Fiesta de la Epifanía del Señor, Ciclo A

Mt. 2, 13-15. 19-23

Autor: Padre Diego Millan García

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EVANGELIO: . Mt. 2, 1-12 

Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes.

Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:

-«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.»

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron:

-«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: 
"Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel."»

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:

-«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.»

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.   

CUENTO: LA CAJA DE BESOS 

Hace ya un tiempo, un hombre castigó a su pequeña niña de 3 años por desperdiciar un rollo de papel de envoltura dorado. El dinero era escaso en esos días por lo que explotó en furia cuando vio a la niña tratando de envolver una caja para ponerla debajo del árbol de navidad. Mas sin embargo la niña le llevó el regalo a su padre la siguiente mañana y dijo:

"Esto es para ti, Papito".

El se sintió avergonzado de su reacción de furia, pero éste volvió a explotar cuando vio que la caja estaba vacía. Le volvió a gritar diciendo:

"Qué no sabes que cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro?"

La pequeñita volteó hacia arriba con lágrimas en los ojos y dijo:

"Oh, Papá, no está vacía, yo soplé besos adentro de la caja, todos para ti."

El padre se sintió morir; puso sus brazos alrededor de su niña y le suplicó que lo perdonara. Se ha dicho que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y siempre que se sentía derrumbado, él tomaba de la caja un beso imaginario y recordaba el amor que su niña había puesto ahí. En una forma muy sensible, cada uno de nosotros humanos hemos recibido un recipiente dorado, lleno de amor incondicional y besos de nuestros hijos, amigos, familia o de Dios. Nadie podría tener una propiedad o posesión más hermosa que esta.  

ENSEÑANZA PARA LA VIDA:  

Coincide este año en domingo una de las fiestas más hermosas y populares de la Navidad, al menos en España, Italia y algunos otros países latinos. Litúrgicamente es la fiesta de la Epifanía del Señor; popularmente es la fiesta de los Reyes Magos. Las dos son compatibles, las dos expresan la misma realidad desde diferente ángulo. Mientras la Epifanía refleja el alcance universal de la salvación traída por Cristo, la Buena Noticia de su Amor ofrecida, manifestada a todos los hombres, es decir, el centro es Cristo que se da a conocer a todos los hombres, reflejados en estos tres magos, reyes, astrólogos, sabios, buscadores de la fe, de diferentes razas y pueblos. Aquí el regalo es el mismo Jesús. La fiesta de los Reyes Magos tiene su centro en esos personajes que la tradición popular y apócrifa ha reducido a tres y los ha llamado Melchor, Gaspar y Baltasar. Sus regalos al Niño Dios se han convertido en fuente de fiesta del regalo, competencia directa con el Papá Nöel de los países nórdicos y de muchos países americanos y de todo el mundo. Aquí el centro son los regalos que nosotros le ofrecemos a Jesús; oro como rey, incienso como Dios, mirra como hombre.

Es decir, hoy es la fiesta del regalo, sobre todo del regalo de la fe que nos trae Jesús, el principal de los regalos, que no es otro que regalarnos su Amor, su Paz, su propia vida divina. Jesús nos acoge como humanos para llevarnos a Dios y abrirnos su Corazón de Padre. ¡Maravilloso regalo! Lo demás, lo que nosotros le podamos ofrecer a Dios es nada en comparación con lo que Él nos da, pero aun así, Jesús acoge el pobre regalo de nuestra humilde fe y de nuestro sencillo amor. Y todo de forma gratuita e incondicional.

Hoy el regalo ha perdido este sino de gratuidad para convertirse en una espectáculo de consumo y de interés. Parece que un regalo que no cuesta mucho dinero no es regalo. Todo se compra y se vende. Nos olvidamos a veces, aunque lo sabemos y lo valoramos, que los verdaderos regalos son los que nacen del corazón, los que no cuestan dinero pero nos dan felicidad: la familia, el amor, la amistad, el tiempo, la escucha. Todo eso que es gratuito y que nos llena por dentro. Y al revés, muchas cosas caras son eso, cosas, que se regalan pero que no implican nada a la persona que los regala. Son fríos y vacíos, deshumanizados.

Ojalá que nosotros recuperemos el sentido original del regalo, la gratuidad. Y desde luego que el mejor regalo que podemos dar a los demás somos nosotros mismos, nuestra persona, nuestro amor, nuestro tiempo, nuestra amistad. No nos vaya a pasar como al padre del cuento de hoy, que no valoremos el valor inmenso de una simple caja llena de besos.

¡FELIZ, GRATUITA Y GENEROSA SEMANA A TODOS!