XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.

Lucas 17, 11-19: Ser responsable (I)
Autor: + Mons. Carmelo Juan Giaquinta
Arzobispo emérito de Resistencia, Argentina


Mensaje dominical de Mons. Carmelo Giaquinta, arzobispo de Resistencia
10 de octubre de 2004 - Vigésimo octavo domingo durante el año



BUSH Y EL REINO DEL REVÉS


1.
“El mundo sin Sadam Husseim es ahora más seguro”, repite George W. Bush en su campaña por la reelección. Y con ello pretende justificar la decisión de invadir a Irak y sus mentiras sobre las armas de destrucción masiva, y que reconozcamos que valió la pena. Es incapaz de reconocer el estrago que esas mentiras han causado al orden internacional y cuánto más inseguro han vuelto al mundo. Lo mejor que Bush podría hacer sería confesar: “Mentí. Pido perdón a Irak y al mundo entero. Y recomiendo combatir a los mentirosos de la política lo mismo que a los terroristas de Ben Laden”.


2. ¡Cuánto bien le haría al mundo! Y ello, porque hechos absurdos como ése se nos imponen todos los días. El máximo del absurdo es que tengamos que decir que lo que está mal está bien. Los medios, los parlamentos, muchos que posan de pensadores, capitales que ven un negocio posible en todo lo que sea depravado: van creando un pensamiento al revés del sentir común. Y todos nos vamos plegando como borregos al coro monocorde que aplaude lo innombrable: “¡Qué bella es la fealdad! ¡Qué bien está!”. Está bien la televisión puerca que invade nuestros hogares. Está bien el sexo en la vía pública. Está bien la sodomía. Está bien el casamiento de las personas del mismo sexo. Está bien inducir a nuestros chicos y chicas a tener sexo prematuro e irresponsable. Está bien la prostitución infantil. Está bien el turismo porno. Está bien apoderarse de lo que es público, desde los ventiladores de las escuelas de barrio hasta los tomógrafos de un gran hospital. Está bien secuestrar personas. Está bien amputarles un dedo. Está bien apalearlos, filmar el tormento y mandar el film a la familia para extorsionar el rescate. Está bien degollar a los rehenes. Está bien cortar las calles. Está bien utilizar cualquier medio para protestar, incluso desparramar la basura ante las casas de los vecinos. Está bien que los que tienen poder “metan la mano en la lata” sin importarles del hambre del pueblo. Está bien... Todo lo malvado y depravado está bien. Y si no está bien, ¡cuidado con decir que está mal! Podría ser “discriminación”. A lo sumo dígase que es “incorrecto”. Y a los malvados llámeselos “pícaros” como si fuesen chicos traviesos. No medimos las consecuencias de esta tergiversación de lo malo en bueno.



II. LA MASACRE DE CARMEN DE PATAGONES


3. ¿A alguien se le ocurrió pensar todo lo que pasó por la mente de “Junior” hasta que decidió disparar contra sus compañeros en la escuela de Carmen de Patagones? Si todo lo que está mal está bien, ¿no habrá pensado quizá: “¿por qué va a estar mal que yo agarre el arma de papá y mate a mis compañeros, que son tan desgraciados como yo?”. También “Junior” es víctima de este mundo que ha perdido los valores. No importa que viviese en la tranquila Carmen de Patagones junto al Río Negro, que durante años contemplé desde la orilla vecina siendo Obispo auxiliar de Viedma. Ya no hay rincones tranquilos. La geografía dejó de ser la barrera que defienda a los adolescentes de los antros de corrupción. De muchas maneras, pero sobre todo a través de los medios, y en especial de la TV, una incultura corrupta y corruptora se va adueñando de todo. Y ello con la anuencia y aliciente de los mayores, que hemos claudicado de nuestra misión de educadores de nuestros hijos. Y también con la cobardía de los buenos, que temen pasar por mojigatos.



III. CORRESPONSABLES DE LO QUE SUCEDE Y DE LA SOLUCIÓN


4. Admitamos que “Junior” enloqueció. Lo enloquecimos. Muchos chicos están enloqueciendo en este mismo momento. (Hoy sábado 9 de octubre, son las 4,10 de la mañana, y junto a mi ventana está pasando un coche con música a todo volumen. Estamos todos locos. Pero nadie lo dirá, porque queremos parecer cuerdos). No todos los chicos dispararán una pistola contra sus compañeros. Pero se están entrenando en un polígono temible: sensación de abandono, de inutilidad, desilusión, amargura, resentimiento, odio, placer hueco, sexo fácil, droga. Se disponen a protagonizar mañana escenas aún más horrorosas que la de Carmen de Patagones.

No sé si el padre le enseñó a “Junior” a disparar. Pero tengamos la valentía de admitirlo: toda la sociedad le enseñó a apuntar contra sus compañeros.


5. Pero nada malo que hace el hombre es irremediable. Ante la degeneración ambiental es posible primero poner una barrera de contención. Leyes inteligentes, que miren a defender el bien común. Segundo, implementar una educación nueva de nuestros adolescentes, fundamentada en sólidos valores humanos: veracidad, bondad, justicia, respeto al otro, sentido del propio cuerpo, solidaridad, amor al estudio y al trabajo, austeridad, espíritu de sacrificio, coherencia de vida. Y ello, desde la familia, la escuela, la Iglesia. Y ojalá también desde los medios de comunicación. Y todo acompañado del testimonio de vida. Porque nada revienta más a los chicos que vernos a los adultos mentirles.



IV. DOMINGO DE LAS MISIONES


6. La maldad hoy está globalizada. Muchas de las conductas inhumanas que desarman a nuestros hijos nos vienen de afuera. Aunque ya no hay ni afuera ni adentro. Lo que hacemos aquí repercute instantáneamente en los confines del mundo. Y viceversa. Sin perder la esperanza, y confiada en la fuerza del Espíritu de Jesucristo, a la Iglesia le corresponde alentar a la familia a educar a sus hijos. Alentar a los docentes. Mejorar permanentemente su catequesis. Volver a enseñar con sabiduría evangélica los mandamientos que Dios escribió en nuestro corazón.

La lucha pareciera desigual. No importa. David, confiando en la fuerza de Dios, pudo contra Goliat.

Y, además, no olvidemos el trabajo evangelizador a realizar en los pueblos donde todavía Cristo no ha sido anunciado. Hoy, domingo de las Misiones, oremos a Dios por ellas. Y realicemos nuestra ofrenda generosa.

 

Fuente: AICA.org con permiso del Sr. Arzobispo