XXIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Lucas 15, 1-32: Dios al encuentro del hombre perdido
Autor: + Mons. Carmelo Juan Giaquinta
Arzobispo emérito de Resistencia, Argentina


Apuntes de monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia, para la homilía del 24º domingo durante el año (16 de setiembre de 2007)

 

I. El amor preferencial de Cristo por los pecadores

 

1. El capítulo 15 del Evangelio según San Lucas, que leemos hoy, es una obra de arte, capaz de conmover el corazón. Jesús esta sentado a la mesa con los cobradores de impuestos y los pecadores, la gente más rechazada en Israel: “Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo” (v. 1). Los fariseos observantes de la Ley y los escribas conocedores de las Santas Escrituras observan la escena y rechazan la actitud acogedora de Jesús: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos” (v. 2). Jesús responde a la crítica con tres parábolas: la del pastor que tiene cien ovejas y perdió una; la de la mujer que tiene diez monedas de plata y perdió una; y la del padre que tiene dos hijos, pero el menor se fue de casa.

 

2. Solemos aplicar estas parábolas a situaciones puntuales. Y sea para incentivar el celo apostólico de los pastores a que imitemos al Buen Pastor que deja a las 99 ovejas para ir a buscar a la extraviada, o a la mujer que barre la casa hasta encontrar la moneda perdida. Sea para exhortar al cristiano extraviado a tener confianza en Dios Padre y a convertirse a él, como hace el hijo menor.

 

3. Puede ser legítimo hacerlo así. Sin embargo, si subrayásemos sólo esos elementos, se correría el peligro de no entender la intención profunda del capítulo 15: mostrar la diferente actitud frente a los pecadores que tienen Jesús y los fariseos. El primero, de acogida. De rechazo, los segundos. Lo cual se ve sobre todo en la segunda parte de la parábola del hijo pródigo, que describe la actitud de rechazo que el hijo mayor tiene con su hermano que vuelve, muy diferente de la actitud acogedora del padre compasivo.

 

II. Situaciones pastorales cruciales en la Iglesia

 

4. Los Evangelios no son simples recopilaciones de dichos y hechos de Jesús tal como acontecieron materialmente en el pasado, sino que tienen el color de la comunicación viva que el evangelista hace de ellos a una comunidad concreta para iluminar una situación presente. Por eso se los llama “Evangelios”. Son anuncio de salvación, y no meros anecdotarios religiosos. Es legítimo, por tanto, preguntarse qué estaría sucediendo en la Iglesia cuando San Lucas escribía el capitulo 15, que hoy nos ocupa.

 

5. En el libro de los Hechos de los Apóstoles, que es en el segundo tomo de su obra, San Lucas describe una situación semejante. Gracias a la predicación de Pablo y Bernabé muchos paganos se convirtieron a Cristo. Mientras los cristianos de Antioquia se alegran por ello y comen juntos la eucaristía, los cristianos de Judea no ven con buenos ojos que los convertidos del paganismo estén en la Iglesia en pie de igualdad. Y exigen que se hagan judíos circuncidándose como ellos. (Recomiendo leer los capítulos 10, 11,1-18 y 15 de los Hechos. Las disputas afloran en varias cartas apostólicas). Los Apóstoles celebraron un Concilio en Jerusalén para examinar la cuestión. Y resolvieron la no necesidad de la circuncisión para los paganos conversos y su aceptación en la Iglesia en pie de igualdad. Lo cual significó una revolución en la comprensión de su universalidad.

 

6. A dos mil años de distancia, alguno puede sonreírse porque entonces fuese tan importante circuncidar o no el prepucio. Para los primeros cristianos, que eran judíos, era una cuestión capital. Desde Abraham la circuncisión era la señal de la alianza con Dios. El mismo Jesús fue circuncidado. Pablo hizo circuncidar a Timoteo, pues era hijo de madre judía.

 

III. La brújula para encontrar la solución

 

7. El problema sobre qué es esencial y qué es secundario en la práctica de la fe cristiana se ha planteado muchas veces en la historia de la Iglesia. Sucede también hoy, y volverá a suceder. Es propio de su caminar histórico. Y cuando sucede, es normal que se provoquen tensiones. Su solución no está escrita en la Biblia. Pero en ella está la brújula para encontrarla. El capítulo 15 del Evangelio según Lucas lo es. Nos señala el norte: es Jesús sentado a la mesa con los pecadores y excluidos, a quienes muestra un amor de veras preferencial. Es intransigente con el pecado, pero de infinita misericordia con el pecador. Rechaza el dominio de una cultura religiosa sobre las otras, pero acepta que se lo siga desde toda cultura purificada de sus aspectos negativos.

 

8. El uso de esta brújula supone que el navegante la conozca. Me animo a plantear una pregunta: ¿la consideración del amor preferencial de Cristo por el pecador brilla en la Iglesia contemporánea? ¿O está un tanto oscurecida? Hablamos mucho de “amor preferencial” por los pobres; lo cual está bien. Pero desde hace décadas reina un silencio casi total sobre su “amor preferencial a los pecadores”; lo cual está mal. El Cristo que se nos ha revelado es el que vino por los pecadores. Como dice San Pablo: “Es doctrina cierta y digna de fe que Jesucristo vino al mundo a salvar a los pecadores” (1 Tm 1,15). No conocemos a otro Cristo. Tampoco podemos predicar a otro. ¿No habremos de contemplarlo un poco más?

 

Mons. Carmelo Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia
Fuente: AICA.org con permiso del Sr. Arzobispo