XVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 6,30-34

Autor: Padre Antonio Izquierdo   

 

 

Primera: Jer 23, 1-6; Segunda: Ef 2, 13-18; Evangelio: Mc 6, 30-34

NEXO entre las LECTURAS

Reunir. Éste es el concepto clave de la actual liturgia. "Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas", dice Yahvéh (primera lectura). Jesús ve la multitud con compasión y exclama: "son como ovejas que no tienen pastor" (evangelio), pero él, buen pastor, las reunirá en un solo rebaño (Jn 10,16). Jesús, buen pastor, reúne también en un solo rebaño a los que "estaban lejos" (paganos) y a los que "estaban cerca" (judíos) por medio de su sangre derramada en la cruz (segunda lectura).  

MENSAJE DOCTRINAL

Como ovejas sin pastor. En la sustancia de las cosas, la humanidad se halla desde sus inicios en situación parecida, aunque cambien las circunstaNCIAS aparentes: pastores que abandonan a sus ovejas, y ovejas que abandonan a sus pastores. El profeta Jeremías, en la primera lectura, hace mención de los reyes-pastores de Judá (metáfora muy frecuente en la cultura de aquel tiempo), que en lugar de pastorear a las ovejas, las extravían, las dispersan y las ahuyentan. Reyes-pastores que en lugar de obedecer a Dios, que les habla por Jeremías, para bien de las ovejas, obedecen a criterios humanos, bajo cuya guía causan la ruina del rebaño, que irá en exilio a Babilonia. Seis siglos más tarde, ve Jesús "como ovejas sin pastor" a las multitudes galileas que acuden a él para escuchar su palabra de verdad y de salvación. Ovejas sin pastor, sí, porque los pastores del pueblo (sacerdotes, escribas) no parecían mostrar interés por las ovejas, signadas por la maldición por el hecho de no conocer la ley (Jn 7, 49). Desde que el hombre es hombre ha necesitado guías que le indiquen el camino y le dirijan por la senda de su auténtica humanidad hacia el horizonte de la felicidad y de Dios. ¿Dónde, quiénes son hoy esos guías? En una crisis epocal como la nuestra, los hombres no miran ya hacia los "gurus" de la ciencia, de la técnica, de la religión "a la carta", sino hacia los pastores de la Iglesia. ¿Estamos los pastores de la Iglesia a la altura de nuestro cometido en este momento dramático y estupendo de la historia?

Pastores fallidos. Los textos de la liturgia algo nos deben enseñar. Nos hablan de pastores fallidos, que han fracasado en la tarea y responsabilidad encomendada. Pastores fallidos primero de Israel y luego de Judá fueron muchos de sus reyes. Pero no sólo los reyes, también algunos profetas fallaron en su cometido de pastores porque no profetizaban la Palabra de Dios, sino sus propias palabras; igualmente, entre los sacerdotes hubo quienes con su antitestimonio y su conducta distante del pueblo y colaboracionista con el poder romano extraviaron no poco a sus ovejas. Y, si quienes son columnas del edificio, se tambalean, ¿quién podrá mantenerse en pie? Éste es el gran drama de la historia en cada generación. También en la nuestra. Una generación sin pastores vive a la desbandada, se revuelve infeliz en la ciénaga del sinsentido. Una generación con pastores que no lo son, se ve abocada a la desconfianza en la autoridad, vive el suplicio de la confusión, se encierra en el subjetivismo atroz e insolidario. Toda generación requiere con urgencia pastores-testigos, que señalen con su vida el verdadero camino del hombre.

El Buen Pastor. En la primera lectura, Dios se presenta como el Pastor por excelencia de las ovejas de Judá. Con el paso de los siglos la imagen de Dios-Pastor se encarna y refleja en Jesucristo, Buen Pastor. ¿Qué hace un pastor bueno? Ante todo, sentir profundamente una sincera compasión por las ovejas descarriadas, desorientadas, sin guías. Después, reunir a las ovejas bajo su guía, para evitar por un lado que los lobos las atrapen y devoren, y por otro para dar a todas el alimento de la verdad y del bien. Luego, cuidará de que crezcan y se multipliquen, y de esta manera prolonguen en la historia de las generaciones sus maravillas en favor de los hombres. Finalmente, elegirá otros pastores que le ayuden en su labor de guía y con ellos continuará llevando a las ovejas a verdes praderas y a frescas aguas (evangelio puro, sana filosofía, doctrina dogmática y moral de la Iglesia, acciones y signos poderosos de Dios por medio de ellos). El Buen Pastor necesita de muchos y buenos pastores.  

SUGERENCIAS PASTORALES

A la búsqueda de orientación. Los sociólogos que pulsan día a día el estado de la sociedad en que vivimos, coinciden en que la humanidad ha llegado a la terminal de un viaje histórico. En el momento actual, tiene los mejores medios para emprender un viaje fenomenal y grandioso por el futuro, pero los "pilotos" no tienen idea de adónde dirigirse, a qué terminal llegar. Corren, vuelan, surcan el mar de la historia no pocas veces sin rumbo. Por eso, nuestro tiempo es un momento magnífico, una oportunidad extraordinaria para la Iglesia. Desde hace dos mil años, la Iglesia fundada por Jesucristo sabe de dónde viene y a dónde va. La Iglesia tiene el mapa de ruta para que la humanidad alcance su destino, la terminal de la historia, que no puede ser otra sino Dios. Como dice el Cardenal Ersilio Tonini, hemos llegado a un momento en que en los foros internacionales y en los parlamentos se hablará de Cristo, "origen, guía y meta de la humanidad". No sólo en los grandes foros, también en los pequeños foros de la diócesis, de la parroquia, de la acción católica, de los grupos y movimientos, Cristo y los valores cristianos recuperarán terreno en la sociedad, que buscan ansiosamente en ellos una guía certera y segura.

Unidos bajo un mismo Pastor. Ante una sociedad que afanosamente reclama orientación, es urgente que todos los cristianos nos unamos bajo un mismo Pastor, el Buen Pastor. Porque la primera orientación que Cristo ofrece a los hombres es precisamente la unidad en la verdad y en la caridad. Siendo muchos los siglos en que las divisiones han prevalecido, los pasos en el camino hacia la unión plena (campo de la doctrina dogmática y moral) son lentos y progresivos. No debe extrañarnos. Los expertos y responsables de las Iglesias irán, con la ayuda de Dios, deslindando los diversos temas y ofreciendo las soluciones más correspondientes al designio de Dios. Nosotros fijémonos en que, si es mucho lo que nos divide, es mucho más lo que nos une. Promovamos con nuestra palabra y con nuestra vida la unidad en la verdad, pero por igual y mucho más la unidad en el amor hacia todos los cristianos, en el respeto hacia los miembros de otras Iglesias, en la colaboración para fomentar y defender los fundamentales valores humanos y cristianos... Que en esta labor unitaria nos guíe siempre Cristo Pastor, el único Pastor de todos. Unidos bajo un mismo Pastor podremos más fácilmente y con mayor eficacia ser verdaderos guías para nuestra sociedad.