IV Domingo de Pascua, Ciclo A

Autor: Padre Antonio Izquierdo   

 

 

Primera: Hch 2, 14.36-41; segunda: 1Pe 2,20-25 Evangelio: Jn. 10, 1-10

NEXO entre las LECTURAS

Jesús, como puerta del redil, es la metáfora que sintetiza el mensaje de la liturgia. Jesús dice de sí mismo: "Os aseguro que yo soy la puerta por la que deben entrar las ovejas" (evangelio). En los Hechos de los Apóstoles, Pedro exhorta a sus oyentes: "Arrepentíos y bautizaos cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo, para que queden perdonados vuestros pecados" (primera lectura), y sabemos que el bautismo es la puerta por la que se entra en la comunidad cristiana. El mismo Pedro, en su primera carta, escribe a las comunidades de Asia Menor: "Erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al que es vuestro pastor y guardián" (segunda lectura), indicando una de las funciones de la puerta, que es proteger al rebaño de todo lo que pueda dañarlo.

MENSAJE DOCTRINAL

En el capítulo 10 san Juan utiliza diversas imágenes, que tienden a explicar la realidad de la comunidad cristiana, de la Iglesia: redil, puerta, pastor, asalariado, etc. En esta bellísima alegoría el redil es la comunidad de creyentes en Cristo. Jesús es tanto la puerta del redil, como el pastor de las ovejas. ¿Y los asalariados? ¿Los fariseos (cf 9,13)? ¿Los falsos doctores y profetas 'cristianos', que aparecen en algunos textos del Nuevo Testamento? Son interrogantes difíciles de responder. La liturgia de hoy, con todo, se centra en la imagen de Jesucristo, puerta del redil.

La puerta es el lugar por donde se entra al redil, a la comunidad de fe. Esa puerta es Cristo muerto y resucitado, que ha constituido un nuevo rebaño mediante una nueva alianza en su sangre. El cristiano pasa por esa puerta de salvación hacia la nueva comunidad de fe por medio del bautismo. Por el bautismo somos inmersos en el misterio pascual de Jesucristo, y somos simultáneamente incorporados a la Iglesia (cf. CIC 1213-1214). Quien quisiera entrar al redil, pertenecer a la Iglesia, sin pasar por la Puerta, que es Cristo, es "ladrón y salteador" (Jn 10,1). Una pertenencia meramente sociológica a la Iglesia es imposible; como es asimismo imposible querer separar la fe en Jesucristo de la fe y pertenencia a la Iglesia: "Cristo sí, Iglesia no".

La puerta es el lugar por donde las ovejas salen del redil en busca de buenos pastos. ¿Cuáles son esos pastos para la comunidad cristiana? Ante todo, la Palabra viva y eficaz de la Escritura, luego los sacramentos instituidos por Jesucristo para la salvación de los creyentes, finalmente el buen ejemplo de los hermanos en la fe. La puerta para tener acceso a esos buenos pastos es Jesucristo en su realidad histórica y en su vida gloriosa, Palabra de Dios y auténtico 'exegeta' del Padre, fuente y origen primordial de todos los sacramentos, arquetipo del estilo cristiano de vida.

La puerta del redil es también un instrumento de protección y defensa de quienes están dentro. Jesucristo resucitado es el guardián de las ovejas, que las defiende de cualquier salteador y de cualquier lobo rapaz que merodea en torno al redil. Cuando la comunidad creyente está protegida por Cristo, la única puerta del redil, hemos de estar seguros de que al rebaño no le acaecerá nada malo, no sufrirá ningún daño, incluso en medio de tribulaciones y grandes dificultades de enemigos poderosos que quieren asaltar el rebaño.

Por deseo del Papa Pablo VI se celebra hoy en toda la Iglesia la jornada mundial por las vocaciones sacerdotales. Y tengamos presente que el sacerdote ciertamente no es la puerta del redil, pero sí el guardián que la abre y la cierra a las ovejas. Un momento propicio para tratar un tema de tanta actualidad y de tanta necesidad para el futuro de la fe. Propongo algunos puntos de reflexión:

SUGERENCIAS PASTORALES

Explicar y ayudar a la gente a comprender que una Iglesia sin sacerdotes no es la Iglesia querida por Jesucristo, como tampoco lo sería una Iglesia sin laicos. La Iglesia de Cristo está constituida por jerarquía y laicado, por pastores y ovejas, por quienes han sido llamados a ejercer el servicio de la autoridad y de la donación total, y quienes han sido llamados a ejercer el servicio de la obediencia y del esfuerzo cristiano en el mundo.

La vocación sacerdotal es un don de Dios, pero que requiere la colaboración de todos (familia, parroquia, asociaciones, movimientos eclesiales) para que el don despunte en el corazón de los llamados. La semilla de Dios no despuntará ni crecerá, si no encuentra una tierra buena y fecunda. ¿Nos hemos preguntado alguna vez sobre el número de vocaciones al sacerdocio, 'frustradas' porque no contaron con el ambiente favorable?

Orar con constancia por las vocaciones sacerdotales: por las nuevas levas que inician el camino de preparación, por quienes ya están en camino para que continúen en él preparándose lo mejor posible para llevar a cabo su ministerio pastoral, por quienes ya son sacerdotes para que tengan siempre presente ante sus ojos 'al pastor y guardián de nuestras almas'. ¿No sería estupendo instituir en tu parroquia la adoración por las vocaciones, un día de cada mes?