I Domingo de Adviento, Ciclo A
San Mateo 24, 37-44: Esperar al que viene a hacer nuevas todas las cosas es empezar a sentirse renovado (PDF)

Autor: Basada en el Catecismo de la Iglesia Católica

Fuente: almudi.org (con permiso) 

 

Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica

«Esperar al que viene a hacer nuevas todas las cosas es empezar a sentirse renovado

I. LA PALABRA DE DIOS

Is 2,1-15: El Señor reúne a todos los pueblos en la paz eterna del Reino de Dios
Sal 121,1-2.3-4a(4b-5.6-7).8-9: Vamos a la casa del Señor
Rm 13,11-14: Nuestra salvación está cerca
Mt 24,37-44: Estad en vela para estar preparados

II. APUNTE BIBLICO-LITÚRGICO

Isaías contempla desde Sión la ciudad santa abriendo una nueva esperanza por la próxima intervención salvadora de Yavé.
Dios ser el centro de atención de todos los pueblos, centro de instrucción sobre la Ley.
Yavé inaugura una nueva etapa de salvación.
Lo viejo está pasado; lo nuevo se nos echa encima. La vigilancia cristiana - actitud tan destacada en la lectura evangélica- no es mirar en todas direcciones adivinando dónde pueda estar el enemigo, sino mantenerse alerta para descubrir los signos del Reino de Dios en el mundo.

III. SITUACION HUMANA

Lo cristiano no es esperar a que nos den hecha la historia. Cuando el creyente se compromete con ella está haciendo presente la salvación de Dios, no la que él fabrique. Lo alienante es quedarse quieto; lo evangélico es trabajar por el Reino de Dios. Cuando alguien sabe que el Reino de Dios viene de �Él no está afirmando lo obvio: est dando muestras de no inventarse el Reino de Dios. No nos faltan ocasiones para tomar el pulso a la realidad circundante. Pero el reto cristiano es que ahí precisamente se hace la salvación por Dios y su Reino.

IV. LA FE DE LA IGLESIA

La fe
- La esperanza de los cielos nuevos y de la tierra nueva: Al fin de los tiempos el Reino de Dios llegar a su plenitud. Despues del juicio final, los justos reinarán para siempre con Cristo, glorificados en cuerpo y alma, y el mismo universo ser renovado (1042). En este «universo nuevo» (Ap 21,5), la Jerusalén celestial, Dios tendra su morada entre los hombres. «Y enjugará toda lágrima de su ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado» (Ap 21,4) (1044; cf 1045).
- El juicio suceder cuando vuelva Cristo glorioso. Sólo el Padre conoce el día y la hora en que tendra lugar, sólo É�l decidirá su advenimiento. Entonces, É�l pronunciará por medio de su Hijo Jesucristo, su palabra definitiva sobre toda la historia (1040; cf 1038. 1039. 1040).

La respuesta
- La vigilancia ante el Reino de Dios: Mirado positivamente, el combate contra el yo posesivo y dominador consiste en la vigilancia. Cuando Jesús insiste en la vigilancia, es siempre en relación a Él, a su Venida, al último día y al «hoy». El esposo viene en mitad de la noche; la luz que no debe apagarse es la de la fe: «Dice de ti mi corazón: busca su rostro» (Sal 27,8) (2730; cf 1001).

El testimonio cristiano

- La espera de una tierra nueva no debe amortiguar sino más bien avivar la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo. Por ello, aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del Reino de Cristo, sin embargo, el primero en cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa en gran medida al Reino de Dios (GS 39) (1049).

Vivir el Adviento es vivir de y para la esperanza. De ella en cuanto apoyo; para ella en cuanto preparación de los caminos del Señor.