XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

II Tesalonicenses 3:7-12

Autor: Padre Carmén Mele O.P

 

 

¿Trabajamos para vivir? O ¿vivimos para trabajar? ¿Es el trabajo una vocación, una carrera, o sólo los medios para que podamos hacer lo que realmente nos importe? La segunda lectura de la misa hoy nos da materia para reflexionar sobre estas cuestiones.

La segunda Carta a los Tesalonicenses de que sacamos la lectura dice que el regreso del Señor no tendrá lugar pronto. Por eso, San Pablo exige en la lectura que toda persona imite a él trabajando por el pan que coma. No cabe duda, entonces, trabajamos para vivir. Tenemos carrera para apoyar a nosotros mismos y nuestras familias.

Según los Hechos de los Apóstoles Pablo es un fabricador de tiendas de campaña. Podemos imaginar fácilmente a Pablo en el taller de trabajo hablando con la clientela sobre Jesús e invitándole a la cena del Señor después de trabajo. De esta manera Pablo combina su carrera y su vocación para predicar el evangelio. Como San Pablo, todos nosotros somos discípulos de Cristo llamados a compartir el evangelio con los demás. Podemos desempeñar esta vocación en nuestras carreras mencionando como Jesús nos ha salvado del pecado.

Sin embargo, nuestras carreras pueden volverse en nuestras vocaciones. Cuando trabajamos con diligencia en empresas honestas, contribuimos a un mundo nuevo, el modelo para el Reino de Dios. Aunque seamos barredores de calle, nuestros esfuerzos participan en el diseño de Dios para el bien de Su pueblo. Algunos piensan en hacer ministerios dentro de la iglesia después del trabajo o cuando se jubilen del trabajo. Que nuestra meta sea hacer el ministerio todos los días que trabajemos en llevar a cabo nuestras tareas el mejor posible.