Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista, Ciclo C

Lucas 1, 57-66.80

Autor: Padre Carmén Mele O.P

 

 

En Ciudad Juárez una religiosa ha estado formando una comunidad de mujeres pobres. Ha organizado una cooperativa de artesanía de coser. También ha establecido una escuelita para los hijitos de las mujeres. Sobre todo ha plasmado un grupo de oración. El viernes por la tarde las mujeres guardan sus hilos y agujas para rezar juntos. Por supuesto todas las mujeres quieren recibir la Santa Comunión en la misa dominical. Sin embargo, como se puede imaginar, no todas están libres para hacerlo. Algunas no están casadas por la iglesia. Otras viven con otro hombre. La religiosa recuerda a estas mujeres que aún si no pueden recibir la hostia, pueden hacer una comunión espiritual. Eso es, pueden exponer en oración su deseo para recibir el cuerpo de Cristo y renovar su fe en la presencia de lo mismo en el sacramento. Por hacer la Comunión espiritual las mujeres están conformándose con la voluntad de la Iglesia.

En el evangelio hoy vemos a Isabel y Zacarías actuando en una manera semejante. La costumbre es que se nombre el primogénito según su padre. Pero el ángel que reveló a Zacarías cómo su esposa estéril daría luz a un hijo también le dijo que el nombre de la criatura sería Juan. Por razón de cumplir la voluntad de Dios entonces, Isabel y Zacarías insisten que su hijo sea llamado Juan.

A veces nos cuesta cumplir la voluntad de la Iglesia que en la gran mayoría de los casos es la voluntad de Dios. No vamos a lograrlo si seguimos encumbrados por el orgullo. Como si fuera un cuarto con espejos para las cuatro paredes, el orgullo nos hace pensar principalmente en nosotros mismos. Comenzamos a pensar que somos más importantes que Dios y a creer que nuestros juicios son más sabios que los suyos. Una meta de la vida es reemplazar el orgullo con la humildad. La humildad se nos lleva del cuatro de espejos y nos ponen en el aire libre. En lugar de pensar en nosotros mismos, nos damos cuenta de la grandeza de la creación. Entonces, queremos sintonizarnos con Dios, el Creador.

El Evangelio según San Juan cita a Juan Bautista comentando: “(Jesús) ha de ir aumentando en importancia, y yo disminuyendo.” Eso es la humildad heroica que debemos imitar. La Iglesia fija el 24 de junio para el nacimiento de San Juan porque la luz del día acaba de comenzar disminuyéndose como el Bautista dice que tiene que suceder. Asimismo, celebramos el nacimiento del Jesús el 25 de diciembre cuando la luz del día acaba de comenzar aumentándose. Nosotros mostramos la humildad propia cuando nos levantamos todos los días pensando cómo puede la luz de Cristo Jesús reflejarse en mí.