Solemnidad. San José, esposo de la Virgen María

San Mateo 1,16.18-21.24: "La promesa está asegurada para toda la descendencia"

Autor: Basada en el Catecismo de la Iglesia Católica

Fuente: almudi.org (con permiso)  suscribirse

 

"La promesa está asegurada para toda la descendencia"

El profeta Natán, que inicialmente había anunciado que David construiría el templo, cambia ahora el sentido de sus palabras, para decir que, por medio del rey, Dios "construirá" una dinastía ("casa") perdurable. Es una promesa personal, porque, mientras al pueblo de Israel se le aseguran paz y seguridad, a David se le anuncia un larguísimo linaje.

En José se dan dos momentos claves: saber esperar sin precipitaciones ("no quería denunciarla"), y aceptar desde la fe el anuncio del origen de la gravidez de su esposa. Con toda verdad se le puede llamar "justo", "bueno" y "honrado". Desde el primer momento de su narración, san Mateo trata de presentar la novedad de Cristo. José, perfecto conocedor de las maravillas obradas por Dios a lo largo del Antiguo Testamento, recibe ahora el anuncio de la última "maravilla". Y oye, atiende y entiende. Porque actuaba desde la plena confianza en Dios.

El hombre que dice no escuchar a Dios le tacha de mudo, pero nunca se le ocurre pensar si es que él mismo está sordo. La miseria del que no atiende ni escucha a otro está en que se cierra a sí mismo el camino, mientras no cambie. !Y es que no hay peor cosa que creer que uno ya lo ha escuchado todo y lo sabe todo! Y atender quiere decir que quien habla es importante, y si el mensaje es de Dios, nadie puede distraerse.

La concepción virginal, obra divina:

"Los relatos evangélicos presentan la concepción virginal como una obra divina que sobrepasa toda comprensión y toda posibilidad humanas: "Lo concebido en ella viene del Espíritu Santo'', dice el ángel a José a propósito de María, su desposada (Mt 1,20). La Iglesia ve en ello el cumplimiento de la promesa divina hecha por el profeta Isaías: "He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un Hijo''" (497; cf. 498).

San José, patrono de la buena muerte:

"La Iglesia nos anima a prepararnos para la hora de nuestra muerte ("De la muerte repentina e imprevista, líbranos Señor''), a pedir a la Madre de Dios que interceda por nosotros "en la hora de nuestra muerte'' (Ave María), y a confiarnos a san José, Patrono de la buena muerte" (1014).

"La contemplación es escucha de la palabra de Dios. Lejos de ser pasiva, esta escucha es la obediencia de la fe, acogida incondicional del siervo y adhesión amorosa del hijo. Participa en el "sí'' del Hijo hecho siervo y en el "fiat'' de su humilde esclava" (2716).

"El discípulo de Cristo acepta "vivir en la verdad'', es decir, en la simplicidad de una vida conforme al ejemplo del Señor y permaneciendo en su Verdad. "Si decimos que estamos en comunión con Él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos conforme a la verdad'' (1 Jn 1,6)" (2470; cf. 2570).

"Sólo pido por amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción. En especial personas de oración, siempre que le habían de ser aficionadas; que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles, en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no den gracias a san José por lo bien que les ayudó a ellos" (Santa Teresa de Jesús, lib. vida, 6).

Tener el oído y el espíritu abiertos para oír a Dios es tener la voluntad decidida a llevar a cabo su encargo.