, de lo no exigido por la sociedad o por el ambiente en que se vive a lo exigido por la conciencia, de la simple ayuda a los demás a la generosidad sin medida. Entre más dócil sea cada cristiano a la acción del Espíritu Santo en su conciencia, más libre será en sus opciones fundamentales y en las decisiones "débiles", pequeñas de todos los días.