II Domingo de Adviento, Ciclo B
San Marcos 1, 1-8

Autor: Padre Antonio Izquierdo  L.C

 

 

Primera: Is 40, 1-5.9-11; segunda: 2Pe 3,8-14; Evangelio: Mc 1, 1-8

NEXO entre las LECTURAS

La imagen del "desierto" aparece en la primera lectura y en el evangelio y en ella se compendia el mensaje litúrgico de este domingo de adviento. En el exilio babilónico, a punto ya de que se acabe, un voz grita: "Preparad en el desierto un camino al Señor" (primera lectura). En el evangelio la voz que así grita es la de Juan Bautista, el precursor del Mesías, cuya venida está ya cerca. También en el "desierto" el hombre habrá de prepararse para la grande venida última del Señor, en la que "esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva, en que habite la justicia" (segunda lectura). 

MENSaje DOCTRINAL

Un "desierto" necesario. En el mundo se dan fenómenos nada evangélicos, nada cristianos. Como los judíos exiliados de Babilonia estaban encandilados por la grandeza del imperio y por la fastuosidad de sus ritos religiosos, los hombres de hoy sienten la seducción del progreso técnico, el prurito de otras religiones que no son cristianas, el reclamo de paraísos alucinantes en que reinan la droga, el sexo y el alcohol, la dulce y adormecedora inconciencia del pecado incluso ante las exigeNCIAS básicas de los diez mandamientos...En estas circunstaNCIAS surge la necesidad del "desierto": lugar o estado del espíritu donde recrear el ambiente propicio y favorable para encontrarse con Dios y con la propia dignidad de imagen e hijo de Dios, mediante el silencio interior y el recogimiento de los sentidos, mediante la meditación y la plegaria asiduas. Ante la pérdida del sentido de Dios y del sentido del pecado se requieren "espacios", sean exteriores o interiores, de recuperación de sentido, de readquisición de principios, valores y convicciones anclados en el mismo ser del hombre y del cristiano.

La intervención divina. Dios desea intervenir en la historia y en la vida del hombre, día con día. Los hombres, sin embargo, ni captan la intervención divina ni se dejan conducir por ella, sino únicamente en el "desierto". Sólo en el "desierto" los hombres se dan cuenta, como los judíos de Babilonia, que hay valles que elevar, colinas que abajar y caminos torcidos que enderezar, a fin de regresar otra vez a la tierra prometida (primera lectura). Sólo en el "desierto" escuchan la predicación de Juan Bautista, se convierten y reciben el bautismo de agua, preparación del bautismo con Espíritu Santo, propio de los discípulos de Cristo (evangelio). Dios continúa en nuestros días su intervención en la vida del individuo y de los pueblos. Imposible reconocer y aceptar tal intervención, si no se vive la experiencia purificadora y medidativa del "desierto".

El "desierto" florece. En el ambiente sereno y silencioso de "desierto" nos vamos empapando de la verdad de Dios, del sentido del tiempo, de la norma suprema de la existencia. Dios es nuestro rey que viene con poder y brazo dominador para liberarnos del pecado y de sus secuelas; Dios es nuestro Señor que trae consigo su salario de vida y salvación eternas; Dios es nuestro pastor, que reúne al rebaño y lo cuida amorosamente (primera lectura). En el "desierto" conoceremos que el día del Señor llega como un ladrón y que el cómputo del tiempo que Dios hace no coincide con el de los hombres. En el "desierto" sabremos que Dios no quiere que alguien se pierda, sino que todos se conviertan. En el "desierto" veremos con claridad que la espera de la venida del Señor debe llevar al hombre a una conducta santa y religiosa, es decir, al cumplimiento perfecto de la voluntad santísima de Dios (segunda lectura). 

SUGERENCIAS PASTORALES 

Un "desierto" en tu vida. La vida es movimiento, acción, ir y venir, hacer, proyectar, progresar, cambiar. Tu vida, desde la mañana a la noche, está llena de trabajos y tareas, de citas y reuniones, de contactos y relaciones, de ruido, smog, tensión nerviosa...Puedes llegar a pensar que más que vivir eres "vivido" por el dinámico duende de cada día. ¿Cómo vivir? ¿Cómo ser tú mismo en plenitud? ¿Cómo infundir espíritu al duende cotidiano, no poco materialista y ramplón? Tienes necesidad de "desierto". Y eres tú mismo quien puede y tiene que construírselo con paciencia, voluntad y gracia de Dios. Dentro de tu "desierto" te será fácil prepararte bien para la Navidad, para la sorpresa de Dios en este año jubilar.

¿Sabes quién viene?. La respuesta es fácil y clara para un cristiano: "El Verbo de Dios que se hizo hombre y nació de María la Virgen en Belén de Judá". Es la respuesta catequética, que apredimos de niños. Pero te vuelvo a preguntar: ¿Sabes realmente quién viene? A la respuesta catequética tiene que seguir la respuesta dogmática, es decir, el rico contenido doctrinal de la formulación catequética; y además la respuesta espiritual, o sea, el sentido e incidencia que Jesucristo tiene en tu mundo interior (pensamientos, decisiones, ideales, proyectos) y en tu relación con lo divino; y finalmente, la respuesta moral, aquella que se da con los comportamientos diarios según el estilo de Cristo, aquella en la que Cristo modela la propia actividad y el conjunto de las experieNCIAS vitales. ¿Sabes realmente quién viene? ¿Es la tuya una sabiduría meramente nocional o incide vitalmente en toda tu personalidad y en toda tu experiencia existencial? El adviento es tiempo favorable para dar una respuesta completa a pregunta tan sencilla, pero tan trascendental.