II Domingo de Adviento, Ciclo A

Autor: Padre Diego Millan García

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EVANGELIO

Mateo 3, 1-12

Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea predicando: “Convertíos, porque está cerca el Reino de los Cielos”. Este es el que anunció el profeta Isaías diciendo: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”. Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: “¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?. Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones pensando: “Abrahán es nuestro padre”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego. El tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga”. PALABRA DEL SEÑOR.

CUENTO: DIOS ESTÁ DONDE MENOS LO ESPERAMOS

Ruth fue a su buzón de correo y sólo había una carta. Ella la tomó y la miró antes de abrirla, y notó que no tenía nombre y dirección. Ella leyó: “Querida Ruth: Voy a estar en tu barrio el sábado en la tarde y quisiera verte. Te quiere siempre, Jesús" Sus manos temblaban mientras colocaba la carta en la mesa. -¿Por qué Dios querrá visitarme si no soy nadie especial?. También recordó que no tenía nada que ofrecerle. Pensando en eso, ella recordó su bodega vacía. -"Oh, no tengo nada que ofrecerle. Tengo que ir al supermercado y comprar algo para la cena". Ella tomó su cartera que contenía 7 euros. -"Bueno, puedo comprar pan y embutidos por lo menos". Se puso el abrigo y corrió a la puerta. Compró un poco del mejor pan, 300 gramos de jamón de pavo y una caja de leche, lo que la dejó con tan solo cincuenta céntimos hasta el lunes. Se sentía bien a medida que se acercaba a su casa con su humilde compra bajo el brazo. -"Señorita, por favor, ¿puede ayudarnos?”. Ruth había estado tan sumergida en sus planes para la cena que no había notado dos figuras acurrucadas en la vereda. Un hombre y una mujer, ambos vestidos de andrajos. -"Mire señorita, no tengo trabajo y mi esposa y yo hemos estado viviendo en las calles, nos estamos congelando y tenemos mucha hambre y si usted nos pudiera ayudar se lo agradeceríamos mucho". Ruth los miró. Ellos estaban sucios y malolientes y pensó que si ellos en verdad quisieran trabajar ya habrían conseguido algo. -"Señor, me gustaría ayudarlos, pero soy pobre también. Todo lo que tengo es un poco de pan y jamón, y tendré un invitado especial a cenar esta noche y pensaba darle esto de comer."."Está bien, comprendo. Gracias de todas maneras”. El hombre puso su brazo sobre los hombros de la mujer y se fueron rumbo al callejón. Ella los miraba alejarse y sintió mucho dolor en su corazón. "Señor, espere". La pareja se detuvo, mientras ella corría hasta ellos. "¿Por qué no toman esta comida?, puedo servirle otra cosa a mi invitado" dijo ella mientras les entregaba la bolsa del supermercado. - "Gracias. Muchas gracias señorita”. - "Sí, gracias", le dijo la mujer y Ruth pudo ver que estaba temblando de frío. "Sabe, tengo otro abrigo en casa, tome éste", le dijo mientras se lo ponía sobre los hombros. Ella regresó a casa sonriendo y sin su abrigo ni comida que ofrecer a su invitado. Se estaba desanimando a medida que se acercaba a la puerta de su casa, pensando que no tenia nada que ofrecer al Señor. Cuando metió la llave en la cerradura vio otro sobre en su buzón. "Qué raro. Usualmente, el cartero no viene dos veces el mismo día". Ella cogió el sobre y lo abrió: “ Querida Ruth: fue muy agradable verte de nuevo. Gracias por la comida y gracias también por el hermoso abrigo. Te quiere siempre, Jesús”.

ENSEÑANZA PARA LA VIDA:

Proseguimos el camino del Adviento bajo la severa mirada de Juan el Bautista, un profeta nada condescendiente ni permisivo, que nos alerta sobre la falsedad de una fe sociológica, basada en la pertenencia numérica a la Iglesia institución, pero que no se demuestra en una vida coherente con los valores del Evangelio. Su voz resuena tronante, limpia, pura, exigente, llamando a la conversión del corazón y al testimonio de nuestras obras. Dura advertencia en estos tiempos nuestros en que intentamos, los cristianos también, compaginar nuestra fe con todos los elementos consumistas y materialistas que nos ofrece hoy la ley del mercado y la ganancia, olvidando la dimensión solidaria y revolucionaria que vino a traer Jesús en la Navidad. Hay muchos cristianos que, como dice Juan Bautista, han recibido el bautismo de agua, pero no el de conversión. Son bautizados, pero no convertidos. Pertenecen oficialmente a la Iglesia, pero no viven el Evangelio de Cristo. Y así nos luce el pelo. Aunque en realidad, quizá sea mejor lo que nos está pasando, porque al menos se irán decantando aquellos cristianos que de verdad quieren serlo. Veremos en un futuro no muy lejano una Iglesia de minorías, sin poder político ni mediático, simple levadura en la masa, pequeña semilla que crecerá en el silencio, comunidades reducidas en número, pero quizá inmensas en calidad de fe y de testimonio. Por eso no hay que lamentarse, hay que levantarse, mirar al Señor que nunca nos abandona, preocuparnos por vivir una fe comprometida en la vida con las grandes causas humanas de la paz, la justicia y la fraternidad, defensores de la causa de los empobrecidos de la tierra. Sólo así seremos creíbles, sólo así nuestra Navidad será auténtica, sólo así vendrá Jesús a nuestro encuentro, sólo así nacerá Jesús en nuestros corazones y en nuestro mundo. Tenemos el ejemplo de la Ruth de nuestro cuento, que fue capaz, sin saberlo, de compartir todo lo que tenía con aquella pobre pareja necesitada, que no eran sino el rostro escondido del Señor en ellos. Cristo viene, vendrá esta semana de muchas formas a nuestra vida, saldrá a nuestro encuentro en tantas personas con las que nos cruzaremos. Dejémonos convertir con la llamada de Juan el Bautista y del profeta Isaías y preparemos el camino de nuestra vida para que El pueda llegar y transformar nuestra existencia y nuestro cristianismo aletargado y dormido. DESEO PARA TI UNA FELIZ SEGUNDA SEMANA DE ADVIENTO Y QUE SEPAS VER A JESÚS EN CADA SER HUMANO QUE SE CRUCE EN EL CAMINO DE TU VIDA. QUE NADIE SE VAYA DE TU LADO SIN TU PAZ, TU SONRISA Y LA BONDAD DE TU CORAZÓN.