XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Mc 10, 2-16. Salvemos a la familia

Autor:  Mons. Felipe Aguirre Franco

 

 

Evangelio: 

 

E"En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: “¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?”. Él les respondió: “¿Qué les prescribió Moisés?” Ellos contestaron: “Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa”. Jesús les dijo: “Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola cosa. De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”.

Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: “Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y se ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio”.

Después de esto, la gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo. Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”.

Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos. (Mc 10, 2-16)

¡Palabra del Señor!
¡Gloria a ti, Señor Jesús!

Comentario:

¡Qué sabia es la Palabra de Dios! ¡Qué oportuno es lo que el Señor nos dice cada domingo! Ojalá seamos sencillos de corazón, para captar su mensaje y llevarlo a la práctica, pues sólo de esa manera salvaremos a México y a la humanidad.

A todos nos preocupan los problemas de nuestra patria: violencia, inseguridad, miseria, injusticia, drogadicción, vandalismo, agresividad social, robos, secuestros, asesinatos, corrupción, mentiras, niños en la calle, pandillerismo, prostitución, sida, narcotráfico, etc. ¿Cómo puede cambiar esta situación? ¿Con más policías? ¿Con más militares? ¿Con la pena de muerte? ¿Con más años de cárcel a los delincuentes? No. De acuerdo a la Palabra de Dios proclamada hoy, podemos afirmar que todo sería muy distinto, si las familias estuvieran mejor constituidas y no se desintegraran; si los esposos fueran más fieles y los padres más responsables. ¡Salvar a México exige salvaguardar la familia!

¿Por qué hay tanta maldad y perversión? ¿Por qué tanta descomposición social? La razón fundamental no es la pobreza, sino la falta de educación moral y religiosa desde la familia. Son los malos ejemplos que los hijos ven en su propia casa, cuando los padres pelean, se hacen daño, son infieles, casi no van a Misa ni se confiesan, son agresivos con los vecinos y caen en otros vicios. Es la inestabilidad emocional que se produce en hijos de matrimonios divorciados. Es la incapacidad de los padres de transmitir valores seguros y generadores de paz, verdad, justicia, amor, perdón, servicio, reconciliación, respeto, fraternidad, trabajo, estudio, fe y esperanza. Es la falta de vivencia consciente y madura de una religión bien conocida y mejor practicada. Con esas familias sin cimientos sólidos, ¡qué se puede esperar! Así es como se destruyen las sociedades y los imperios más poderosos.

Por la destrucción de la familia, Europa y Estados Unidos están decayendo en su moralidad, a pesar de su desarrollo económico y social. Están aprobando leyes para legitimar uniones matrimoniales entre homosexuales, como si esto fuera un progreso y una conquista, cuando con ello se degradan más y más, como dice la Palabra de Dios. ¡Y pensar que algunas personas y organizaciones en México quieren lograr que nuestros legisladores hagan lo mismo...! ¿De veras aman a México y quieren su bien? por respeto a una moral natural, que se ilumina y fortalece por la fe cristiana; por defender uno de los pocos tesoros que nos quedan, como es la familia. Preferimos seguir a Jesucristo, que a cualquier otra persona. ¡El es nuestro camino! Nuestros criterios están normados por su Evangelio.

Por tanto, no hay que echar la culpa de todos los males sólo a la pobreza. La raíz es más honda. Es la falta de educación cristiana, moral y humana. Es la desintegración de la familia. Si fuera sólo la pobreza, en los países ricos no habría vicios ni maldades... Si la marginación fuera la causa de todos los males, entonces las familias ricas serían lo mejor del mundo, y con frecuencia es todo lo contrario.

El Evangelio de hoy nos presenta a un Jesús que acepta, abraza y bendice a los niños. Sus apóstoles los rechazaban, y por ello Jesús los regaña. Por tanto, padres de familia, acepten generosamente a los hijos y no los consideren un estorbo. Los hijos son una bendición, siempre y cuando sean fruto de verdadero amor, en un matrimonio estable y bien constituido. La salvación de México, pues, depende de la familia. Rescatémosla ¡Salvemos a la Familia!