Vigilia Pascual
Autor: Basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
Fuente: almudi.org (con permiso) suscribirse
Comisión
de Catequesis de la Conferencia Episcopal Española
"Cristo, tu Hijo resucitado, al salir del sepulcro, brilla sereno para el linaje
humano"
El Bautismo como símbolo de la muerte, sepultura y resurrección con Cristo, es
expresado por san Pablo con términos técnicos muy precisos. Indican la plena
identificación con Cristo por parte del bautizado. Por la fe y el bautismo, el
hombre es "introducido en Cristo"; es "identificado con Cristo"; vive "unido a
Cristo" resucitado, y algún día "vivirá con" Cristo eternamente.
Lo trascendental del anuncio que reciben las mujeres junto al sepulcro es: "Ha
resucitado". Se insiste en las dificultades de la piedra. Y, con la mostrada
evidencia del sepulcro vacío, se señala lo perceptible del suceso.
Las mujeres se debaten entre la incertidumbre antecedente ("¿Quién nos correrá
la piedra a la entrada del sepulcro?"), y el asombro posterior ("salieron
corriendo,... temblando de espanto"). Este último hasta les impide hablar. Ante
la NOTICIA, no saben qué hacer con tanto gozo y tanta responsabilidad. Es el
gozo de haber creído.
Cuando al mundo le invaden la indolencia, el conformismo y "el aquí no se puede
hacer nada", se retrata el miedo a comenzar. Lo que llama la atención de las
muchas consecuencias de la Resurrección es la inmediata desaparición de toda
señal de apatía, abatimiento y derrota. Había comenzado lo nuevo, y empezaba por
el corazón de los hombres que habían creído.
La Resurrección, obra de la Santísima Trinidad:
"La Resurrección de Cristo es objeto de fe en cuanto es una intervención
transcendente de Dios mismo en la creación y en la historia. En ella, las tres
personas divinas actúan juntas a la vez y manifiestan su propia originalidad. Se
realiza por el poder del Padre que «ha resucitado» (Hch 2,24) a Cristo, su Hijo,
y de este modo ha introducido de manera perfecta su humanidad -con su cuerpo- en
la Trinidad. Jesús se revela definitivamente «Hijo de Dios con poder, según el
Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos» (Rm 1,3-4). San
Pablo insiste en la manifestación del poder de Dios por la acción del Espíritu
que ha vivificado la humanidad muerta de Jesús y la ha llamado al estado
glorioso de Señor" (648; cf. 640; 649-650).
Nuestra incorporación a la muerte y resurrección de Cristo por el Bautismo:
"Según el apóstol san Pablo, por el Bautismo el creyente participa en la muerte
de Cristo; es sepultado y resucita con Él: «¿O es que ignoráis que cuantos
fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues,
con Él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que
Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así
también nosotros vivamos una vida nueva (Rm 6,3-4)». Los bautizados se han
«revestido de Cristo» (Ga 3,27). Por el Espíritu Santo, el Bautismo es un baño
que purifica, santifica y justifica" (1227; cf. 1226.1228).
"Para mí es mejor morir en Cristo Jesús que reinar de un extremo a otro de la
tierra. Lo busco a Él, que ha muerto por nosotros; lo quiero a Él, que ha
resucitado por nosotros. Mi parto se aproxima... Dejadme recibir la luz pura;
cuando yo llegue allí, seré un hombre" (San Ignacio de Antioquía, Rom. 6,1-2)
(1010).
Cuando se comparte una victoria como la que Cristo nos ha regalado por su
Resurrección, ¿podrá alguien seguir teniendo miedo?, ¿podrá seguir creyendo en
la muerte como dueña definitiva del hombre?