Fiesta de la Sagrada Familia, Ciclo A

Mt. 2,13-15.19-23: Como la familia de Nazaret

Autor:  Mons. Felipe Aguirre Franco

 

 

Evangelio: 

 

"Después de que los magos partieron de Belén, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. José se levantó y esa misma noche tomó al niño y a su madre y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.

Después de muerto Herodes, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre y regresa a la tierra de Israel, porque ya murieron los que intentaban quitarle la vida al niño”. Se levantó José, tomó al niño y a su madre y regresó a tierra de Israel. Pero, habiendo oído decir que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre, Herodes, tuvo miedo de ir allá, y advertido en sueños, se retiró a Galilea y se fue vivir en una población llamada Nazaret. Así se cumplió lo que habían dicho los profetas: Se le llamará nazareno (Mt. 2,13-15.19-23).

¡Palabra del Señor!
¡Gloria a ti, Señor Jesús!

 

Comentario:

Apenas pasada la Navidad, en el domingo siguiente la Iglesia celebra el misterio de la familia formada por Jesús, María y José, para resaltar la importancia que Dios da a la familia. El Hijo eterno del Padre podría haber aparecido en la tierra adulto, dedicado plenamente a la misión que se le encomendó, sin “perder tanto tiempo” naciendo y creciendo en un hogar normal. Sin embargo, al encarnarse en una familia, nos da a entender cómo el plan de Dios para la humanidad pasa por la familia. Por ello, destruir la familia es ir contra el proyecto de Dios.

Hoy la familia sufre ataques por todas partes, mucho más que antes. El plan del mundo es diabólico, pues está destruyendo lo que es esencial para la humanidad. Si nada hacemos por defender la familia, todos vamos a sufrir las consecuencias.

Un ataque terrible contra la familia, también puede venir de los legisladores en varios países, sin excluir el nuestro. Hay movimientos muy activos que pretenden se consideren matrimonios auténticos las uniones de un mismo género. Les pueden llamar de varias formas, como “sociedades de convivencia”, pero su intención es equipararlos a una familia normal, incluso con el derecho de adoptar niños, pues la naturaleza les imposibilita engendrarlos entre sí. Y no faltan quienes se proclaman católicos, a pesar de sostener tales posturas, en contradicción total con la Biblia y la Iglesia Católica.

El daño más explícito que se hace a la familia proviene del cine y la televisión. Nada es estable y firme; todo se reduce a satisfacción de los sentidos. Lo sagrado de la familia, como su unidad e indisolubilidad, se presenta como algo del pasado, sin validez para hoy, incluso con burla y desprecio. Después de crear todas las cosas, lo primero que Dios instituyó fue la familia, formada por un hombre, una mujer y unos hijos. Así quiere Dios que sean las familias. Enmendarle la plana a Dios, es pretender ser como dioses.

El mejor ejemplo de familia son Jesús, María y José, de quienes nos habla el Evangelio. Unidos afrontan los problemas, las persecuciones y la migración forzosa. Fueron desplazados, huyendo por el desierto, enfrentando carencias muy graves, llegando a una tierra desconocida, aprendiendo a vivir como extranjeros.

Las familias desplazadas de hoy y los migrantes tienen en ellos un aliento y una esperanza. ¡Qué figura tan fuerte la de José! Con un padre así, María se siente segura, y el niño goza la protección que necesita. Ojalá así fueran nuestras familias. El mundo sería distinto.

Esposos y esposas: Mantengan firme su hogar, y, cuando tengan problemas, no sea la separación su primera opción. Si ya no se entienden, ya no se soportan, antes de pensar en ustedes mismos, piensen en las consecuencias para sus hijos.

Padres de familia: dediquen tiempo a convivir con sus hijos; ganen su confianza, para que les platiquen su vida y sus problemas; vean con ellos la televisión y comenten aquello que sea conforme o contrario a los valores bíblicos. Si uno de los dos tiene que ir lejos a trabajar, que vea la forma de estar en comunicación constante con los hijos. Si la esposa debe laborar fuera del hogar, que su prioridad sean sus hijos y no los deje con cualquiera. Las guarderías solucionan algo, pero no suplen a una madre.

Maridos: respeten a su esposa, denle el lugar que le corresponde, no la traicionen, no la menosprecien. Sean agradecidos con ella por todo su trabajo. Manifiéstenle apoyo y cariño, también a nivel físico. Díganle varias veces que la aman, y no lo den por presupuesto. Ella lo necesita. Y nunca se atrevan a golpearla, mucho menos cuando esté embarazada. En ese tiempo, extremen las muestras de afecto y de apoyo. Esto es lo que más beneficia al niño que se está formando en su seno, para que sea sano y normal.

Hijos, respeten, obedezcan y amen a sus padres. Aunque tengan defectos y no hayan ido a la escuela, o cursado estudios universitarios, reconozcan que ustedes son lo que son por ellos. Muéstrenles gratitud y esmérense en no darles dolores de cabeza. Platíquenles lo que les pasa, con confianza, aunque a veces les regañen. No hay mejores consejeros que unos buenos padres. No quieran que todo lo hagan sus papás. En una familia, todos pueden hacer algo. Aprendan de Jesús, que ayudaba a San José en la carpintería.