XIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Lc 9,51-62. Seguir a Jesús

Autor:  Mons. Felipe Aguirre Franco

 

 

Evangelio: 

 

"Cuando ya se acercaba el tiempo en que tenía que salir de este mundo, Jesús tomó la firme determinación de emprender el viaje a Jerusalén. Envió mensajeros por delante y ellos fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque supieron que iba a Jerusalén. Ante esta negativa, sus discípulos Santiago y Juan le dijeron: “Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para que acabe con ellos?” Pero Jesús se volvió hacia ellos y los reprendió.

Después se fueron a otra aldea. Mientras iban de camino, alguien le dijo a Jesús: “Te seguiré a dondequiera que vayas”. Jesús le respondió: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”. A otro Jesús le dijo: “Sígueme”. Pero él le respondió: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Jesús le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú, ve y anuncia el Reino de Dios”. Otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia”. Jesús le contestó: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”. (Lc 9,51-62). ¡

Palabra del Señor!
¡Gloria a ti, Señor Jesús!

Comentario:

Hoy Jesús nos dice con toda claridad que, para seguirlo, debemos tomar decisiones firmes y estables; Jesús sabía lo que le esperaba en Jerusalén; sin embargo, “tomó la firme determinación de emprender el viaje” hacia allá. Nada le hizo cambiar.

Debía cumplir su misión, aunque implicara la cruz. Así son las personas que cambian la historia, las que se mantienen firmes en su decisión en bien de los demás, aunque esto les traiga sacrificios e incomprensiones.

Los inconstantes, los que viven según los impulsos del momento, los incapaces de hacer compromisos definitivos para toda su vida, son veletas que van hacia donde el viento sopla; son personas sin consistencia en su personalidad.

El Evangelio narra que, ante la negativa de los samaritanos de dar hospedaje a Jesús y a sus discípulos, dos de éstos querían hacer bajar fuego del cielo, para castigarlos. Pero Jesús los reprendió, porque su camino no es la violencia, ni la venganza.

El recurso a la agresión, al desquite, a la destrucción del adversario, es una tentación de todos los tiempos. Que no busquemos el castigo a los delincuentes, como si fuera una venganza de la sociedad.

Quien se bautiza, se compromete a seguir a Jesús durante toda la vida. Este compromiso se ratifica en la Confirmación y en otros momentos de la vida cristiana. De igual modo, quien contrae matrimonio religioso ante Dios y ante la Iglesia, toma una decisión que vale “en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad”; es decir, que hay que mantenerse unidos en las buenas y en las malas; cuando la pareja se entiende bien y cuando surgen desavenencias.

Lo que Dios une, nadie lo puede separar, sólo El mismo mediante la muerte de uno de los dos. Hay que salvar la institución matrimonial.

Jesús invita a muchos a seguirlo, pero les hace ver que no es fácil desprenderse de la familia, estar dispuestos a toda renuncia, a la pobreza, a mantenerse con la mirada fija hacia delante y no dar marcha atrás.

Esto vale no sólo para sacerdotes, religiosas, religiosos y misioneros, sino para cualquier cristiano. Seguir a Jesús y vivir según su estilo, según su Evangelio, exige muchas renuncias, que no todos están dispuestos a asumir.

Dios necesita a muchas personas, para que hagan presente su palabra y su amor en este mundo. Necesita profetas, misioneros, gobernantes, educadores, legisladores, padres de familia, comunicadores, etc.

El les llama por muy diversos medios, para que hagan que este mundo sea más justo y fraterno. Dios necesita sacerdotes, religiosas y religiosos, para que su Evangelio y sus signos sacramentales lleguen a todos y nadie perezca. Padres de familia: ¿Están dispuestos a que uno de sus hijos se consagre al Señor, si El lo llama? No lo pierden; al contrario, si es fiel a su vocación, lo aseguran para la vida eterna.

Pedimos a la comunidad eclesial que intensifique su oración, para pedir al Señor que nos regale más vocaciones consagradas. Hay que invitar a quienes tengan signos positivos de vocación sacerdotal o religiosa, para que se animen a ingresar a un Seminario o a una Casa Religiosa.

En el Seminario del Buen Pastor de Acapulco, tendremos tres Preseminarios: Del 13 al 15 de julio, para muchachos que están por terminar la Primaria. Del 17 al 20 de julio, para muchachos que han pasado a Tercero de Secundaria. Del 23 al 29 de julio, para muchachos de Preparatoria y Profesión. Serán en el Seminario Diocesano, que está por Costa Azul.

Sólo se necesita apertura a esta vocación, presentar una carta de recomendación de su párroco, ropa y útiles personales. Oremos mucho por estas vocaciones, a fin de que tengamos aquellos Sacerdotes que tanto necesita nuestra Iglesia de Acapulco.