XXX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Mc 10, 46-52. El ciego Bartimeo

Autor:  Mons. Felipe Aguirre Franco

 

 

Evangelio: 

 

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente, un ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Muchos reprendían para que se callara, pero él seguía gritando todavía más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”

Jesús se detuvo entonces y dijo: “Llámenlo”. Y llamaron al ciego, diciéndole: “¡Ánimo! Levántate, porque él te llama”. El ciego tiró su manto, de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces le dijo Jesús: “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver”. Jesús le dijo: “Vete; tu fe te ha salvado”. Al momento recobró la vista y comenzó a seguirlo por el camino. (Mc 10, 46-52).

¡Palabra del Señor!
¡Gloria a ti, Señor Jesús!

 

Comentario:

¡Cuántos ciegos, al igual que Bartimeo, hay en nuestro mundo! Lo peor del caso es que presumen de saberlo todo, y que nadie les puede enseñar. Son ciegos que guían a otros ciegos.

Y, sin embargo, cuán pocos se acercan a Jesús, para encontrar en él la luz, la verdad y la vida. Si lo conocieran, si fueran humildes para acercarse a él, como Bartimeo, todo cambiaría; se les quitarían muchas vendas de los ojos.

Ciegos, como Bartimeo, son los padres de familia, que no saben qué hacen sus hijos, con quiénes andan, qué leen, qué programas ven en la televisión. Son ciegos cuando no descubren las cualidades que tienen, pues casi no los conocen, ya que no los tratan con cercanía afectiva.

A otros los ciega el afecto exagerado, pues no se dan cuenta de sus fallas. Son ciegos porque no saben lo que les enseñan los maestros en la escuela, cómo se imparte la que se denomina “educación sexual”, que nuestras autoridades educativas han reducido a una simple “información genital“, sin educación ni formación. No advierten los nefastos resultados del libertinaje sexual que se ha provocado. Los autores de los libros de texto han tenido buena intención de dar información para evitar embarazos no deseados e infecciones malignas, pero lo han hecho sin inculcar principios morales de honestidad y castidad.

Bartimeo, son los jóvenes que no advierten las consecuencias de dejarse llevar sólo por sus instintos pasionales; los que no saben qué determinación tomar, cuando se plantean cuál es su vocación; los que se dejan engañar por líderes o personajes que aparecen muy exitosos, pero que los hacen caer en un abismo.

Ciegos, y guías de ciegos, como Bartimeo, son muchos productores de canciones y de programas de radio y televisión, así como los responsables de algunas empresas editoras de revistas y periódicos, que no aceptan la luz del Evangelio, rechazan a Jesucristo y a su Iglesia, particularmente a la jerarquía, y publican lo que más se vende, aunque con ello destruyan valores morales. Su criterio es lo que atrae más público, lo que está de moda, o lo que se practica en países económicamente desarrollados y cada quien es dueño de su verdad y tiene derecho a hacer lo que quiera.

Bartimeo, son los que no ven las cualidades de los demás, de su pareja, de sus compañeros y vecinos, de quienes militan en organizaciones o partidos distintos al propio, de quienes pertenecen a creencias diferentes, sino que todo lo ven negro, malo y negativo; por eso, se vuelven amargados, críticos, suspicaces, desconfiados, obsesivos y problemáticos. No valoran ni sus capacidades personales, y por ello caen hasta en un obsesivo egoísmo, para compensarse por sus frustraciones.

Bartimeo, son los que no se dan cuenta de los sufrimientos de sus familiares; los que no ven la soledad de los ancianos, las carencias de los pobres, las necesidades de los marginados, la angustia de los enfermos, la tristeza de los alcohólicos, la desesperanza de muchos presos. Los que se obstinan en no ver la marginación de los indígenas y no promueven, con creatividad y audacia, soluciones prontas y justas a sus demandas.

Bartimeo, son los que no ven a Dios en la naturaleza, en los seres humanos, en las personas buenas, en los doloridos, en los pobres, en las personas consagradas, en los acontecimientos, en la Sagrada Escritura, en los sacramentos, y particularmente en el Sagrario, donde está Cristo vivo y verdadero. Los que carecen de fe. Bartimeo, son los que no quieren reconocer sus propios defectos, ni aceptar sus errores. Sólo Jesucristo es capaz de quitarnos la venda de los ojos, para ir por un camino seguro, sin tropezar ni caer. A la luz de su Evangelio, podemos distinguir la verdad del error y descubrimos los engaños con que nos pretende seducir el mundo moderno.

Invitamos, pues, a todos a acercarnos a Jesús, como Bartimeo, y pedirle con insistencia que nos conceda ver. A pesar de que haya personas que nos impidan llegar a El. Digámosle con humildad: “¡Señor, que yo vea”!