IV Domingo de Pascua, Ciclo A

Jn. 10,1-10

Autor:  Mons. Felipe Aguirre Franco

 

 

Evangelio:  

 

"En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”. (Jn. 10,1-10).


¡Palabra del Señor! ¡
Gloria a ti, Señor Jesús!

 

Comentario:

Hoy es el domingo del Buen pastor. Desde los tiempos del Papa Pablo VI, en este día la Iglesia celebra la “Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones”, porque Jesucristo Resucitado, que es el Buen Pastor, nos da vida eterna y quiere que esa vida llegue a todos.

Pero esto lo lleva a cabo por medio de los pastores y colaboradores que él elige para tal fin. “Les daré pastores según mi corazón” (Jer. 3,15). Hoy va a cumplir entre nosotros su palabra, al llamar por la Ordenación de los Diáconos a cinco seminaristas guerrerenses: Jorge, Manuel, Víctor, Martín, y Alejandro.

Hoy es el día de nuestro Seminario Arquidiocesano del Buen Pastor en Acapulco. Hoy se invita a toda la comunidad cristiana que ore al Señor para que nos conceda más y mejores sacerdotes; que siga llamando a adolescentes, jóvenes y adultos, que consagren todo su ser al Reino de Dios, desgastando su vida para que los pobres sean evangelizados, y que haya más misioneros para comunicar su salvación al mundo. En nuestro Seminario se forman alrededor de 90 Seminaristas que estudian humanidades en el Seminario Menor, Filosofía y Teología en el Seminario Mayor, y un año de preparación en el Curso Introductorio de Petatlán, Gro. Contamos además con la experiencia de un Seminario Auxiliar y los Seminaristas en Familia.

Necesitamos buenos pastores para la comunidad, y en ello todos hemos de comprometernos. Los formadores de los candidatos al sacerdocio tienen una especial responsabilidad, para educarlos según el corazón de Cristo; pero toda la comunidad cristiana tiene que poner también su empeño en promover vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras, y ayudar para que se formen de tal manera que hagan presente el amor de Dios por su pueblo. Tenemos un equipo de formadores que dedican lo mejor de su tiempo a la formación integral de los candidatos al Sacerdocio, en las áreas humana, espiritual, académica y pastoral.

¿Qué se puede hacer? En primer lugar, orar mucho más, para pedir “al Dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos” (Mt. 9,38). En segundo lugar, invitar a adolescentes y jóvenes a acercarse al Seminario; a las religiosas, tanto de vida contemplativa como activa, y hablarles de la posibilidad de consagrar su vida al Señor, o en el sacerdocio, o en la vida religiosa y misionera. Si ustedes conocen a algunos jóvenes que tengan buenas cualidades, sanos de cuerpo y mente, con suficiente capacidad intelectual, piadosos, bien definidos en su masculinidad, generosos y serviciales, bien integrados en su familia, preséntenles esa posible vocación. Que hablen con un Sacerdote, o con una religiosa, para que le ayuden a discernir si tiene signos positivos de vocación consagrada. Y si estos candidatos son sus propios hijos, no se los nieguen al Señor, pues ellos no les pertenecen a ustedes, sino a Dios. Si Él los necesita para pastorear a la comunidad y salvar a muchas personas, esa sería su mejor realización y la mayor felicidad para sus padres.

A los Obispos, muchas comunidades nos piden que les enviemos más sacerdotes, porque requieren más atención pastoral. Sin embargo, no los hay en número suficiente, y no podemos depender siempre de que nos lleguen de fuera. Agradecemos a quienes han venido de otras partes del país, o del extranjero. Valoramos su generosidad, al dejar su tierra, su familia y quizá algunas comodidades. Necesitamos su apoyo. Seguiremos agradeciendo la presencia de los Religiosos. Pero es indispensable promover más vocaciones sacerdotales entre nosotros mismos, en las familias y comunidades, para el servicio de todos. Tenemos para toda la Arquidiócesis unos 105 Sacerdotes y otros 22 Diáconos Permanentes.

Las propias familias y toda la comunidad deben ayudar en la formación de los que han sido llamados para este importante ministerio. Que cuando vean nuestros errores, hagan más oración por nosotros y se acerquen, con caridad, prudencia y respeto, a llamarnos la atención, para que nos ayuden a convertirnos. Que nos den buenos consejos y nos corrijan, para que todo nuestro amor sea para Cristo y para el servicio de la Comunidad. Les invitamos a conocer y ayudar a nuestro Seminario situado en el barrio de Costa Azul aquí en Acapulco. Hoy es el día de esta benemérita institución del Buen Pastor.

Nuestra misión esencial es hacer presente a Jesucristo vivo y resucitado en la comunidad, por medio de la predicación de la Palabra de Dios, por la celebración de los sacramentos y por el impulso de la justicia y del amor fraterno. Somos pastores, no políticos ni líderes meramente sociales. Nuestra ilusión no es adquirir un poder temporal, sino que todos escuchen y sigan a Jesucristo. Nosotros no somos la salvación de los demás, sino sólo el medio para que Él les dé vida eterna. Esto es lo que necesitamos para Acapulco, Costa Grande y Costa Chica, para servir a todos, en particular para los que más sufren, como son los enfermos, los indígenas, los presos, los migrantes, los más abandonados.

Jesucristo nos dice: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn. 10,10). Sus palabras son camino cierto de paz y de fraternidad. El siempre se preocupó por los que sufren e hizo todo lo posible por remediar su dolor. Nosotros también tenemos obligación de conocer a nuestro pueblo, estar cerca de sus penas y dolores, comprometernos a defender su dignidad y promover sus justos derechos. Somos pastores, no mercenarios; por ello, no podemos abandonar a nuestra gente. Nuestro camino y modelo es Cristo, el Buen Pastor, a quien debemos hacer presente en la comunidad. ¡Que el Espíritu Santo nos ayude a cumplir nuestra misión!

Desde que llegué a este lugar llamé al Seminario “la niña de los ojos del Obispo y de esta Iglesia Particular de Acapulco”. ¡Felicidades a nuestro Seminario Arquidiocesano del Buen Pastor!