XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

San Mateo 11, 25-30: Las mejores vacaciones... ¡Gratis!

Autor: Padre César Tomás Tomás

 

 

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera."

LAS MEJORES VACACIONES… ¡GRATIS!

Venid a mí y descansad’, dicen las ofertas de hoteles ofreciendo su estancia con playas paradisíacas. ‘Venid a mí y descansad’, gritan a los cuatro vientos todos los programas de vacaciones de todas las agencias. A la voz de ¡ya! rugen los motores y las carreteras se llenan de coches a toda velocidad compitiendo para llegar cuanto antes al lugar elegido. Por cielo, rail, mar y asfalto se produce este fin de semana la gran huida del lugar donde uno vive.

Cada uno lleva su maleta con las clásicas ruedas pequeñas y el sonido característico que hacen al rodar. Además de llevar la maleta algunas veces arrastramos situaciones personales que chirrían por los cuatro costados y que necesitan algo más que unas vacaciones.

Parece que para descansar de verdad hay que gastar mucho, multiplicar viajes y hoteles, subir al avión o al tren y alejarse, alejarse, alejarse... Pero la sorpresa es que cuando pasan unos días, o todas las vacaciones, aquellos problemas siguen, las penas permanecen, las decisiones esperan y la insatisfacción se eterniza.

Por muy veloces que huyamos y por mucho dinero que gastemos nunca compraremos el descanso del corazón. Por muchos masajes, baños de barro y de algas que tomemos hay agobios que se agarran a nuestra vida y martillean nuestra conciencia pidiendo sentido, anhelando respuestas, buscando la luz que nos guíe e ilumine.

Hoy, Jesús en el Evangelio nos dice (¡qué casualidad!): “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré…”. O lo que es lo mismo: ‘por muchas vueltas que des, yo soy el destino de tu viaje.

¿Otra oferta más? No. Ésta es la verdadera oferta, la mejor, la única.

No hace falta huir, no es necesario gastar. Esos agobios necesitan un viaje distinto, al interior de la persona. Para responder a esta oferta sólo tengo que hacer el silencio, tomar conciencia de que Él, el mismo Jesús de Nazaret está en mí, esperando que le ofrezca y le presente mi vida, mis cansancios, mi soledad, la incomprensión de tantos que parecían estar cerca (y no es así); le presento mis vacíos y sinsabores; los problemas familiares y los personales. También espera mis dudas de fe y mi tibieza. Todas las dificultades que me rodean: amores rotos y esperanzas frustradas hasta en la misma familia…

No busquemos milagros fáciles o soluciones rápidas. Simplemente nos fiamos de su palabra que nos repite muchas veces: “Yo os aliviaré…” “Encontraréis en mí, vuestro descanso”. Pero habla enseguida de yugo y de carga. Y la carga y el yugo expresan dificultad y constancia, camino y tiempo, voluntad y fuerza. No es un itinerario cómodo pero es el único que conduce a la felicidad, al descanso verdadero.

El mayor inconveniente para hacer caso de esta llamada del Señor es ‘lo listo que somos’y las demostraciones palpables, agarraderos y seguridades que necesitamos para seguirle.

Mientras, Jesús, en el evangelio de hoy sigue su discurso entrañable: “Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla…”.

Todos queremos ser ‘gente sencilla’ y recibir la alabanza del Señor porque aceptamos su revelación, porque buscamos el encuentro con Él que es el que nos hace gozar del descanso.

Hoy, en esta Jornada de responsabilidad en el tráfico, nos viene muy bien pensar en la responsabilidad del otro viaje al interior de nosotros mismos y que el descanso de estos días nos haga apetecer el verdadero encuentro con Dios que se produce en lo más íntimo de nuestro corazón, y como dice la canción mística lo busquemos: “adentro, donde nace la luz, donde crece el amor, donde nos esperas tú”.

César TOMÁS TOMÁS
Delegado Diocesano de
M.C.S.