XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

San Lucas 10, 1-12.17-20.

Manual de instrucciones personalizado para ser feliz

Autor: Padre César Tomás Tomás



Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 10, 1-12.17-20.

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.

Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."

Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo." Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre." Él les contestó: "Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.
"


MANUAL DE INSTRUCCIONES PERSONALIZADO PARA SER FELIZ

Creo que una de las pocas congregaciones que tiene exceso de vocaciones y que no caben más en algunos de sus noviciados es la Congregación de la Madre Teresa de Calcuta.

Sus conventos están llenos hasta la bandera. El motivo de tener muchas vocaciones no es porque vivan a cuerpo de rey, comida a la carta, duerman más, o que tengan casas más cómodas… ¡No! La motivación es justamente la contraria: mucha gente joven se sienta llamada a esa vocación por la exigencia clara y rotunda del evangelio en cuanto a la entrega a Dios y el servicio a los demás; los dos ejes que esta santa mujer ha dejado muy claros.

Teresa de Calcuta y muchos santos más comprendieron, precisamente desde el texto del evangelio de hoy, el camino de la verdadera felicidad: sentirse amado por Dios y servir a los más pobres.

Yo estoy convencido que muchas personas no acaban de ser felices porque no se entregan por entero a Dios y a lo que Dios les muestra en su vida. Creo que la sociedad del bienestar, las leyes de educación, los ‘remimos’, y malcrianzas de los padres, etc., dan como resultado un tipo de hombre o de mujer con blandura, que huye del esfuerzo, con alergia al sacrificio por alguien a fondo perdido, egoístas hasta la médula; interesados en lo económico, porque parece que, teniendo dinero, se puede comprar hasta la felicidad.

Viviendo de esta manera parece imposible entender la vocación como un don y unas cualidades que Dios nos ha dado para ponerlas al servicio de los demás. Es más: se entiende la vocación como la posibilidad de tener más, de acumular y poder llegar a la órbita de los ricos, de los acomodados, de los que se enclaustran en la prisión de su dinero. En este mismo sentido, bastantes padres valoran públicamente a los hijos por las carreras que tienen o por los puestos que ocupan en la escala social, el dinero que perciben, las casas que tienen… y de ello presumen en la sociedad, pero en el fondo ellos saben que ninguna de esas cosas son garantía de felicidad.

Jesús sabe que cuanto más le exija al hombre, más feliz puede ser; por eso en el evangelio de hoy todo se llena de imperativos: orad, poneos en camino, mirad, no llevéis, no os detengáis, decid primero: Paz a esta casa…

El ‘libro de instrucciones’ que les da Jesús es bien sencillo de entender: la primera de las exigencias es la de estar cogidos de la mano de Dios, orad al Dueño de la mies. Habría que repetirlo más de una vez: EL DUEÑO ES ÉL porque yo soy un pobre cura o un catequista, o un padre o lo que sea; pero no soy el dueño ni de la parroquia, ni de mi grupo, ni de la gente; ni siquiera soy mi dueño.

Una nota explicativa para que no nos deprimamos ni nos asustemos es que nos envía como corderos en medio de lobos. El ambiente va a ser hostil. Lo que digamos se difamará en muchos medios de comunicación. Nuestros fallos no tendrán perdón y se exagerarán. Se ridiculizará todo lo que venga de parte de la Iglesia... Pero por mucho que se nos ataque no podemos caer en la tentación de convertirnos en lobos. Ese tipo de metamorfosis agresiva no nos corresponde aunque tenemos que educar y luchar por la justicia.

Como fruto de esta justicia nace la otra misión que nos da el Señor: portadores de la Paz. La paz es de Dios y Él nos hace sus portadores. La paz no es ausencia de conflictos. La paz nace dentro de nosotros como fruto de esfuerzos y de muchas conquistas contra la pereza o el dejarse llevar por la corriente. La paz te hace dormir a pierna suelta acariciando tu conciencia.

La última característica que quiero resaltar de este ‘manual de instrucciones’ que nos da el Señor hoy para su seguimiento es que: seremos convincentes si no hacemos de nuestra misión nuestro negocio; ni siquiera nuestro medio de vida. La gente comenta escandalizada que en la primera sesión los concejales se han subido el sueldo. Sabemos que hay personas en la política que si no fuera por el cargo político su porvenir monetario y social sería deplorable… Pues bien: Jesús dice que nosotros nada de eso. No llevéis ni alforja ni talega (alusiones a las cosas y al dinero). La meta del seguidor de Jesús no es tener sino ser. Y todos sabemos que cuando uno se preocupa más del tener, el ser se desvanece.

Mostrar este camino como camino de felicidad nos cuesta porque creemos que es decir cosas y asegurar doctrinas con todos los medios modernos, y entonces lo estropeamos. Se nos pide hacer presente en la sociedad, en el corazón del mundo y en la vida de los hombres la fuerza trasformadora de Jesucristo y para conseguirlo no hace falta el poder humano ni político; nos serviremos de los mimos medios que se sirvió Jesucristo: solidaridad con los más abandonados, vivir la alegría de la unión con los demás hasta llamarles hermanos y llenar así de sentido nuestra vida colmada de alegría.

Ante la alegría de los discípulos por lo bien que le ha ido Jesús orienta sus motivaciones: no os sintáis contentos porque os han salido bien las cosas sino porque Dios actúa en vosotros y vuestros nombres están escritos en el cielo.

Por eso hoy me pregunto después de todo esto: ¿mi nombre está ya escrito en el cielo?