I Domingo de Cuaresma, Ciclo A

Mt 4,1-11: Las tentaciones de Jesús

Autor:  Mons. Felipe Aguirre Franco

 

 

Evangelio: 

 

""En aquel tiempo, Jesus fue conducido por el Espiritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Paso cuarenta dias y cuarenta noches sin comer y, al final, tuvo hambre. Entonces se le acerco el tentador y le dijo: "Si tu eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes". Jesús le respondio: "Esta escrito: No solo de pan vive el hombre, sino tambien de toda palabra que sale de la boca de Dios".

Entonces el diablo lo llevo a la ciudad santa, lo puso en la parte mas alta del templo y le dijo: "Si eres el Hijo de Dios, echate para abajo, porque esta escrito: Mandara a sus Angeles que te cuiden y ellos te tomaran en sus manos, para que no tropiece tu pie en piedra alguna". Jesus le contesto: "Tambien este escrito: No tentaras al Señor, tu Dios".

Luego lo llevo el diablo a un monte muy alto y desde ahi le hizo ver la grandeza de todos los reinos del mundo y le dijo: "Te dara todo esto, si te postras y me adoras". Pero Jeses le replico: "Retirate, Satanas, porque esta escrito: Adoraras al Señor, tu Dios, y a el solo serviras". Entonces lo dejo el diablo y se acercaron los Angeles para servirle" (Mt 4,1-11).

Palabra del Señor!
Gloria a ti, Señor Jesús!

Con el Miercoles de Ceniza, hemos iniciado el tiempo de gracia, que es la Cuaresma. Cada año, la Cuaresma nos propone un tiempo propicio para intensificar la oracion y la penitencia y para abrir el corazon a la acogida docil de la voluntad divina. Ella nos invita a recorrer un itinerario espiritual que nos prepara a revivir el gran misterio de la muerte y resurreccion de Jesucristo, ante todo mediante la escucha asidua de la Palabra de Dios y la practica mas intensa de la mortificacion, gracias a la cual podemos ayudar con mayor generosidad al projimo necesitado.

En este primer domingo, la Iglesia nos invita a acompañar a Jesus en su retiro al desierto, para luchar contra el tentador. Nuestras tentaciones son las mismas que las de los primeros padres en el para�so y las de JJesús. Aquellos sucumbieron; este triunfo. Guiados por el Espiritu Santo, nosotros tambien podremos vencer.

La primera tentacion que el demonio puso a Jesus en el desierto fue la de convertir las piedras en panes, para remediar su hambre. Como a Adan y a Eva, le propone comer, lo cual obviamente remedia una necesidad natural. A quien le podria parecer malo comer? Sin embargo, el astuto demonio oculta otras intenciones: reduce la felicidad a comer, al placer corporal, a disfrutar, a beber, y lo hace aparecer como algo bueno y natural. As� proceden los demonios actuales: proponen el pecado como algo natural y normal, hasta como un derecho. Jes�s, sin embargo, sostiene que la vida no depende solo de la comida, sino que hay otros valores mas importantes, como escuchar y practicar la Palabra de Dios.

La segunda tentaci�n es la fama, la publicidad, el aparecer grande y prodigioso, el presentarse como quien tiene la solucion de todos los problemas, el que todo lo sabe, lo juzga y lo puede. Es lo mismo que el demonio, con engaño, propuso a Adan y Eva: ser como dioses. Es la tentacion de quienes pretendemos tener siempre los reflectores centrados en lo que somos y hacemos. Es el cuidado desmedido del cuerpo, de la estética, como si la figura física fuera la clave de todo �xito y de la felicidad.

La tercera tentación es la ambición del dinero y del poder. Es la pasión de algunos por acumular más y más, aunque nunca se podran gastar lo que ya tienen. Es la obsesión por ocupar un puesto importante, en la política, en el trabajo o en la sociedad, y en ello gastar todas las energías, prescindiendo de Dios y de la moralidad. A algunos, cuando quieren obtener un puesto, no les importa dejar su familia, abandonar las practicas religiosas y dejarse corromper por la inmoralidad Se postran ante quien les pueda ayudar a lograr lo que quieren, aunque le vendan su alma.

Jesús asume nuestra condicion humana en todo, incluso en exponerse a las tentaciones, para ense�arnos c�mo vencerlas. Si El no las hubiera padecido, podramos decir que, como es Dios, no nos comprende. Sin embargo, se hizo tan humano como nosotros, y por eso el demonio se le acerco para orillarlo al pecado. En la forma como Jesús se enfrento al tentador, encontramos el camino a seguir nosotros, para no caer en el pecado.

Ante todo, Jesús se deja conducir por el Espiritu Santo al desierto. Nosotros debemos pedir insistentemente al mismo Espiritu que nos guíe, que no nos deje tan expuestos a nuestro mal arbitrio, que nos infunda buenos pensamientos y deseos, que nos de fuerza para combatir al mal y vencerlo con la fuerza del bien. En el desierto, Jesús se dedica a orar a su Padre Dios, a reflexionar, a prepararse para su misión. Nosotros tambien necesitamos darnos tiempo para orar a solas con Dios nuestro Padre, para meditar, para reflexionar y tomar prudentes decisiones. Hay que dar la debida importancia a la oracion personal, pues necesitamos la ayuda del Señor, ya que somos debiles y facilmente el demonio nos engaña. Quien no ora es porque siente que no le hace falta Dios.

Si queremos de verdad ser cristianos, hemos de aprovechar este tiempo de gracia, poniendo en práctica los medios enseñados por Jesús para vencer las tentaciones. Hay que programar que vamos a hacer en esta Cuaresma.