IV Domingo de Cuaresma, Ciclo B

Jn. 12, 20-33

Autor: Padre Diego Millan García

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Evangelio:   

Entre los que habían llegado a Jerusalén para dar culto a Dios con ocasión de la fiesta, había algunos griegos. Estos se acercaron a Felipe, que era natural de Betsaida de Galilea, y le dijeron: –Señor, quisiéramos ver a Jesús. Felipe se lo dijo a Andrés, y los dos juntos se lo hicieron saber a Jesús. Jesús dijo:–Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Yo os aseguro que el grano de trigo seguirá siendo un único grano, a no ser que caiga dentro de la tierra y muera; sólo entonces producirá fruto abundante. Quien vive preocupado por su vida, la perderá; en cambio, quien no se aferre excesivamente a ella en este mundo, la conservará para la vida eterna. Si alguien quiere servirme, que me siga; correrá la misma suerte que yo. Todo aquel que me sirva será honrado por mi Padre. Me encuentro profundamente abatido; pero, ¿qué es lo que puedo decir? ¿Padre, sálvame de lo que se me viene encima en esta hora?. De ningún modo; porque he venido precisamente para aceptar esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces se oyó esta voz venida del cielo: –Yo lo he glorificado y volveré a glorificarlo. De los que estaban presentes, unos creyeron que había sido un trueno; otros decían: –Le ha hablado un ángel. Jesús explicó:–Esta voz se ha dejado oír no por mí, sino por vosotros. Es ahora cuando el mundo va a ser juzgado; es ahora cuando el que tiraniza a este mundo va a ser arrojado fuera. Y yo una vez que haya sido elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Con esta afirmación, Jesús quiso dar a entender la forma en que iba a morir. 

              CUENTO:   EL NOMBRE DE LA SOGA

 

Una vez vi a un joven que se acercaba hacia mí con una oveja corriendo detrás de él.

- No puedo imaginarme que una oveja te siga tan cerca – le dije -. Parece que la llevas atada con una cuerda.

El chico se rio y dejó libre al animal, que correteó retozando alegre.

Luego el joven hizo el ademán de moverse, e inmediatamente la oveja corrió hacia sus tobillos, siguiéndole detrás.

El hico sonrió y le dio un poco de cebada.

- Tenías razón, hombre sabio – dijo -. Pero, como ves, el nombre de la soga es amabilidad. 

ENSEÑANZA PARA LA VIDA:

El quinto domingo de Cuaresma, Jesús nos prepara para lo que viene: su muerte y resurrección. Y pone una bella comparación con el grano de trigo que no da fruto si no muere. La semilla debe quedar sepultada bajo tierra para que brote de ella una espiga fructificadora. Fantástica lección de vida en la propia naturaleza. Al igual que no puede surgir una mariposa si el gusano no desaparece y muere.

Vivimos tiempos en que esto apenas se valora. Estamos en la sociedad de los fácil y lo rápido. No importa lo profundo, lo que perdura. Todo es de usar y tirar. Todo es descafeinado, tibio, indiferente. Las cosas, las metas se quieren conseguir sin demasiado esfuerzo. Eso de dar la vida por el otro parece pasado de moda, propio de gente de otros tiempos. Hablar hoy de dar la vida por los otros, morir para dar vida a otros, sacrificarse por algo o por alguien, esforzarse por conseguir unas metas no entra demasiado en el vocabulario de nuestra mentalidad actual, y menos de la de los jóvenes. Se admira, sí, a quienes lo hacen, pero no se está dispuesto a imitarlos.

¡Pobre Jesús!. Vaya cosas que se le ocurre decir hoy. Quién le va a escuchar. Y sin embargo, el mensaje de Jesús es tan actual como siempre o más que nunca. Sabemos por experiencia que sólo lo que se consigue con esfuerzo tiene valor y calidad. Vemos cómo los grandes hombres y mujeres que destacan muchas veces han llegado ahí a base de mucho sacrificio. La vida misma nos dice que sin sufrimiento, sin dificultad, sin tropiezos, no hay profundidad en las cosas y en las personas. Maduramos tropezando, equivocándonos, sufriendo. Por eso quizá hay tanta gente inmadura en nuestros días, incapaz muchas veces de vivir un amor de verdad y para siempre, o unas simples relaciones humanas basadas, no en el Interés o el placer que me reportan, sino en el amor que sacan de mí y en lo feliz que me hacen.

Jesús nos recuerda a los cristianos que nuestra vida debe ser el seguimiento del Maestro, el reflejo de su itinerario, que pasa por la cruz y lleva hacia la luz. No ha resurrección sin muerte. No hay un cristianismo fácil y cómodo. El cristianismo es profético y testimonial, aun a riesgo de ser rechazado u orillado o ignorado, o no es auténtico cristianismo. El cristiano es especialista en nadar contracorriente. Con amor, eso sí, pero contracorriente. Un cristiano que no denuncia la injusticia, es cómplice de ella y no se hace digno del nombre que lleva. Con amabilidad, como nos recuerda el cuento de hoy, pero con coherencia y firmeza. Porque sólo donde encontramos amor, o amabilidad, como encontraba la oveja en aquel joven, sólo ahí surge la necesidad y la alegría del seguimiento hasta el final, gasta la cruz.

¿Estamos dispuestos a morir como Jesús? ¿Estamos dispuestos a seguir al Señor no sólo en su glorificación y triunfo sino en su dolor y en su cruz?. ¿O nos quedaremos dormidos como los apóstoles en Getsemaní?.

Quien hace bien, recoge bien, aunque no siempre lo recoja inmediatamente. La cruz indica aparente fracaso, pero sólo aparente. El bien siempre triunfa sobre el mal, y ése es el gran motivo de nuestra lucha y nuestra esperanza. Hagamos el bien, aunque eso suponga sacrificio y aunque eso vaya contra nuestra natural inclinación al egoísmo. Hagamos el bien, no importa a quién, como el soldado del cuento. Un día el bien saldrá a la luz, la verdad resplandecerá y nos sentiremos felices. Porque eso es en definitiva a lo que nos invita el evangelio de este quinto domingo de Cuaresma: morir por el otro, entregarse por el otro, ir haciendo de nuestra vida un camino humilde de amor y de bondad, que vaya dando frutos y alumbrando nuevas y hermosas espigas que construyan un mundo mejor, más justo y más humano, o sea un mundo que refleje el Reino de Dios. ¡Ánimo, no estamos solos, Jesús nos acompaña y nos asegura  la victoria!. ¡FELIZ Y LLENA DE AMOR  SEMANA QUINTA DE CUARESMA!