XXVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Mc 9, 38-43. 45. 47-48. Exigencias del Evangelio

Autor:  Mons. Felipe Aguirre Franco

 

 

Evangelio: 

 

En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús: “Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos”. Pero Jesús les respondió: “No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor.

Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa. Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.

Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga”. (Mc 9, 38-43. 45. 47-48).

¡Palabra del Señor!
¡Gloria a ti, Señor Jesús!

Comentario:

En este domingo, son varios los puntos y las exigencias del Evangelio. En primer lugar, Jesús nos enseña a valorar el bien que hacen los demás, aunque no pertenezcan a nuestro grupo. Esto tiene aplicaciones muy concretas. Por ejemplo, hay quienes piensan que sólo los de su Iglesia, organización, partido, grupo o ideología, hacen cosas buenas. Eso no es así. Dios actúa por medio de muchas personas, incluso por quienes carecen de fe. Hemos de aprender a reconocer las cualidades y los servicios de los demás, aunque no comulguemos en todo con sus posturas.

Si alguien encontró a Cristo en el “Movimiento de Renovación en el Espíritu Santo”, en “Encuentro Matrimonial”, en “Cursillos de Cristiandad”, en “La Legión de María”, en “La Adoración Nocturna”, en “Pastoral Juvenil”, etc., hemos de respetarnos y aceptarnos, en vez de pensar que sólo nuestro camino es el bueno y verdadero. Son distintos medios de los que se vale el Espíritu Santo para llevarnos a la santidad, y no hemos de absolutizar lo de nuestro propio grupo, movimiento o estilo de espiritualidad y de pastoral. Nadie puede acaparar al Espíritu Santo y éste lleva a su Iglesia por caminos muy diversos. Exigir que todos vayamos por un solo camino, es pretender atar al Espíritu. Sin embargo, hay criterios para discernir cuáles son verdaderos caminos del Evangelio y su auténtica pertenencia a la Iglesia, como la capacidad de saberse adherir a una pastoral parroquial y diocesana de conjunto.

“Acapulco es una de las bahías más hermosas que compite internacionalmente, por esto, debemos presentar al turista (sin distinción: local, nacional y extranjero) nuestro patrimonio cultural, artístico y festivo, las bellezas, los destinos turísticos aledaños, nuestros servicios dignos y justos; lo cual traería una participación activa de todos; no sólo con miras a conseguir una generosa contribución económica, sino sobre todo, de ofrecernos como comunidad servidora (Mc 9,35) de un turismo más digno, humano y cristiano”.

Saber respetar, convivir y colaborar con las personas pertenecientes a otra Religión, o a diferentes Credos Religiosos. Esto no significa que todas las religiones sean iguales. Sostenemos que la Iglesia que Jesucristo fundó “subsiste en la Iglesia Católica”; pero hay muchos elementos de esta verdadera Iglesia en varias comunidades y grupos religiosos que aceptan a Jesucristo. Que nuestro testimonio y caridad para con ellos, sea la mejor invitación para buscar el camino de la verdad.

Hay otra advertencia muy dura en el Evangelio de este domingo: “Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valiera que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar”. ¿Qué significa esto? Que quienes aconsejan a otros al mal e incitan a la perversión, les espera una suerte poco favorable. Que quien lleva a otros para que caigan en el alcoholismo, dependan de las drogas, o se organicen para robar, secuestrar o matar, ése merecería estar encerrado en una cárcel toda su vida. Que quien difunde pornografía, vulgaridades y otros vicios, en revistas, espectáculos, radio, televisión, centros nocturnos, etc., más le valdría ser sancionado por las leyes, para que se arrepienta. Su dinero es mal habido, como el de Judas, porque es fruto de haber vendido la dignidad de sus hermanos.

La última parte del Evangelio dominical es también muy exigente. Jesús nos invita a cortar todo aquello que nos pueda llevar al pecado, aunque sea un pie, una mano o incluso un ojo. Es decir, si una amistad, una persona, una revista, un video, un espectáculo, un puesto público, un trabajo, etc., nos llevan al pecado, hay que rechazarlos y alejarnos. Son una ocasión de pecado. Es difícil esta indicación, pero es muy sabia. Pongamos en práctica la drasticidad de estas sobreesdrújulas evangélicas: “¡Quítatelo, córtatelo, sácatelo!” y veremos los buenos resultados.